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La plaza de la Reina, vista desde la terraza del Micalet. IVÁN ARLANDIS

La plaza de la Reina de Valencia, a vista de pájaro

A unos sesenta días de su apertura completa, el nuevo espacio perfila ya el diseño del mobiliario y el reparto de zonas para niños, hostelería, descanso y sombras

Paco Moreno

Valencia

Viernes, 27 de mayo 2022

Todavía faltan un par de meses, aunque echándole un poco de imaginación ya se puede imaginar uno los itinerarios de la Ofrenda a la Virgen ... o de la Cabalgata del Convite. La segunda se remonta a 1516, más antigua incluso que la propia fiesta del Corpus, y seguro que nadie se imaginaba entonces que los populares personajes pasarían por una plaza dominada por colores suaves, diseño por todas partes y un olor a nuevo que todavía deben pisar y valorar los valencianos.

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En la plaza de la Reina está todo sabido, no hay sorpresas salvo ver cómo los elementos incluidos en el proyecto van apareciendo poco a poco. Esta semana han plantado algunas palmeras más, mientras que todavía quedan decenas de palés de pavimento de granito repartidos por la enorme explanada, a la espera de que los obreros de la empresa adjudicataria los coloquenen las pocas zonas donde todavía faltan.

Dentro de unos días serán los juegos infantiles, en un área reservada por el arquitecto José María Tomás en la esquina más próxima a la calle Barchilla, colindante con otra denominada con toda la intención zona de relación. Las obras se han hecho de rogar después de parones en el concurso por recursos y problemas durante la ejecución del proyecto, sobrecostes incluidos (1,64 millones de euros), que han dejado el presupuesto en 12,4 millones.

Así las cosas, parecía que nunca iba a llegar el momento de la apertura. En los 60 días que faltan para que esto ocurra, la zona cerrada por las obras se irá reduciendo de manera progresiva. Los itinerarios peatonales del perímetro ya están despejados, al mismo tiempo que el carril destinado a la salida de vecinos, recogida de basura y las camionetas de los proveedores.

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Queda la parte central, donde se elevan las grandes farolas de 12 metros de altura y los postes de los toldos que darán sombra en los meses de más calor, que en Valencia se resume en todo el año menos en invierno. En este periodo serán guardados en el aparcamiento subterráneo (los postes también), por lo que será el momento en el que la visión de la Catedral quede más despejada.

El parking fue el motivo principal del sobrecoste por el mal estado de la infraestructura. El nuevo acceso está situado junto a la calle del Mar, que se convertirá en la vía de salida de los vehículos. Al lado estará una de las diez zonas reservadas para las terrazas, ni una más sobre el papel dado que el Consistorio ha decidido no conceder más autorizaciones para evitar la ocupación excesiva del espacio público.

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De esta manera se quiere evitar el uso abusivo, al contrario de lo que ha ocurrido en la plaza del Mercado nada más acabarse las obras de reurbanización. El Consistorio alega que hasta la recepción formal de las plazas, lo que no ha sucedido todavía, no pueden marcarse los espacios para las mesas y sillas.

Para los meses de calor habrá también varias hileras de dispositivos donde caerá agua nebulizada, 17 aparatos en total colocados en la zona próxima a la calle San Vicente Mártir y la calle de la Paz. A lo largo de todo el perímetro, contenedores soterrados con varias islas, quioscos y baños públicos, además de puntos de información turística.

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Desde los aparcabicis a los bancos, pasando por las fuentes y los juegos infantiles, todo tendrá un diseño específico y singular en esta plaza, donde el mantenimiento y evitar los actos de vandalismo se presume como lo más complicado. El proyecto no prevé la colocación de cámaras de vigilancia, al igual que ha ocurrido en los alrededores del Mercado Central y la Lonja, donde los propietarios de las 'covetes' ya las han reclamado para evitar que la zona se queda como un circuito de monopatines aprovechando la rampa y los escalones, lo que empieza a suceder ahora.

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