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La cuestión está encima de la mesa de todas las reuniones operativas de inicio del día en la Policía Nacional, la Guardia Civil y las policías locales. Es uno de los elementos de seguridad pública que más preocupa hoy en día a las ... Fuerzas de Seguridad y en el seno del Ministerio del Interior. El incremento de las peleas campales, de chavales que quedan para pegarse y de la implicación de bandas implicadas en ello es ahora mismo una de las cuestiones prioritaria a resolver para los mandos policiales.
Como publicó el martes LAS PROVINCIAS, estas 'campales', como se refieren a ellas los participantes en las mismas, afectan ya a una docena de municipios del área metropolitana. Y su incidencia se deja notar en la misma capital, como se constató la semana pasada, con dos apuñalados durante sendos enfrentamientos en dos puntos cercanos del entorno de la Plaza de Toros. La respuesta por parte de la Policía Nacional fue un férreo dispositivo policial integrado por decenas de agentes al fin de semana siguiente. El resultado, ausencia de incidentes, más de 350 jóvenes identificados, 21 denuncias por posesión de estupefacientes y cuatro por posesión de armas u objetos peligrosos.
Pero la labor de las Fuerzas de Seguridad va mucho más allá de la vigilancia en la calle. Según ha podido saber LAS PROVINCIAS, la Policía Nacional, la Guardia Civil y las policías locales ya vigilan hasta a una decena de pandillas juveniles. Sus integrantes son algunos de los participantes habituales en las peleas campales que en los últimos meses se han producido en municipios como Mislata, Paterna, Llíria, L'Eliana, Paiporta, Vinalesa, Picanya o Foios.
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Son grupos multiétnicos. Ni son todos inmigrantes ni tampoco todos nacionales. Los hay nacidos en España, de Latinoamérica y magrebíes, las tres nacionalidades más presentes en las últimas identificaciones llevadas a cabo por las Fuerzas de Seguridad. Muchos de ellos tienen su lugar de residencia en los municipios que componen el área metropolitana de Valencia. Pero un núcleo de no pocos de los que participan en estos enfrentamientos masivos residen en la barriada valenciana de Marxalenes. La zona de Valencia es una de las que más inmigración presenta. Un 43% de sus residentes son de origen extranjero. Muchos de los identificados por la Policía Nacional proceden de esta barriada de la capital, aunque no pocos son españoles, como puntualizan desde las Fuerzas de Seguridad.
No es el único punto sensible en el que fijan sus ojos vigilantes los especialistas de Policía Nacional y Guardia Civil (principalmente) de los grupos de tribus urbanas. En el entorno de Valencia, los investigadores monitorizan hasta medio centenar de perfiles de redes sociales por su habitual difusión de imágenes o vídeos relacionados con peleas masivas. En no pocos de ellas, los agentes detectan amagos de peleas que no se realizan pero que obligan a dispositivos preventivos de vigilancia. Y en otros muchos casos, sí que se abortan peleas.
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Así paso a comienzos de año. El 28 de enero, un viernes (los adolescentes eligen sobre todo este día y el sábado para sus enfrentamientos), la Policía Nacional evitó una batalla campal entre menores en el distrito de Safranar. Los agentes detectaron cómo los adolescentes estaban quedando a través de las redes sociales. Patrullas de la Comisaría de Patraix, así como agentes uniformados, peinaron a pie las calles. Los policías detectaron grupos de chavales, a los que identificaron, pero no se produjo reyerta.
Los ojos escrutadores de las Fuerzas de Seguridad tienen en internet uno de sus principales campos de batalla. La posible venta de armas prohibidas a través de las redes es uno de los puntos que más vigila la Guardia Civil. Así lo señalaron durante la rueda de prensa ofrecida el martes por la Benemérita para detallar la normativa existente sobre armas en la Comunitat.
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Los agentes describieron la existencia de una Oficina de Investigación especialmente dedicada a controlar los cauces marginales de internet por los que entran este tipo de armas. No obstante, detallaron que es mayor su comercialización en bazares y armerías. Los agentes también reconocieron su «preocupación» por la aparición de navajas camuflados en collares o cinturones. Violencia oculta que las Fuerzas de Seguridad tratan de sacar a la luz.
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