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Vas andando por Nou Campanar y ves una 'barrera New Jersey' junto a un descampado que muestra en una de sus caras un dibujo minimalista. Es simple: un triángulo amarillo, un círculo azul y un cuadrado fucsia. No hay más. La obra no va firmada. Vas por otros puntos de la ciudad, buscas la placa del nombre de la calle y a cierta altura próxima te encuentra otra vez el mismo diseño. Mismos colores, mismas formas, pero en diferente formato. Ahora es una placa. Tampoco hay firma. Que la misma señal se repita empieza a ser raro, llamativo. Coges el coche y al entrar a Bétera desde el by-pass ves que las señales vuelven a aparecer. Imposible que sea casualidad. Conforme pasa el tiempo te vas encontrando esta señal tricolor en otros puntos de la capital, incluso en formato pegatina. ¿Quién está 'llenando' Valencia con estas señales?
Miras los diseños. Buscas y rebuscas. No hay ningún nombre. Un día, de repente, en un semáforo encuentras una pegatina con el mismo diseño. Ya la encontramos en tres formatos: mural en pared o mobiliario de la calle, placas en fachadas y pegatinas en postes. 'SNOCK'. Ahí está la clave. LAS PROVINCIAS ha estado con el joven artista valenciano que ha llenado la ciudad de este concepto de arte urbano que no lleva firma, que se describe como «una belleza sin firma», que se basa «en la pobreza artística» para alcanzar la popularidad. La obra no busca llamar la atención, sólo quiere «dar vida, color y elegancia al entorno en el que se ubica».
Snock, nombre artístico del joven valenciano que prefiere mantener su anonimato, se ha ido ganando el terreno en Valencia. Es más. Sus primeros diseños de estas tres formas «tan básicas» comenzaron «en Bristol, aunque ahora ya se encuentran en Colombia, Irlanda, Marruecos, Viena, Malta o Berlín, entre otros». El arte no tiene porque ser complejo. Basta lo que Snock define como «formas primarias con colores primarios» y todas sus posibles combinaciones de posición para que parezca que el arte crece o se desarrolla.
«El triángulo siempre es amarillo y es el primero. Después llega el azul en forma de círculo. No está completo porque la parte no visible está como en otra esfera que no apreciamos. En verdad lo que vemos de la obra es como si miráramos por una ventana, nos centramos en lo que se ve. Lo último es siempre el cuadrado fucsia», describe Snock ante una de sus obras en el barrio de Benicalap.
Ante el diseño que realizó a principios de este mismo año («esta ha sido mi última obra hasta el momento en calle», admite), el joven artista explica que «busco zonas tranquilas» para plasmar sus obras. «Busco lugares con estética en los que el diseño quede bien, que se mimetice con el entorno, que quede como una flor dentro del lugar y no como una piedra», indica.
Snock indica que su objetivo con este diseño es que partiendo de la «pobreza estética se consiga lo máximo. Es decir, que haciendo lo mínimo con colores, formas y trabajo, se consiga la esencia de la obra. Al final es simple: tres colores básicos con tres las tres formas básicas». A partir de ahí las obras que se encuentran en murales, mobiliario, pegatinas y construcciones de campo se desarrollan siempre en el mismo orden y con la misma combinación que asocia la forma con el color. «Cada forma necesita su color para que la sensación y el volumen se perciba siempre de la misma forma. Así consigo que tenga profundidad, gracias a los tonos que utilizo empezando por la claridad del amarillo a un tono más oscuro para el cuadrado final».
«El espacio me hace percibir lo que necesita. Es por ello que intento abarcar la zona en la que voy a plasmar mi obra y busco que el vacío del entorno en el que se ubica también forma parte de la misma. Si no fuera así la obra quedaría como un pegote, por lo que el objetivo artístico es que encajen esas líneas y el propio diseño con el entorno», explica el joven valenciano.
Un artista siempre está en crecimiento y aunque Snock reconoce que ahora está «menos activo» en la vía pública, pese a que a finales de junio compartió en sus redes sociales que había pegado de nuevo pegatinas por varias calles de la ciudad. El trabajo ahora lo desarrolla en el estudio, aunque no deja de crear. Poco a poco va abarcando más puntos de la ciudad de Valencia, aunque tiene un punto que estaría «pendiente»: «Me gustaría tener una fachada gigante en el centro de Valencia con mi obra».
Snock es Snock. No hay un nombre real al que dirigirse, se usa el artístico en todo momento de la entrevista. El joven admite que ese anonimato que tienen sus diseños que van sin firma «forma parte de la propia obra. Cuando en un jardín ves una flor no hace falta leer que eso es una flor. Lo ves y lo sabes ya. Yo quiero una belleza sin palabras». Es por ello que la gente le busca en redes sociales, que se sorprendren cuando dan con el, por ejemplo, en Instagram y ven todos los diseños que ha repartido por la ciudad y la zona de entre Godella y Bétera. «Yo quiero reconocimiento de la obra sin poner el nombre, sin bombardear».
El arte urbano tiene el arte de poder no ser invasivo, de convertirse en un elemento más de un entorno que puede ser muy diverso. Como tres formas básicas y tres colores primarios han ido ganando terreno en Valencia es el fiel ejemplo de que con muy poco se puede conseguir mucho o como el impacto no está asociado a la complejidad de la obra. Tres colores familiares que vive con su vacío más cercano para dar calidad a la estampa, para que triángulo amarillo sirva como ruptura hacia un círculo azul que aporta calma antes de un imponente cuadrado fucsia. Snock lo ha conseguido en Valencia.
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