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Modelo de cubo para el reciclaje de residuos orgánicos que reparte el Ayuntamiento. J. Signes
El reciclaje desborda miles de hogares valencianos

El reciclaje desborda miles de hogares valencianos

La edad media del parque de viviendas de la ciudad es de 45 años y no tienen espacio para cinco cubos de basura

Paco Moreno

Valencia

Sábado, 30 de noviembre 2019, 01:44

Cuatro amigos viven en casa de los valencianos desde hace tiempo y ahora llama a la puerta un quinto. El problema es que no hay sitio para los cinco cubos de basura que pide el Ayuntamiento para fomentar el reciclaje, un mandato emanado de la Unión Europea y cuyo último invitado es el residuo orgánico. El motivo es bien sencillo y se debe a que las viviendas no están adaptadas para esta necesidad.

La edad media del parque de viviendas de Valencia (409.937 según el último recuento) es de 45,4 años y en 1974 se estaba muy lejos de pensar en dónde dejar el papel y cartón, por no hablar de las cápsulas de café o los envases de plástico. Entonces había un cubo de basura y en ocasiones se recubría con páginas de periódico. Las bolsas eran un lujo en muchos hogares.

El Ayuntamiento inició hace unas semanas la distribución del quinto contenedor, de color marrón y para los residuos orgánicos. Hasta el mes que viene se colocarán como si fuera en un tablero gigantesco depósitos para recoger los desechos de este tipo de 350.000 personas. Quedará sólo el 30% de Valencia por cubrir.

El Ayuntamiento reparte ahora el depósito marrón para 350.000 personas

La cuestión en la calle parece controlada más o menos, con algunas quejas vecinales y de comerciantes por nuevas ubicaciones enfrente de escaparates o la eliminación de alguna plaza de estacionamiento. El problema más serio al que se enfrenta el Consistorio es de puertas para adentro, curiosamente algo donde no tiene el control.

«Es un problema de gestión», señala un arquitecto sobre la normativa que rige en su trabajo a la hora de diseñar una vivienda. Pero de gestión de las propias familias, claro, que deben sacrificar espacios para colocar los cinco cubos y otros más en el caso de que quieran seguir fielmente la doctrina contra el cambio climático. Pilas gastadas, aceite de cocina, cápsulas de aluminio de café, cartuchos de impresora y prácticamente todo aquello que se le ocurra a uno y pueda acabar en un contenedor o un ecoparque.

El Código Técnico de Edificación, la referencia obligada para estos profesionales, habla de dos tipos de «estacionamiento» en los edificios de viviendas. Primero están los llamados cuartos de basura, obligados en los inmuebles de nueva planta y en las rehabilitaciones integrales. De estos, en el cap i casal hay sólo 44 fincas donde se recogen todos los residuos por separado y otros 113 donde se guardan los del depósito gris, aquello que debe acabar en la planta de tratamiento de Quart.

Frente a estas cifras facilitadas por la concejalía de Ecología Urbana, el anuario estadístico señala que hay 36.703 fincas construidas antes de 1940, donde no se aplicaba ningún código en cuanto a los cuartos para contenedores o lo que dice la normativa sobre lo que debe pasar de puertas hacia adentro.

La obligación de los promotores de viviendas es dejar un espacio mínimo en función del número de dormitorios para cinco tipos de residuos (envases ligeros, materia orgánica, papel/cartón, vidrio y varios), que no sea menor en ninguno de los casos a 30 centímetros de lado para cada cubo y que los «espacios destinados a materia orgánica y envases ligeros deben disponerse en la cocina o en zonas anejas auxiliares». Se detalla incluso que el pavimento debe ser antideslizante.

Esa es la realidad de las fincas construidas desde 2005, cuando se aprobó el código vigente, aunque conforme se avanza a documentos anteriores el panorama cambia: «La realidad es que las casas son pequeñas», indica la presidenta de la Federación de Vecinos, María José Broseta, para señalar que «hay que invadir todos los espacio para que la cocina no sea un campo de reciclaje». Terrazas, galerías, escoberos y hasta salitas acaban con bolsas colgando de clavos o cubos donde se almacenan los residuos.

Otros datos

  • 10 mil toneladas de enseres y muebles viejos serán recogidos por el Consistorio este año, un servicio que se presta a través de una línea telefónica y donde los vecinos deben colocar un papel con el código designado. En el ecoparque de Vara de Quart, el único que hay en Valencia pese a rozar los 800.000 habitantes, también se reciclan este tipo de basura, que se envía a vertederos controlados en caso de que no puedan ser reutilizados de alguna manera. La recogida se hace en toda la ciudad.

  • Más información El vicealcalde Campillo asegura que una de las líneas estratégicas del mandato será fomentar las campañas de información para que los vecinos conozcan con detalle el tipo de residuo que deben depositar en cada contenedor en la calle.

  • 249 locales situados en Ciutat Vella tienen el servicio de recogida de puerta a puerta, debido a la dificultad en colocar contenedores en estas calles. Lo mismo se hace con el papel cartón (1.005 lugares) en el mismo distrito. Esto último evita además la concentración de numerosos embalajes junto a los contenedores en las calles.

  • El puzzle del depósito El embalaje de una pizza, siempre que esté con restos de comida, va al depósito orgánico. Es una de las dudas de las familias que se resuelve con el etiquetado presente en todos los contenedores, así como en miles de folletos que se reparten en puestos informativos. Los posos de café van al mismo sitio, igual que ocurre con las servilletas sucias. En cambio, las toallitas higiénicas se dejan en el gris.

Broseta comenta que el «reciclaje es una cuestión importante y nos debemos tomar en serio. Habrá que hablarlo con la empresas para que dejen los espacios necesarios». Sobre esto último, fuentes del sector apuntan a que durante la burbuja inmobiliaria, precisamente cuando se pusieron en marcha los cuartos de basura, esa normativa sirvió para «aumentar los precios porque son espacios que se pierden para alquileres de plantas bajas. Eso, desde luego, lo pagan los propietarios de las viviendas». Tras el estallido de la burbuja, indicaron, algunos artículos merecen una revisión, tanto lo referido a los cuartos como a otras cuestiones que elevan los precios tales como la contaminación acústica (ventanas dobles) o todo lo referido a la ventilación. Es decir, que la necesidad de encontrar más espacio en las viviendas se da de bruces con el coste de las viviendas, lo que en puertas de otra crisis económica se antoja como un gran obstáculo.

El concejal de Ecología Urbana, Sergi Campillo, dijo que el Ayuntamiento ha hecho un «gran esfuerzo en los últimos años para fomentar el reciclaje y reducir los residuos del contenedor gris», por lo que se introdujo el quinto contenedor. En 2020 estará implantado del todo, igual que un aumento del resto de depósitos para reciclaje.

Afirmó que esto ha supuesto «un incremento muy significativo en la recogida», a lo que añadió que la creación de islas de contenedores son una «respuesta a las reivindicaciones de vecinos porque los vecinos se quejaban de su dispersión. No hay excusas para no reciclar ahora con esta concentración de los depósitos».

«En casa reciclamos a medias porque falta espacio y hay dudas»

Texto: Mar Guadalajara

Cómo diferenciar el vidrio del cristal, que las servilletas y los cartones sucios o con restos de comida deben ir al marrón o dónde se tira el papel de aluminio, son algunas de las dudas más recurrentes que surgen entre quienes se acercan al reciclaje. Tanto los curiosos como los interesados, acaban por descubrir algo que no sabían. «No tenía ni idea de que se tenían que usar bolsas especiales para el orgánico», dice Mercedes Martí o la discusión que mantiene a diario Francisca Serrano y su marido «no queda claro dónde va el papel de plata con el que envolvemos los bocatas de los niños». Hay preguntas y algunas barreras para reciclar pero desde luego son ellos, los más pequeños, los que más han asumido la importancia de separar bien todos los residuos que se generan en casa.

«Viene mucha gente, se acerca y te escucha, los niños son los que más saben, son los mejores. Pero en general hay una gran diferencia entre lo que quieren saber y lo que realmente luego hace la gente en casa. Ahí es donde entra la parte del civismo y la concienciación que es lo que más cuesta», comenta Quique Pérez-Valero uno de los responsables de la campaña que realiza el Ayuntamiento en diferentes puntos de la ciudad.

La mayoría de mesas informativas se llenan de gente «sobre todo para preguntar». Una larga cola de ocupaba el jardín de la calle Rodríguez Cepeda, en la que se agotaron los cubos marrones de nueve litros que repartían a los vecinos tras escuchar las indicaciones.

«Reciclamos en casa porque he vivido en Alemania muchos años y allí lo llevan al extremo. Aún así hemos tenido que habilitar sitio debajo de la pila y también en la terraza», dice Francisca Serrano, que asegura que la falta de espacio puede ser uno de los primeros obstáculos a la hora de empezar. Como ella, otros usuarios reconocen que la puesta en práctica es lo más difícil: «Lo llevamos regular porque no hay ningún sistema en el que estén los cuatro cubos, ahora ya cinco, entonces hemos tenido que reorganizar el espacio en casa», dice José Pérez, residente de la zona que confiesa que aún tiene algunas dudas: «nunca habría imaginado que el papel sucio o incluso el cartón iban al contenedor orgánico si tienen restos». Para Pérez lo que más cuesta «es planificarlo porque hay que replantear el espacio pero todo depende de acostumbrarse». La comodidad y las prisas son otro impedimento para reciclar: «es un poco lío y con las prisas sobre todo yo ni me fijo de en qué cubo desecho las cosas», comenta Mercedes Martí que no agacha la cabeza al reconocer que «en casa se recicla a medias». Las cantidad de cubos o pozales, el espacio y las prisas siguen siendo los obstáculos para Martí. «Al ver la campaña he pensado que podía resolver por ejemplo cómo se recicla el cristal si no puede ir en el vidrio», añade.

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