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La Universitat de València presentó ayer el proyecto de rehabilitación del antiguo colegio mayor Lluís Vives, la joya racionalista diseñada por Javier Goerlich en 1935 que fue inaugurado en 1954 y que funcionó hasta 2012 de manera ininterrumpida. Cerrado desde entonces por problemas estructurales, la previsión es que la licitación de las obras pueda comenzar en breve, una vez obtenida la licencia del Ayuntamiento, para adjudicarlas en verano.
Los trabajos se prolongarán entre 18 meses y dos años -dependerá de la oferta ganadora-, por lo que la idea es que pueda estar terminado entre finales de 2021 y principios de 2022. O lo que es lo mismo, tras una década de inactividad, y al final del primer mandato de la rectora Mavi Mestre, que incluyó la rehabilitación del edificio protegido en el programa electoral de las elecciones de 2018.
Los plazos, facilitados ayer por el vicerrector de Infraestructuras Justo Herrera -que habló de una previsión «prudente»- implican un sensible retraso respecto a las primeras estimaciones. A mediados de 2018 se informó en el Consejo de Gobierno de que la intención era licitar la intervención durante el verano de 2019. Por lo tanto, el concurso llegará un año más tarde de lo previsto. Ayer Mestre reconoció que el proyecto podría haber ido más rápido, pero se prefirió que fuera «una actuación lo más participada posible». De hecho, se han pedido aportaciones a los diferentes servicios que se trasladarán al colegio (que se denominará Espai Lluís Vives) e incluso la redacción del proyecto tuvo que duplicar su plazo de ejecución para introducir algunos cambios solicitados por los mismos.
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El presupuesto base será de 17 millones, aunque seguramente bajará en función de las ofertas de las empresas interesadas. Como estaba previsto, dejará de tener un uso residencial (técnicamente era inviable por las escasas dimensiones de las habitaciones) y centralizará todos los servicios destinados a los alumnos. «Recuperamos patrimonio centrado en los estudiantes para usos diversos: servicios universitarios, representación, asociacionismo, cultura, expresión y creación», dijo Mestre, quien confió en que también ayude a mejorar la coordinación entre departamentos.
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Al tratarse de un edificio protegido se conservará la fachada, la carpintería interior o la ornamentación de los falsos techos. Sí se cambiarán distribuciones interiores en zonas donde se permita con el objetivo de ganar amplios espacios comunes para los servicios.
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