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Un dirigible flota sobre el Ayuntamiento al inicio de la cabalgata de este año. AYTO. VALENCIA

Los Reyes regalan a Valencia volver a creer en la magia

Una cabalgata lenta pero concurrida llena de sonrisas infantiles el centro de la ciudad

Domingo, 5 de enero 2025, 21:18

Hay veces en que tenemos que pensar que nos van a regalar lo que queremos. Que alguien entrará en nuestra casa, tras recorrerse en una misma noche toda España, y nos dejará el salón lleno de regalos. Porque creer en la magia nos salva, y ... nunca hemos necesitado tanto que nos salven como este año. Así que Valencia ha decidido, por una noche, volver a creer en la magia. Lo ha hecho con la ilusión de quien sabe que ver el mundo como lo ven los niños nos da esperanzas. En la Cabalgata de Reyes de este domingo en Valencia, miles de personas decidieron mirar a su alrededor como cuando no tenían que pensar en hipotecas o coches destruidos, y el resultado ha sido un recorrido lento pero concurrido donde por momentos se ha rozado el paroxismo. Todo ha quedado convertido, claro, en una sonrisa enorme justo antes de irnos a dormir para que Sus Majestades no nos pillen levantados.

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Ha sido lento porque los hinchables que abrían la marcha se elevaban decenas de metros sobre el suelo, y nadie había caído en los arcos de la iluminación de la calle de la Paz. Pero no pasa nada, o no demasiado, porque en la cabalgata hay cosas que no importan. Sí importa que no haya valenciano, más allá de la carroza de À Punt, o que te den caramelos o pelotas («¿ya no dan?», preguntaba un niño al paso de la carroza de la Virgen y San José), y poder ver las carrozas de Sus Majestades.

El más aplaudido fue, como siempre, Baltasar, con un boato espectacular con música tribal. Antes, el relato comercial quedó deslavazado, como siempre: los comerciantes por aquí, Bioparc por allá, el Ateneo por acullá... Los niños no terminaban de entender muy bien qué estaba pasando. Sus padres tampoco. Pero mientras los caramelos siguieran lloviendo con asiduidad sobre las cabezas de los más pequeños, nada importaba demasiado. La cabalgata es así: que cuente una historia está bien, pero que regalen toneladas de caramelos está aún mejor. Es que son sin azúcar y sin gluten. Todo son ventajas.

Con una evidente mejoría con respecto al pasado año, pero algunos fallos de organización que lastraron el evento (el reparto de juguetes en el Ayuntamiento ha generado dudas porque no estaba claro por qué puerta se accedía), la cabalgata sí gustó a los más pequeños. No tenía personajes populares, ni de cuentos ni similar, después de las críticas del pasado año por unos hinchables que no gustaron a casi nadie, pero sí carrozas del Valencia CF y del Levante UD. La del Valencia CF, por cierto, provocó ayer más sonrisas que el equipo en todo 2024. Y 2023. Y 2022. A los niños no les importaba esperar durante horas. A los padres sí. Hubo quejas porque el recorrido, de 1,9 kilómetros, se hizo con casi 50 minutos de retraso. Eso sí, según datos oficiales del Ayuntamiento de Valencia, la cabalgata la presenciaron a lo largo de todo el recorrido unas 200.000 personas. La cifra de 2024 fue de 60.000.

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Ya desde primera hora de la tarde, miles de personas hacían cola en Navarro Reverter o en la calle de la Paz para ser los primeros en ver la cabalgata. Pedir que te dejaran pasar era similar a pedir que te dejaran entrar en su casa a robarles, porque generaba la misma sorpresa. La cabalgata empezó con la Policía Local y los Bomberos, homenajeados tras el año más duro de la historia de la ciudad. Los niños aplaudían que eran los primeros en repartir caramelos, sobre todo los bomberos, que llevaban encaramados a sus camiones a decenas de pequeñajos. Los padres, por su parte, agradecían el servicio.

En una tarde como la de ayer nadie quiere pensar en la dana. Nadie quiere acordarse de Campanar. Las tragedias no caben. Caben las risas, como las que provoca el cortejo de Herodes. Un legionario se acercaba al puente de las Flores, hacía el saludo romano (que ha provocado algún que otro respingo) y proclamaba «¡Ave César, morituri et...». Un padre le decía: «No, no, que vivan, que vivan». Luego, el propio rey, que iba en una cuádriga tirada por legionarios (a ver si para defender a los animales hacemos apología de las personas como fuerza motriz), se paraba cada dos por tres para intentar llevarse a los niños, que sonreían pero cuando veían que el rey se acercaba demasiado ya no les hacía tanta gracia.

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La parte litúrgica, aunque es similar a las que tenían Compromís y el PSPV, donde también salía la Estrella y María y José, es la menos celebrada por los niños porque no dan caramelos. No tiene nada que ver con la catequesis, y menos con una Virgen que sí los repartía si les cantaban villancicos. Es entonces cuando empiezan a preocuparse de otras cosas y buscan entretenerse, como esos dos niños de unos 9 años que le piden el arpa a una de las ángeles, una niña ligeramente mayor. Ella se negaba. Uno le respondía: «Perdón, eh, feliz año». Ella contestaba con una sonrisa y su amigo, fiel aliado, soltaba un «perdónale eh, es que se ha enamorado». El rojo de la cara del primero de los renacuajos alcanzó entonces una tonalidad casi fosforecente.

Pero luego llegaron los reyes, acompañados de bandas musicales de Castellar-Oliveral y La Torre. Se vio a los músicos muy emocionados. Los gritos a Melchor, Gaspar y sobre todo a Baltasar (y eso que este año no venía con música de Aladdín) alcanzan frecuencias que pueden escuchar algunos perros. Tiemblan los vasos en las casas de la calle de la Paz, se lo aseguro. Tintinean las copas en el Casino de Agricultura. La cabalgata ha entrado con casi 50 minutos de retraso en la plaza del Ayuntamiento. A los Reyes les esperaban en la plaza miles de personas, entre ellas las falleras mayores, Berta Peiró y Lucía García; la alcaldesa de Valencia, María José Catalá; y los concejales de Fiestas y Tradicionales, Mónica Gil, y de Fallas, Santiago Ballester. En su parlamento, Sus Majestades han preguntado a los niños si han sido buenos (a voz en grito han dicho que sí, claro, qué van a decir) y han asegurado que este lunes estarán en las pedanías afectadas por la dana. Estarán a las 10 horas en Castellar-Oliveral, a las 11 en Horno de Alcedo y a las 12 en La Torre.

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Serán momentos en los que volver a creer en la magia. Como el de ayer. Es que cualquier cosa que saliera mal ayer en la cabalgata palidecía cuando veías las caras de ilusión. Suena a cliché, pero es que los clichés lo son precisamente porque se repiten con seguridad. Ver el mundo como lo ven quienes este domingo se encaramaban a contenedores en Navarro Reverter o se colaban bajo la valla en el puente de las Flores para conseguir caramelos es una garantía de que sonreirás más que llorarás. Y de llantos, en Valencia, ya estamos más que hartos.

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