A cuatro semanas de acabar el año, la ejecución del presupuesto del Ayuntamiento es más que mala. El documento difundido ayer muestra que las inversiones aprobadas alcanzan los 191 millones de euros, con un ligero aumento en el último mes, mientras que las ejecutadas llegan a 60,1 millones, lo que supone un 31,5% del total.
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Un porcentaje muy bajo y que sólo ha sido superado en la etapa de gobierno de Compromís y el PSPV el pasado año al ser electoral. Entonces en la misma fecha se situó en el 30,6% y 54,2 millones de euros gastados.
Así las cosas, a las concejalías de Valencia le quedan por gastar 131 millones de euros, que en su mayor parte pasarán a 2021. Las delegaciones han sido capaces las últimas cuatro semanas de invertir sólo siete millones de euros, cuando en teoría durante la recta final de año todos los concursos públicos están en ejecución y en plena efervescencia.
No es el caso de lo que ocurre en el cap i casal, donde a partir del próximo día 16 quedarán prohibidas las obras públicas hasta el 6 de enero, excepto aquellas urgentes y justificadas. Algunas delegaciones tienen el marcador a cero y quedarán por debajo de la media del Ayuntamiento.
En números totales, los 60,5 millones de euros ejecutados están sólo por debajo de los 67,9 millones de euros registrados en 2016. El resultado es engañoso, dado que entonces las inversiones aprobadas ascendieron a 128 millones de euros, una cifra muy por debajo de la actual, por no hablar del aumento de plantilla registrada en las concejalías desde entonces con plazas de oposición o cargos interinos.
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El dinero que sobre de las inversiones, los llamados remanentes, serán objeto de debate de nuevo el próximo ejercicio. La normativa que ha regido el procedimiento durante años señala que una parte debe destinarse a deuda y la otra a la ejecución de inversiones sostenibles, que en la práctica son la mayoría.
La pandemia sanitaria ha supuesto que el Gobierno modifique esta cuestión, de tal manera que puedan derivar la mayor parte a gasto corriente. Así hacen frente a la factura generada en servicios sociales, nuevas tecnologías por el teletrabajo y la desinfección de las calles para reducir el riesgo de contagio, entre otras partidas nuevas.
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El análisis del estado de ejecución desvela partidas como una de 900.000 euros para la construcción de jardines que apenas se ha tocado. También los 1,47 millones destinados al llamado jardín arqueológico del barrio del Carmen, que tiene como fin recuperar y poner en valor la muralla islámica. El concurso está en tramitación, pero las obras no comenzarán este año.
Otras inversiones que llaman la atención por su demora son los 4,5 millones reservados para infraestructuras en los barrios, de los que se han gastado 565.000 euros. De 3,1 millones para obras de urbanización en los barrios se ha alcanzado una cifra de 1,7 millones, mientras que los más de cuatro millones para la construcción de nuevos colegios apenas se han tocado.
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