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L. S.
Valencia
Viernes, 8 de marzo 2024, 00:51
Las Fallas son un reclamo turístico para que visitantes extranjeros, de otras ciudades de España o incluso de la provincia se acerquen a callejear por ... la ciudad y así combinar el recorrido por las fallas que con tanto arte crean los artistas falleros, con la visita a monumentos históricos que forman parte del ADN de los valencianos.
El problema viene cuando los que vienen a descubrir la ciudad se encuentran que en la foto no pueden tomar una imagen limpia de fachadas imponentes como la de la Estación del Norte, creada por Demetrio Ribes, la del edificio modernista del Mercado Central y la Llotjeta o incluso de la Lonja, edificio que es Patrimonio de la Humanidad. En su lugar aparecen puestos de churros y buñuelos con carteles luminosos y humeantes recipientes con aceite caliente rompen el encanto.
Ante este panorama, desde la Conselleria de Cultura afirman que es «una ocupación temporal y la ubicación la da el Ayuntamiento de Valencia». Trasladada la pregunta al Ayuntamiento de Valencia, responden que la ciudad estos días se regula por el Bando Fallero.
La cuestión de fondo es la ambigüedad del citado Bando, ya que se hace referencia al artículo 38 de la Ley de Patrimonio Cultural Valenciano, que «prohíbe la colocación de letreros y carteles publicitarios, conducciones aparentes y elementos impropios en los Jardines Históricos y en las fachadas y cubiertas de los Monumentos», pero acto seguido se añade que «así como de todos aquellos elementos que menoscaben o impidan su adecuada apreciación o contemplación», pero se cita de una manera ambigua.
Si bien a través del plan especial de Ciutat Vella se marca una distancia de cualquier instalación adicional a la fachada de edificios BIC, también se añade en el Bando que atendiendo «a este régimen, coherente con la necesidad de proteger el patrimonio histórico, es la autorización de cualquier puesto, instalación o quiosco de carácter provisional, se tendrán en consideración los entornos o las visuales respecto a los monumentos más importantes, como por ejemplo la Lonja o el Mercado Central'. Un «se tendrán en consideración» que no obliga a nada y que deja su aplicación más o menos férrea en manos del Ayuntamiento.
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El tema es que con un simple paseo por todos los puntos ya citados se observa la permisividad con las churrerías, ya que sí se está afectando al impacto visual, por ejemplo, del Mercado Central, la Llotjeta, las Torres de Quart o la visión completa de Santa Catalina.
Precisamente esta permisividad ha llevado también a Compromís a pedir «mayor control para garantizar la protección patrimonial en la instalación de las churrerías durante las Fallas».
La regidora y coportavoz de Compromís por València, Gloria Tello, advierte de «la falta de control municipal en la instalación de las churrerías que 'ya llenan nuestras calles y que, muchas de ellas, no respetan ninguna distancia mínima respecto a elementos ornamentales y patrimoniales de la ciudad. Encontramos ejemplos, sobre todo, en el distrito de Ciutat Vella, pero se trata de un problema estructural''.
Tello lamenta ''la carencia de interés del gobierno municipal al garantizar el respecto a nuestro patrimonio'' y propone que en «los siguientes años, todas las autorizaciones municipales para la instalación de cualquier elemento impropio, como es el caso de las churrerías, cuentan con informe técnico del Servicio de Patrimonio Histórico del Ayuntamiento y del control necesario porque se garantice el respecto a nuestros elementos y edificios más preciados. Las Fallas son un elemento fundamental para Valencia y, por eso, hay que asegurar su sostenibilidad y compatibilidad con el respecto al patrimonio''.
Así mismo ha añadido Tello, que desde Compromis «pedimos que se continúe con las protecciones especiales a la Lonja que implementamos con el gobierno de Joan Ribó como la instalación de una replica en madera que protege la fachada principal y la contratación de un servicio de refuerzo de vigilancia perimetral a todo el monumento las 24 horas durante la semana fallera».
Está claro que son instalaciones efímeras, o al menos la mayoría, porque uno de los dos puestos que están pegadas a la verja de la Estación del Norte sí se mantiene todo el año y merma la estética de la instalación.
En un recorrido por las calles de Valencia, como explica César Guardeño, presidente del Círculo por la Defensa del Patrimonio, «lo que no se puede consentir es que haya puestos de masas fritas mermando la grandiosidad de edificios protegidos».
Añade que aunque «no estén en las áreas de protección de libre ocupación, Patrimonio y el Ayuntamiento no debería de permitir que estos puestos humeantes y con luces chillonas estén afeando la historia de Valencia».
Reconoce que uno de los casos más llamativos es en la Estación del Norte, «ya que aunque aleguen que no tapa la fachada, sí está pegado a la verja y todo el conjunto es protegido. No es normal que se reciba a los visitantes con esta imagen».
La cuestión es que desde la Conselleria de Cultura, por ejemplo, en el caso de las churrerías de la Estación del Norte, responde que no es una competencia de Patrimonio. Afirman que es el ministerio la administración competente «para autorizar los puestos porque se trata de un bien adscrito a un servicio público gestionado por la Administración del Estado». Y desde Adif siempre responden que no tapa la fachada, hay distancia y consideran que es una instalación temporal.
En la plaza del Mercado, por ejemplo, uno de los puestos ubicados en el primer tramo de María Cristina, oculta la majestuosa fachada del Mercado Central, un edificio orgullo de los valencianos. También eclipsa el edificio vecino de la Llotjeta y, si uno quiere hacer una foto con perspectiva desde la calle María Cristina de la Lonja, Patrimonio de la Humanidad, no puede evitar que la churrería salga en el encuadre.
«Estas cosas no se pueden permitir en pleno siglo XXI. Patrimonio debería de tomar buena nota de todo esto», añade Guardeño.
En una ruta por Valencia, tampoco se escapa del humo de las masas fritas las Torres de Quart. «Son Bien de Interés Cultural (BIC) pero eso no parece importar para que en una isleta próxima hayan puesto una churrería», describe. Guardeño añade que el problema es «el impacto visual que distorsiona la visión de los edificios y el Ayuntamiento tendría que revisarlo y no debería de dar permisos sin tener consenso sobre este tema».
Ciertamente, sólo diez pasos separan la acera con isleta donde lleva años instalándose esta venta ambulante de las Torres de Quart que tanta historia albergan.
Lo mismo ocurre en un lateral de la plaza de la Reina, allí «todos los años se pone un punto de venta, está a distancia de Santa Catalina, pero si uno quiere hacer la típica foto de la perspectiva de la calle de la Paz para que encuadre en medio este campanario, la churrería sale sí o si», añade Guardeño.
En la plaza dels Porxets, junto a María Cristina, la escultura de Blasco Ibáñez creada por Nassio Bayarri, está invadida por la trasera de una churrería y está rodeada de un carro de la compra y una escalera y, en ocasiones, cuando se desplega un toldo, se roza la escultura.
Ni la misma Catedral de Valencia se salva. También cuenta con una churrería en un lateral, en la plaza de la Escolanía de la Mare de Déu. Allí hay otro punto de venta que da al lateral de la Catedral y del Museo Mariano y queda a la vista el cuadro de luz de la parada y un plástico transparente que cubre la parte trasera del puesto.
La excepción este año es la churrería instalada en la calle Sorní, cerca de la calle Colón. El año pasado este puesto se instaló justo delante de la fachada del edificio de los dragones, obra del arquitecto valenciano José María Manuel Cortina, pero los falleros, los vecinos y el Ayuntamiento ya llegaron a un acuerdo para mover el puesto para no tapar la maravillosa fachada de la finca y este año se ha puesto en la acera de enfrente y muy separada.
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