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La disputa entre locales de ocio de la que llevan advirtiendo durante meses los vecinos de Honduras salió del mundo de los rumores este fin de semana al protagonizar una reyerta multitudinaria que terminó con seis detenidos y cinco heridos de diversa consideración. Los dueños de los kebabs de la zona, así como familiares y amigos, se enzarzaron en una pelea de madrugada que obligó a intervenir a la Policía Local, que tuvo que pedir refuerzos al ver la magnitud de la bronca.
Todo ocurrió poco después de las dos de la madrugada de este domingo, cuando una patrulla de la Policía Local escuchó gritos en la calle Serpis. Un grupo de personas huía corriendo de la zona y avisaron de que había una reyerta en la calle. Los agentes vieron un grupo de entre 20 y 30 personas que se agredían con palos, bates de beisbol, martillos, botellas, vasos de cristal, piedras y adoquines. Los policías pidieron refuerzos y tuvieron que hacer uso de sus porras para disolver la reyerta. Parte de los participantes huyeron en dirección a Ramón Llull mientras que otros se agruparon en torno a un pub cercano.
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Uno de los detenidos agredía a los demás con un martillo, mientras que otro tenía un cúter de 22 centímetros, con una cuchilla de 8. Dos de los detenidos tuvieron que ser trasladados a centros hospitalarios al presentar heridas de diversa gravedad. Una vez que la presencia policial consiguió detener el enfrentamiento, los agentes preguntaron a los participantes qué había pasado. Uno de ellos comentó que su primo, que posee un kebab en la plaza de Honduras, le había llamado para pedirle que acudiera a la plaza porque se iba a producir una reyerta con los dueños y trabajadores de un pub cercano situado en la calle Serpis. Todo venía de un altercado en la madrugada del sábado, cuando una persona terminó herida por arma blanca.
Según ha podido saber este diario, la Policía Local constató «un conflicto grave entre ambas familias, todas de origen pakistaní, probablemente por el dominio de los establecimientos de la zona conocida de ocio». Se trata de una situación que los vecinos han denunciado en varias ocasiones, pero sin ninguna prueba. Aseguran que esta situación ha provocado, además, una caída de los precios con la intención de atraer a más clientes que el 'clan' rival, lo que está detrás de los problemas de convivencia de la zona.
La Policía Local de Valencia lleva dos semanas con un dispositivo especial de vigilancia en el entorno, reconocida zona de botellón, pero no se habían dado altercados tan serios hasta el momento. La semana pasada, se recordará, fue semana de novatadas y cientos de jóvenes de las residencias Galileo Galilei y Damià Bonet se enzarzaron en un enfrentamiento verbal que terminó con el lanzamiento de basura, huevos y harina por parte de los primeros hacia la fachada de la segunda residencia. Hubo hasta identificaciones por parte de la Policía Nacional. Además, se han registrado macrobotellones en la zona de Tarongers y de Blasco Ibáñez. Pero ningún suceso ha sido tan grave como los de este fin de semana. «Esto es cada día peor. Es lamentable», critica el presidente de la Asociación de Vecinos Honduras y Adyacentes, Javier Soler.
Los residentes creen que los locales que han protagonizado la reyerta de este fin de semana son algunos de los más conflictivos. «Nos preocupa el porqué de la pelea», indica Soler. «Hay dos grupos empresariales de origen paquistaní que rivalizan entre ellos porque tienen entre seis y ocho locales cada uno», explica el presidente de los vecinos, que añade que estos empresarios «van a quemar el barrio». «No les preocupa lo que pase, sólo quieren sacar tajada. Esta rivalidad nos preocupa mucho», asegura Soler. Los vecinos recuerdan que este verano han tenido muchas peleas. «Lo que tenemos son 2.000 personas sentadas en los locales que cuando se levantan de las terrazas se lían a pegarse», indica Soler. Los residentes saben perfectamente qué locales provocan estos problemas: «Hay una pelea importante entre diversos intereses, el control de la venta de drogas y la cuestión de las terrazas», dice Soler, que insiste en que la alcaldesa Catalá «sólo habla del botellón»: «Bienvenidas todas las medidas que hagan, pero el problema no es el botellón».
Para los vecinos, el problema es la privatización del espacio público. «Las terrazas son mucho más baratas aquí que en el centro. Los vendedores de los mercados extraordinarios, por ejemplo, pagan 15 veces más por vender en la calle. A la hostelería se les regala el suelo público», cuenta Soler. «Si pides una terraza y tienes espacio, te la dan. Aquí se han concedido terrazas sin orden ni concierto, aunque es verdad que aquí se han reducido un poco», concede, aunque apunta que en la plaza del Cedro el problema sigue presente.
La entidad reclamó la semana pasada la puesta en marcha de la Zona Acústicamente Saturada (la ZAS), otorgada por los tribunales, que el Ayuntamiento asegura que no va a recurrir, pero tampoco va a implementar al menos a corto plazo. El Consistorio confía en poner en marcha otras medidas, como control policial, para reducir el ruido y las molestias. La ZAS obligaría a un cierre de las terrazas antes de la 1.30 de la madrugada, lo que soliviantaría a la hostelería. Los vecinos quieren que se cierren a las 22 horas, como ocurre en el entorno de la antigua discoteca Woody, que también es ZAS.
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