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La Real Senyera, en el Museo Histórico. damián torres
El símbolo de los valencianos

El símbolo de los valencianos

La Real Senyera encarna los valores de la convivencia, la pluralidad y el progreso

PACO MORENO

Lunes, 9 de octubre 2017, 00:34

Se respira un ambiente respetuoso nada más entrar, fruto del recuerdo de lo que un día fue la iglesia de Santa Rosa de Lima. En la primera sala reciben al visitante cincos planos que muestran cómo ha evolucionado la ciudad, una estancia dominada por el mapa del Padre Tosca de 1704, el popular 'capellà de les ratlletes' que recorría las calles de la Valencia amurallada dibujando trozo a trozo un callejero que es la guía perfecta para muchos arqueólogos a la hora de trabajar.

El Museo Histórico Municipal custodia fragmentos del pasado de Valencia, que hoy brillan más si cabe por la festividad del 9 d'Octubre. De una de sus vitrinas saldrá hoy en procesión cívica la réplica de la Real Senyera realizada en 1927 por el deterioro de que antes era venerada en la calle por los valencianos.

Esta ultima es la pieza principal de la exposición, en una sala de la antigua Casa de Enseñanza construida por el arzobispo Mayoral para enseñar a los niños pobres, que el Ayuntamiento quiere reformar para transformarla en un moderno museo. El especialista Daniel Nebot tiene el encargo desde finales de octubre del pasado año, aunque poco más se sabe salvo que la concejal de Cultura, Glòria Tello, dijo que este año empezaría una remodelación que a día de hoy sigue sin plazos.

Un facsímil del Código de los Fueros recuerda el pasado del Reino de Valencia y la importancia del gobierno propio dentro de la unidad de España. Esos símbolos cobran hoy más que nunca importancia por los tiempos convulsos que sufre Cataluña.

Símbolos donde resuenan las palabras convivencia, respeto y pluralidad, todo aderezado con las reivindicaciones propias de una región que desea prosperar. En el bando de este año con motivo del 9 d'Octubre, el alcalde Joan Ribó habla de que «es hora de que Valencia se posicione en la carrera hacia el futuro, con unas vías de comunicación rápidas y eficaces que nos conectan con el resto del mundo, porque nuestra tradición de pueblo abierto al exterior nos avala».

Las infraestructuras unen a los pueblos y hoy son más necesarias que nunca para evitar fracturas, incluso dentro de las urbes. El Corredor Mediterráneo, el Parque Central, el plan de la Marina e incluso el acuerdo con la Autoridad Portuaria para convertir la desembocadura del viejo cauce en algo más que una vieja zona industrial.

Todo eso se encuentra en el deseo de «buscar de manera conjunta, en la unidad que nos ha caracterizado como pueblo a lo largo de la historia, el avance de la ciudad», apunta el primer edil. Esos sentimientos son los que hoy se sustanciarán nada más sea bajada la Real Senyera por el balcón del Ayuntamiento.

Una procesión cívica que estará más blindada que nunca por el dispositivo policial, tanto por la alerta de atentados yihadistas como por el riesgo de alborotos al coincidir la procesión cívica y el resto de actos de la jornada con la sesión del Parlament de Cataluña donde podía declararse de manera unilateral la independencia de Cataluña.

La Policía Local aumentará un 34% sus agentes en la calle a lo largo del día, con 83 funcionarios más. La Policía Nacional no ha concretado los recursos, aunque el Delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, aseguró recientemente que al menos será igual que el del pasado año, cuando todo el recorrido estuvo protegido por vallas.

La procesión cívica tiene mucha más historia de lo que suponen las generaciones más jóvenes. La primera se celebró en 1338 cuando los 'jurats' pidieron permiso a Pedro el Ceremonioso para sacar a la calle el penó de la Conquesta, que también se guarda en el Museo Histórico. Una fuerte hambruna asolaba la ciudad y los responsables de la urbe pensaron que elevar el sentimiento del pueblo serviría para reducir la asfixiante situación que padecía.

Desde entonces, cada año se ha producido la procesión, incluso durante los años de la dictadura franquista. Entonces no se consideraba fiesta local, por lo que los participantes debían sortear el tráfico mientras caminaban junto a la Real Senyera.

Hoy se producirá la situación contraria. Todas las facilidades para que la procesión se realice con «seguridad y tranquilidad», como dijo el alcalde. Habrá furgonetas aparcadas en las calles transversales y vallas a lo largo del itinerario, que evitará la Catedral una vez más por decisión del gobierno municipal. Antes del mediodía, a tiempo para asistir y participar en la bajada de la Senyera, Lo Rat Penat ha convocado un Te Deum en la Seo.

Así, la enseña saldrá de la plaza del Ayuntamiento para seguir por la calle San Vicente, la calle de la Paz, los jardines del Parterre y las calles Pintor Sorolla y Barcas, para ser devuelta de nuevo al Museo Histórico Municipal.

El pasado año, el abanderado fue Fernando Giner, portavoz de Ciudadanos en el Consistorio. El concejal se paró un instante al llegar a la plaza de la Reina, para que lar Real Senyera mirase unos segundos hacia la Catedral. En esta edición, la portavoz de València en Comú, María Oliver, será la que tenga el honor de llevar los 18 kilos que pesa el mástil, la bandera y el remate de plata. Una tarea complicada donde el pasado año, la concejal de Cultura, Glòria Tello, planteó sustituir la pieza de madera por otra del mismo material pero hueca y más ligera. Finalmente no se ha producido esa modificación, seguramente porque el estandarte forma parte de la declaración de Bien de Interés Cultural que protege a todo el Consistorio.

Cuando la Senyera descanse en el museo bajará la emoción pero no los sentimientos que irradia la tela multicolor que representa a todos los valencianos, reivindicativos y propios de un pueblo orgulloso dentro de la unidad de España, como bien recuerda la letra de Maximiliano Thous en el Himno Regional.

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