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Si uno levanta la cabeza en Nueva York o se sube a alguno de sus cimas urbanísticas, descubre el que posiblemente es el mejor 'skyline' del mundo. Madrid se ha sumado al icónico elenco de horizontes urbanos con las Cuatro Torres de Fuencarral, de 250 metros, y que hacen sombra a las ya conocidas Torres Kio o Torre Picasso. Los paisajes cosmopolitas de la ciudad de Barcelona han quedado marcados ya con el emblemático Hotel W, el edificio de Ricardo Bofill en forma de vela que reina en la playa de la Barceloneta. Incluso Bilbao se ha sumado al elenco de horizontes urbanos peculiares con el rascacielos de 165 metros del prestigioso arquitecto argentino César Pelli. ¿Y cómo es el 'skyline' de la ciudad de Valencia? La primera piedra de toque para responder a la pregunta es que ninguno de los 11 techos de la capital se acerca a la envergadura de los edificios que acabamos de citar. Las cumbres urbanas de la ciudad están entre los 117 y los 81 metros.
El podio de la lista de los edificios más altos de la capital del Turia está encabezada por la Torre Hilton, como se conoce al Hotel Melia Valencia en Cortes Valencianas. Luego los 115 metros de la característica Torre de Francia. Le sigue la Torre Ikon, la obra póstuma de Ricardo Bofill con sus 114 metros (y que anhelaba pelear ser el coloso de la ciudad con una gran antena en su cúspide). Y luego en orden descencente, y como se puede apreciar en el gráfico que acompaña a estas líneas, el edificio Aqua Multiespacio, las torres Llaves de Oro o las Ademuz, el edificio Garcerán, más conocido como la Torre de Hierro, etc...
¿Se puede considerar todo esto un 'skyline'? Se pronuncia una voz más que autorizada: «La ciudad de Valencia ha tenido una relación difícil con los edificios en altura. No se ha atrevido a pasar de un límite, yo creo que psicológico, de 30 alturas. No porque esté limitado o prohibido en el plan general, sino porque se pensó que la altura máxima, que era de 20 en el plan de 1966, pues que superarla en mucho más de 10 pisos, pues era innecesario o demasiado atrevido. El resultado es que los edificios de 30 plantas no son rascacielos. Es un rascacielos fallido o un rascacielos a mitad camino. Para ello los edificios en altura deben superar claramente las 40 o 50 plantas. El problema de los edificios en altura no es tanto que sean adecuados o no, sino su ubicación en la ciudad, que permite que tengamos unos ejes singulares de orientación, y si no existen, pues se está perdiendo una ocasión de tenerlos».
El que habla es Alejandro Escribano, arquitecto y con más que experiencia para opinar del asunto, al ser uno de los padres del actual Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) por el que se rige Valencia desde los años 80.
Y lo cierto es que sí, ese complejo existe en los colosos de la capital. Según el listado que manejan los Bomberos de Valencia (los edificios en altura son uno de los retos más complicados que afrontan en su día a día, como se demostró trágicamente en el infierno de Campanar), la ciudad tiene algo más de un centenar de fincas con más de 15 plantas. Pero entre ellos, incluso entre los 11 techos de la urbe, sólo dos de ellos están por encima de los psicológicos 30 pisos que cita Escribano. De hecho sólo la Torre Hilton y la Torre Francia. La creación de Bofill se queda a una altura de ese simbólico dígito.
¿Qué le falta a la ciudad de Valencia? El arquitecto del PGOU pasea su vista por las calles de la ciudad y se fija en dos puntos. Un par de escenarios que permitirían que la ciudad subiese uno o dos peldaños hacia el horizonte paisajístico de gran ciudad. «El 'skyline' de Valencia es bastante homogéneo. Destacan muy pocos edificios en altura. Es una ciudad que como está rodeada de un espacio de alto valor como es la huerta, ha atendido a aprovechar bien su estructura urbana, sus espacios. El problema del 'skyline' de Valencia es que necesitaría edificios en altura en al menos dos sitios muy importantes urbanísticamente. Una es la futura plaza en la confluencia de las grandes vías de Marqués del Turia y Fernando el Católico, una vez hecha la operación de soterramiento de Renfe, y el otro punto importante que debería Valencia destacar con un edificio es la Marina, al final del río, un enclave importantísimo de la ciudad», enfatiza Escribano.
El arquitecto sólo hace dos distinciones. Un par de construcciones que sin llegar a ser icónicos a nivel nacional, si merecen un capítulo aparte. Y precisamente en el podio de colosos de la capital valenciana: «Están las notables excepciones de los dos edificios que están frente al Palacio de Congresos, el de Bofill (la Torre Ikon) y el del hotel Meliá (Torre Hilton), que tienen una calidad incuestionable como edificios en altura. Son los únicos que merecen ese apelativo».
No ocurre así con los demás grandes edificios de la ciudad. «El resto han sido proyectos fallidos. Los que están junto a la rotonda de la Dama de Elche (toda la plana de grandes fincas que enmarcan la avenida de Cortes Valencianas) o la torre de Francia son edificios que simplemente no responden al concepto de un edificio en altura. Realmente son edificios de 8 o 10 plantas colocados unos encima de otros. El resultado son proyectos fallidos que demuestran que Valencia nunca se ha sentido cómoda con los proyectos en altura».
En España hay hitos urbanísticos en los que Valencia se puede mirar. Espejos que sí intentan rozar el cielo, citados al comienzo de este análisis, y que el padre del Plan General de la ciudad considera como modelos a seguir. «Lo que ha hecho, por ejemplo, Barcelona con el magnífico edificio el Hotel W de Bofill en su Marina, o las dos torres que están en el puerto de lo que fue la Villa Olímpica de la Ciudad Condal. O Madrid, con su operación de los Cuatro Torres. O el maravilloso rascacielos de César Pelli en Bilbao para la sede de Iberdrola», disecciona Escribano.
Lo que se logra con eso no es sólo tener fincas bonitas. Lugares de postal o en los que hacerse fotos. Con ello se consigue eso tan de moda que es 'marca Valencia'. «Todo eso son imágenes potentes que transmiten proyectos atractivos y dan una imagen de imagen potente, dinámica y en línea con las capitales avanzadas europeas. Si vamos a hacer edificios en altura de baja calidad mejor no hacerlos. Pero es una pena que Valencia no proyecte una imagen como la de Bilbao, Madrid o Barcelona», indica el arquitecto valenciano.
Valencia también ha tenido un proyecto mastodóntico. Las tres torres, 'Valencia', 'Castellón' y 'Alicante' que Santiago Calatrava llegó a proyectar como otro de los hitos de la emblemática Ciudad de las Artes y las Ciencias. Las Torres Calatrava, un proyecto de tres auténticos rascacielos, el mayor de ellos de más de 300 metros y que lo hubiera convertido en el más grande de España y uno de los mayores de Europa. Se anunció en 2004, durante el mandato en Valencia de Rita Barberá y en el Consell de Francisco Camps. Habría tenido un coste de casi 500 millones. Pero el proyecto se lo llevo el viento, con una investigación incluso de por medio de la Fiscalía por un supuesto pago al arquitecto valenciano por una obra que jamás nació, y que quedó finalmente descartada y achivada por el ministerio público.
El documento de los Bomberos de Valencia del que sale parte del listado de grandes edificios de la ciudad recoge el algo más del centenar de fincas de más de 15 pisos de la ciudad. Y de la enumeración sale también un análisis que describe peculiaridades de la ciudad. Por ejemplo, que el barrio de Campanar es claramente el edificio de las alturas. Aquí se concentran la mitad de la decena de edificios que superan los 80 metros de alzada. Un ejemplo de que es uno de los distritos más modernos de la capital y de más reciente desarrollo.
Otro apunte: los grandes edificios, aquellos que tienen más de 15 plantas, florecieron principalmente en los años 80. La época del gran boom de la construcción y de la fiebre por el ladrillo. Más de la mitad de las algo más de 100 fincas por encima de las 15 plantas se construyeron en esta época. Y la mayoría están en el norte de la capital. Ahí se sitúan 44 construcciones de viviendas de más de 15 alturas. Y otro dato: es una de las zonas en conjunto más altas, pero al mismo tiempo más antiguas, pues casi todos los edficios se construyeron antes de los 80.
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Melchor Sáiz-Pardo y Álex Sánchez
Patricia Cabezuelo | Valencia
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