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Las terrazas de los bares funcionan con autorizaciones anuales, aunque está claro que en Valencia han llegado para quedarse. El Ayuntamiento ha puesto al ... cobro la matrícula de este ejercicio con un total de 3.864 permisos, lo que supone un récord en el cap i casal que se acerca cada vez más a la cifra redonda de los 4.000 autorizados.
«El Ayuntamiento se limita a tramitar solicitudes, no hace gestión, no trabaja por un espacio público abierto y saludable», indican desde la Federación de Vecinos sobre este fenómeno que va a más al analizar los datos de los últimos ejercicios.
El pasado año no se realizó matrícula dado que el Consistorio acordó primero no cobrar la tasa el primer semestre, medida que amplió en junio al resto del año, recordó este lunes el concejal de Hacienda, Borja Sanjuán. En 2020, el total ascendió a 3.515 recibos, 349 menos que ahora. Fue el último dato antes de que se desatara la pandemia del Covid-19. No en vano, sólo se cobraron los meses de enero y febrero, dada la imposibilidad legal de anularlo.
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Después de años en continuo crecimiento, esa cifra de 3.515 terrazas de bares había supuesto un pequeño descenso de 115 autorizaciones respecto a 2019, en lo que hasta ahora había sido el récord en Valencia. Este año, por cierto, la concejalía de Hacienda prevé recaudar 2,71 millones de euros, en un periodo de pago voluntario que se puede aplazar hasta el 22 de julio, señaló. Para los recibos domiciliados, en caso de que los interesados no digan nada el cargo se hará el 29 de abril.
La foto que muestra ahora la ciudad es de récord, aunque se da por sentado que este año habrá una profunda revisión del espacio autorizado, sobre todo en algunas calles del centro histórico. El gobierno municipal ya redujo la superficie al anular los requisitos contra el Covid-19, lo que había beneficiado a centenares de establecimientos, además de la posibilidad de pedir colocar mesas y sillas en la calzada, junto a los locales.
El entorno del Mercado Central y la Lonja es uno de los lugares por donde pasarán los inspectores para marcar los límites de las autorizaciones, lo que se hace con pintura verde, tras el final de las obras de reurbanización. Como adelantó LAS PROVINCIAS, no se concederán más permisos ni una superficie mayor a la que estaban autorizados los bares antes de la remodelación.
«El problema no es el aumento de las terrazas, que hasta cierto punto sería razonable. El real es la pésima gestión de dominio público de los lugares saturados y con problemas de ruido o de movilidad», indicaron fuentes de la Federación vecinal.
«Las zonas en conflicto siguen sin solucionarse a pesar de los anunciados planes de inspección. La plaza del Cedro, Honduras, El Palmar, Ruzafa o Ciutat Vella (y no son los únicos) siguen sin solución. Como tampoco la reposición de los bancos arrancados para ampliar terrazas y que prometieron que se haría y seguimos a la espera», añadieron.
Tras una reunión el pasado febrero con la concejala de Espacio Público, Lucía Beamud, la entidad vecinal señaló que «es necesario reducir la ocupación del espacio público en los barrios afectados, decretar moratorias de apertura mientras los indicadores detecten conflictos y niveles de ruido».
Para los residentes, las quejas por las molestias del ruido del ocio no cesan y si en alguna zona lo están haciendo están bajando es por circunstancias estacionales (periodos de exámenes), las zonas «tensionadas» por la saturación de terrazas siguen igual, con el incumplimiento generalizado de las ordenanzas.
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