![Valencia vuelve a las terrazas](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202103/06/media/cortadas/VALENCIANOS-kgDE-U130742721660xYB-624x385@Las%20Provincias.jpg)
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La ciudad tenía ganas de terraza. Allá donde abrieron, se llenaron. Donde no pudieron por falta de espacio, como en la zona de las Arenas, los hosteleros piden facilidades a la Administración. Pero tanto en Ruzafa como en Honduras o en el paseo marítimo cientos de valencianos ocuparon las mesas y sillas. Valencia vuelve a desperezarse. Hay cosas que ni una pandemia histórica pueden cambiar.
«Llevábamos muchos días esperando», decía Ana mientras se tomaba una cerveza con su marido en uno de los chiringuitos de la Malvarrosa. Y eso que ayer no hizo el mejor día. «Vaya semanita para reabrir», reconocía Fernando Turanzo, secretario de la Asociación de Hosteleros de las Arenas. Era una de las menos afectadas por esta reapertura, porque muchos de sus locales «optaron por cerrar la terraza hace muchos años y ahora no queda claro si podemos abrir o no». Aseguró que le han pedido al Consistorio que en el nuevo plan urbanístico del Cabanyal que contempla la remodelación del paseo se elimine el jardín frente a los restaurantes del tramo entre el balneario y las arenas «para poder colocar terrazas».
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En total, la Coordinadora de Hostelería de los Barrios de Valencia calculan que habrán abierto en la ciudad en torno al 45% de las terrazas, unas 2.000 aproximadamente. Según fuentes de la entidad, ayer se vio «muchas ganas de terraza». «Ha habido gente que ha abierto a pérdidas, pero al menos pierden menos que si están cerrados», reconocen. Exigen que la comisión interdepartamental que se reunirá esta semana permita reabrir el centro de los restaurantes, bares y cafeterías de la Comunitat Valenciana, «como se hace en otras autonomías», como Madrid, donde, según explican, «la inicidencia no deja de bajar». «Aquí estamos a 79, ya no hay excusa y no podemos aguantar mucho más tiempo», explican.
Así lo confirmaban también algunos locales del paseo marítimo, en la playa de la Malvarrosa. «Abrimos porque no nos queda otra. Hemos recuperado a gente del ERTE y tenemos que abrir sí o sí. Pero no vamos a ganar dinero», decía un gerente que prefería guardar el anonimato. En las terrazas, claro, los usuarios eran ajenos a este drama que se vivía de puertas para adentro. «Da gusto, y eso que no hace buen tiempo», comentaba un grupo de amigas que tomaban cafés arrebujadas en sus mantas a orilla de la playa de la Malvarrosa.
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En la Marina de València, por su parte, los bares y restaurantes volvieron a abrir. Desde la dársena se recordaba esta semana «la gran capacidad de las terrazas del puerto histórico y el clima primaveral» que se esperaban para este fin de semana. Todos los locales abrieron, al menos las terrazas, que estuvieron llenas casi todo el día. Además, volvieron los eventos musicales con conciertos en la Pérgola a cargo de Delafé y The Tyets, mientras que el ciclo de Hivern a la Mar albergó la actuación de Zetazen y Amy en la Marina Sur.
Pero lejos del puerto la actividad también era frenética. En las plazas de Honduras y el Cedro las terrazas volvieron a abrir también y fueron cientos los universitarios que las tomaron casi por asalto. Un paseo por la zona ayer arrojaba unas imágenes similares a las registradas en época universitarias, con las terrazas repletas de chavales disfrutando del buen tiempo (aunque ayer no lo hiciera). También en el centro se vivió esta saturación de terrazas, para alegría de los hosteleros que vieron en el estado de sus locales ayer un halo de esperanza para afrontar las próximas semanas de desescalada.
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Pero no sólo de terrazas vive en valenciano. Tanto es así que tanto la playa como el río se llenó de grupos de personas practicando deporte al aire libre en el primer fin de semana en que estaba permitido. En la Malvarrosa, las canchas de voleibol estuvieron ocupadas prácticamente todo el día pese al cielo encapotado mientras que en otros enclaves de la ciudad, como la CV-500, se vieron grupos de ciclistas que salían a practicar su deporte con las medidas sanitarias exigidas. Los bares del Perellonet, el Saler o el Palmar, claro, los grandes beneficiados, con las terrazas llenas de ciclistas almorzando. Imágenes, en definitiva, casi 'prepandemia' que demuestran que el virus puede cambiarlo casi todo. El alma de la ciudad se mantiene, eso sí, fiel al hedonismo que supone tomar algo al aire libre.
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