Lola Soriano Pons
Valencia
Miércoles, 14 de agosto 2024, 23:21
Los vecinos de la calle Yecla, en el barrio de La Amistad de Valencia (distrito de Algirós), llevan tres años lanzando mensajes de 'SOS' al ... Ayuntamiento de Valencia, a la Policía Local y al Cuerpo Nacional pero aseguran que nadie pone solución a la okupación ilegal de un bajo que temen que acabe convirtiéndose un día en una crónica negra de un medio de comunicación.
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Y es que en el número 9 de esta vía, próxima a la calle República Argentina y a un paso de la avenida de Blasco Ibáñez, la sede de un antiguo banco que decidió cerrar una de sus tantas oficinas se ha convertido en un foco de conflicto, con continuas peleas, problemas de droga y también de insalubridad.
El último episodio que relatan los vecinos de la zona es que como el bajo «tiene grandes ventanales, que además son blindados porque antes había una oficina bancaria, los okupas se ve que tenían mucho calor y decidieron tirar abajo uno de ellos».
Según describen, «rompieron el marco y tiraron el ventanal, que cayó a la calle hecho añicos y hay que dar gracias que no pasaba nadie en ese momento por allí y no causó daños».
Aseguran que llamaron a la Policía y los Bomberos tuvieron que acudir «para retirar los cristales de la acera y para demoler el marco del ventanal que había quedado en la fachada».
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Ahora, al como describen los vecinos de la zona, sólo una cortina de tela tapa el ventanal «y cualquier día un niño pequeño o alguien que pase por allí podría entrar en el bajo y se encontraría con un problema porque son okupas problemáticos, pero mientras no pase nada grave, no se actúa de forma seria».
Uno de los residentes en la zona, Miguel, afirma que les consta que la «propiedad ha litigado para el desahucio, pero una de las okupas tiene problemas de salud mental y como no se le da solución o alternativa, al final no se deja el bajo libre y allí siguen las cuatro personas que al menos malviven en la planta baja».
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Los residentes en la comunidad de propietarios del edificio ya no saben cómo dar una solución a esta okupación, ya que se ha enquistado.
En el interior no hay condiciones de habitabilidad, porque no hay cocina, ni luz ni nevera para mantener los alimentos y, además, se ha convertido en un vertedero donde se van acumulando objetos.
«Es un foco de insalubridad, sacan los tendederos y los colchones a la calle y es fácil encontrar jeringuillas en las aceras próximas», relatan los afectados.
Algunos de los moradores han pasado por prisión y, como describen comerciantes y vecinos de la zona «en el interior acumulan también bicicletas que presuntamente han sustraído».
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Por eso, de forma irónica argumentan que si «uno ha sufrido el robo de su bici o patinete, que primero se pase por aquí para ver si la encuentra».
Por eso, no entienden «cómo es posible que con esta situación, con los actos delictivos descritos y con los problemas de adicciones que hay, y también de falta de salubridad, no vienen los servicios de Sanidad y de Servicios Sociales o la Policía a dar solución al tema que estamos padeciendo los residentes desde hace tres años».
La falta de decoro es tal que incluso llegaron a grabar a una persona inyectándose droga en la puerta del bajo.
Otra situación recurrente es que estas personas que okupan el bajo «orinan y hacen sus heces entre los contenedores de basura de la calle o en los alcorques de los árboles y «es fácil ver a la mujer con problemas de salud mental con los pantalones bajados y haciendo sus necesidades en la calle a la vista de todo el mundo», según describen.
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Y van más allá, «en el Ayuntamiento de Valencia han ido poniendo estos meses fuentes de agua refrigerada por distintos puntos de Valencia y resulta que una de esas fuentes está en la calle Campoamor y hemos visto que van frecuentemente a este punto para lavarse y asearse, una práctica insalubre y como para que los niños o mayores se acerquen luego a esta fuente a beber y rellenar las botellas».
No hay que olvidar, además, que este bajo okupado «se encuentra junto a servicios públicos como el ambulatorio de La Amistad, una biblioteca municipal y el centro cívico y social La Amistad «y este foco insalubre está degradando la zona», insisten desesperados los vecinos afectados.
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Además, relatan que los gritos y las peleas son constantes y que también se ponen cerca de comercios de la zona para pedir cigarrillos «y acaban ahuyentando a los posibles compradores que pasan por la zona»,
También describen que ahora «han roto un ventanal porque tenían calor y no han dudado en tirarlo a la calle, pero en invierno encienden velas y hogueras dentro del local y algún día se va a producir un incendio y habrá que lamentar males mayores. Llevamos mucho tiempo advirtiendo sobre este asunto y miran hacia otro lado».
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