![María Vicenta, con las maletas preparadas en la puerta, este lunes.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/26/1485418772-R6sdp7pk607rEPPjapxLqxK-758x531@Las%20Provincias.jpg)
![María Vicenta, con las maletas preparadas en la puerta, este lunes.](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/08/26/1485418772-R6sdp7pk607rEPPjapxLqxK-758x531@Las%20Provincias.jpg)
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Sobre el edificio de Safranar comienza a asentarse, de nuevo, el silencio. El inmueble de la calle Cristina Piris López-Dóriga que el Ayuntamiento ofreció a las víctimas del incendio de Campanar se vacía lentamente al llegar la fecha límite del alojamiento gratuito que ... ofrecía el Consistorio, que ya ha adjudicado las viviendas y que seguirá haciéndolo en próximas fechas dada la gran cantidad de demandantes de vivienda pública. Sin embargo, el 26 de agosto ha llegado demasiado pronto para decenas de inquilinos y propietarios de Campanar, que no han conseguido encontrar una alternativa. Se han vaciado 85 de los 99 pisos, según datos oficiales del Consistorio. Los técnicos municipales han recibido a los realojados en un local de la planta baja para la recepción de las llaves. Quienes dejaban las que hasta ahora han sido sus casas todavía tenían que recoger los últimos enseres: «¿Pero entonces puedo subir a por los helados?».
Una de estas familias la componen Manuel y su madre, María Vicenta, que es la que vive en Safranar. «Vive», porque este lunes no se ha ido. No han encontrado un alquiler. María Vicenta tiene 80 años y asegura que todavía tiene el miedo en el cuerpo tras el incendio, ese que su hijo detectó rápidamente. Pese a que vivían en un decimosegundo, pudieron bajar y salvar las vidas. El piso, claro, ardió en su totalidad. «Sólo he recuperado unas piezas de metal fundido que no sé lo que son», dice Manuel. María Vicenta, pese a la tristeza, se ha hecho a Safranar. Va al mercado, sale a pasear... Ahora, tiene que volver a empezar. Otra vez. «Primero fue el hotel, luego aquí, ahora toca irse otra vez...», lamenta. A ella le gustaría quedarse en Safranar. Su hijo añade rápidamente: «O donde sea». No quiere que parezca que buscan un alquiler gratis.
Los vecinos afectados por el incendio de Campanar abandonan las viviendas prestadas por el AyuntamientoVer 19 fotos
No es así. María Vicenta y su hijo llevan meses buscando un piso, pero no es fácil con una pensión de 800 euros. Según ellos, el Ayuntamiento les ha dado unos días más para buscar con tranquilidad, hasta dentro de unos quince días aproximadamente. Desde el Consistorio informan de que a media mañana quedaban unos 20 pisos habitados, aunque la previsión es que la práctica totalidad de ellos se vaciaran. Casos particulares, como el de un vecino gran dependiente, se han solucionado gracias al impulso de los familiares. Aseguran desde Vivienda que no se va a quedar nadie en la calle y residentes informan de que creen que algunos casos no podrán salir de Safranar hasta octubre. El Ayuntamiento ya ha adjudicado 22 de las viviendas, que necesitan liberadas para que puedan entrar los nuevos inquilinos.
En el edificio, los técnicos municipales iban puerta por puerta comprobando el estado de los pisos, que se veían con restos de mudanzas. Había vecinos que habían adornado los pisos, incluso colgando cortinas. En algún que otro balcón todavía se veía ropa tendida. Mientras, en la planta baja, los técnicos municipales que recibían a los inquilinos les informaban de que tenían que dejar el piso «sí o sí». Pero, eso sí, también se mostraron dispuestos a escuchar los casos particulares, pero siempre con la orden de que los pisos tenían que quedar vacíos cuanto antes. Ante esa mesa con las técnicas de Vivienda, todo tipo de historias de vida de quienes lo perdieron todo en una tarde de horror y hoy, de nuevo, tienen que volver a empezar en una pesadilla que no termina.
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Como José Antonio, un vecino venezolano de 76 años que ahora irá a vivir a Lloma Llarga con su mujer, casi invidente. «Hemos tenido suerte, pero ha sido muy duro. Días después del incendio fui a un supermercado a comprar plátanos para mis nietas y vi un mendigo en la puerta. Le pregunté si tenía hambre y le compré unos sándwiches», explica, antes de que se le rompa la voz. «El Ayuntamiento ha sido muy bueno con nosotros, pero lo hemos pasado muy mal, yo nunca he tenido que recoger siquiera un suéter del suelo y ahora me encuentro con lo puesto», lamenta. En su mudanza le ha ayudado Julián, el conserje de Campanar, que este lunes estaba en Safranar para echar una mano a sus antiguos compañeros de edificio.
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