Arrasada por el paso del tiempo y desperdigada por toda la ciudad, la vieja tortada de Goerlich, el proyecto del famoso arquitecto que conformó la plaza del Ayuntamiento durante tres décadas, podría volver a su emplazamiento original. No es que la alcaldesa María José Catalá quiera echar por tierra la idea de Miguel del Rey que ganó el concurso de ideas, pero sí quiere darle una vuelta, y nunca ha ocultado su interés por poner en valor la historia de la plaza más céntrica de la ciudad. Así las cosas, el Consistorio va a inventariar todas las piezas del viejo mercado de flores para ver si, al menos en parte, se pueden reubicar en algún punto de la plaza o en otro enclave de Valencia.
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El anuncio del Ayuntamiento llega a las puertas de septiembre, mes en el que uno de los primeros deberes de la alcaldesa será sentarse con del Rey pero también con Antonio Gallud, Juan Ignacio Fuster y María Teresa Santamaría para ver qué hacen con el proyecto ganador el pasado mes de noviembre, que lleva por nombre Re-Natura. En esas conversaciones, donde la alcaldesa quiere plantear, como dijo en campaña, cuestiones como si la vegetación impide la visión de la fachada consistorial, de Correos, también conocido Palacio de la Comunicación, o de las mascletaes. No se descarta que se hable también de recuperar de alguna manera la tortada, que es el nombre que los valencianos dieron, de forma oficiosa, al proyecto para el mercado de flores del entonces arquitecto municipal, Francisco Javier Goerlich.
Para ello, por supuesto, hay que encontrar todas las piezas. Entidades como Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural han denunciado dónde están algunas de ellas, en un almacén situado en el viejo matadero de Borbotó y en otro situado en Font d'en Corts (que la Fiscalía investigó en su momento), además de en la vecina Paiporta o en los terrenos de FGV junto a la antigua estación de San Isidro. Pero el Consistorio quiere tenerlas todas localizadas. Para ello, el Ayuntamiento busca encontrarlos. No será fácil. Se cree que también hay restos en la escalinata del Monasterio de Santa María del Puig, en el entorno de las torres de Serranos y de Quart, en los alrededores de la Iglesia de San Pascual Baylón en la calle Doctor Moliner o en el monumento a Sorolla en la plaza de la Armada Española.
El Ayuntamiento ha licitado la contratación del inventario, catalogación y conservación preventiva de los restos de la tortada «con vistas a la valoración de una propuesta de recuperación o reubicación de las piezas», según ha informado el Consistorio en un comunicado. En colaboración con el Servicio de Patrimonio Histórico y Artístico del Ayuntamiento de Valencia, la empresa adjudicataria deberá acometer el trabajo en un plazo máximo de tres meses y medio, incluida una posible prórroga de un mes, a partir de un estudio previo realizado en marzo de 2021 por la Sección de Investigación Arqueológica Municipal (SIAM). El contrato tiene un valor estimado de casi 134.000 euros, según el Consistorio.
«Se trata de una tarea compleja, ya que intervienen diversas administraciones públicas y técnicos de distintos ámbitos, así como por la dispersión de las piezas, algunas de ellas de difícil acceso», ha destacado el concejal de Patrimonio, José Luis Moreno. No se descarta que durante los trabajos aparezcan nuevos hallazgos. Las piezas procedentes del desmontaje de la tortada en 1961 fueron enumeradas y retiradas con la intención de una futura reutilización de sus elementos más significativos. De hecho, en la ciudad de Valencia perduran la antigua fuente central en la confluencia de Llano de Zaidía con Constitución, junto al busto de Concha Piquer; un pequeño jardín, una basa y parte de una columna en un enclave de la Olivereta; así como cinco columnas completas del desaparecido mercado de flores, en el entorno del monumento a los maulets en Reino de Valencia.
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La historia de la tortada se remonta a 1927, cuando Goerlich planteó la plaza sobre una plataforma elevada. En él, el mercado de flores quedaría subterráneo. La reforma de la entonces denominada plaza de Emilio Castelar se ejecutó entre 1931 y 1933, durante el gobierno de la Segunda República. La nueva plaza, inaugurada el 28 de enero de 1933, formaba parte del proyecto de renovación urbana previsto para el nuevo espacio generado tras la remodelación de la plaza de Emilio Castelar y la Bajada de San Francisco, coincidiendo con la construcción del edificio de Correos y la ampliación y reforma de la Casa Consistorial, en la que se incorporaron elementos neobarrocos y neorrenacentistas, una tipología de elementos utilizada posteriormente en el nuevo diseño de la plaza.
En el año 1961, el entonces alcalde Adolfo Rincón de Arellano decidió demoler la tortada. Argumentaba que no era muy funcional y que no era adecuada para las necesidades que demandaba el auge de la fiesta fallera y de la industria automovilística, por lo que se creó un aparcamiento de coches en superficie y se conectaron los trazados de las calles Barcas y Sangre. Los puestos de flores subterráneos de la plaza habían quedado ya en desuso en 1944. De entonces a ahora, la plaza ha sufrido pocos cambios. Más allá de la peatonalización blanda de 2021 y del concurso de ideas recién aprobado, no se ha hecho mucho en la plaza en casi 60 años, más allá de la retirada del aparcamiento en la década de los 80, según el cronista oficial de la ciudad Francisco Pérez Puche.
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El experto celebra la propuesta. «Es interesante recuperarlo, es divertido», comenta. «Hay que ver hasta qué punto tenemos piezas para recomponerla», adelanta. Explica que cuando se retiró «primaba la circulación y había que conectar Barcas con Sangre». «Además, donde ahora está la estatua de Vinatea había unos urinarios públicos que estaban siempre sucios. Además, el mercado de flores tenía poca iluminación», indica el cronista, que desvela que hubo un proyecto de un centro comercial subterráneo que se desechó «porque daba miedo lo que pudieran encontrarse en las excavaciones». Pérez Puche cuenta que Goerlich vivía donde ahora está el Rialto: «Es literario imaginárselo viendo cómo retiraban su obra».
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