Lo dijo el escritor Víctor Hugo, el autor de 'Los miserables', cuando de niño estuvo en Valencia ya que su padre formaba parte del ejército de Napoleón: La capital del Turia era la ciudad «de los cien campanarios». Es más, la pasada semana, la ... alcaldesa María José Catalá recordó esta afirmación, que obligatoriamente invita a mirar hacia arriba y descubrir si esto es real. Y tanto que lo es. Porque en Valencia no sólo sobreviven más de un centenar de campanarios, sino que está creciendo el número de torres en las que vuelven a repicar las campanas.
Publicidad
Así lo cuenta el antropólogo y campanero Francesc Llop, toda una eminencia en este campo y que señala que la capital vive «un momento de efervescencia de las campanas». Porque, asegura, en estos momentos son cinco los grupos de campaneros manuales que se encargan de hacer sonar estos instrumentos en los más de 130 campanarios de la ciudad. «Hay un auge de interesados en este arte. Incluso hay chicos, adolescentes, que han comenzado a interesarse por ello», afirma.
Noticia relacionada
El propio Llop recuerda esa famosa afirmación de Víctor Hugo. «Debemos pensar que en esa época, las casas eran muy bajas y mirar hacia arriba te permitía ver los campanarios, que en Valencia tampoco son altos. El Miguelete es la mitad de alta que la Giralda de Sevilla», rememora el campanero. Aún así, insiste, se vive un gran momento en las alturas de los campanarios. «No sólo se conservan las torres, sino que se ha aumentado el número de campanas», advierte. Pone varios ejemplos como el de la Iglesia de San Agustín, que recuperó sus campanas hace unos años. También, los Santos Juanes, que cuenta desde hace poco tiempo con la Borrego, el nombre de su nueva y más reciente campana, la más grande de la ciudad.
Entre esos campanarios que no sólo vio Víctor Hugo sino que los valencianos pueden disfrutar, Francesc Llop enumera más de 130. Entre la ciudad y sus pedanías. El Miguelete, la Catedral, San Catalina, San Valero, los ya nombrados Santos Juanes... el listado, obviamente, incluye a los más conocidos. Pero también desde el del edificio del Ayuntamiento al del edificio de Tabacalero o el del Reloj en el Puerto. Parroquias, conventos, instituciones, inmuebles de titularidad pública... entre esos campanarios valencianos hay algunos que resuenan todos los días, otros que lo hacen en fiestas y fechas señaladas, algunos cuyo toque sólo es mecánico o sólo manual e, incluso, que combina ambas técnicas. Así que, a tenor de los datos –y volviendo a las afirmaciones de Víctor Hugo–, es más de un centenar de torres las que, si se alza la vista, se pueden ver en la capital del Turia. Además, son más de 180 instrumentos, según los cálculos de Llop, los que resuenan en estos espacios que forman parte del patrimonio histórico, arquitectónico y también sonoro de la ciudad. Son la memoria del tiempo, pero también abrazan el futuro.
Publicidad
Noticia relacionada
Patricia Orduna
¿A qué se debe este resurgimiento? Francesc Llop hace un recorrido por la historia de los campanarios de Valencia y pone el foco en la destrucción que sufrieron estos edificios durante la Guerra Civil. «Algunos se salvaron porque se nacionalizaron, pero otros fueron destruidos», cuenta. No obstante, señala un fenómeno inusual. «Nada más finalizar la guerra, entre el 39 y el 40, se repusieron e, incluso, se amplió el número de campanas en la ciudad. Algo que no tenía lógica pero, por ejemplo, en los Santos Juanes se pasó de seis a siete, en el Carmen, de cuatro a seis; o en Santo Tomás, de tres a cinco», asegura. En este viaje en el tiempo, Llop recuerda que él llegó a conocer a los últimos campaneros remunerados en los 70. «Cuando llegaron esos años, con la moda de la electrificación, con esa necesidad de abrazar el progreso, se instalan motores en las campanas y se despidió a los campaneros», asegura. «Ya a finales de los 80, volvió el interés. ¿Por qué no volver a tocar? Y hubo una segunda electrificación que, en este caso, sí permitía el toque manual», asevera el antropólogo. En los últimos años, la curiosidad por vibrar al toque de las campanas ha ido en aumento y hecho que haya crecido el número de personas interesadas en subir a las torres a voltear estos instrumentos.
«Los valencianos no han sido campaneros por tradición familiar, su afición por tocar no era por filiación, porque su padre era campanero. Al contrario, lo eran porque les gustaba. En la actualidad, y gracias a esa efervescencia y ese resurgir, hay cinco grupos de campaneros en la ciudad (Campaneros de Campanar, Campaneros de la Catedral de Valencia, Campaneros de Sant Joan de la Boatella, Campaneros de Santa Catalina y Maestros Campaneros)», cuenta Llop. Y va más lejos: «Tenemos de todas las edades y condiciones laborales, desde un ingeniero a un jubilado, un labrados o un oficinista. Estamos hablando de unas 40 o 50 personas. Es verdad que no todos tocan siempre, que vienen de forma esporádica. Pero lo bueno de que haya esta pasión por las campaneas que se recuperan toques antiguos, no sólo se hace el volteo de las campanas», relata el experto.
Publicidad
Noticia relacionada
En Valencia, la ciudad de los más de cien campanarios, como dijo Víctor Hugo y ratificó la alcaldesa Català, «hay pasión por las campanas», según Llop. Tanto es así que sólo hace falta mirar hacia arribar para ver –y sentir– el replique que llega de parroquias, iglesias e instituciones.
Empieza febrero de la mejor forma y suscríbete por menos de 5€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.