Valencia estudia medidas para reducir la velocidad en la ronda norte

Así, preguntada por LAS PROVINCIAS sobre si se plantea adoptar medidas ante la velocidad que toman los vehículos en la ronda, la alcaldesa de Valencia, María José Catalá, ha anunciado que analizarán «qué ha pasado» y qué acciones se pueden implantar. «A veces no fallan los servicios públicos, no falla la señalética, no falla nada; simplemente lo que falla es el civismo ciudadano y la conducta cívica», ha puntualizado. Este tipo de estudios de los siniestros se hacen siempre que hay un accidente grave e incluyen la toma de testimonios que estuvieran en el lugar de los hechos, el análisis de las grabaciones de las cámaras de seguridad o de videovigilancia y el estudio de las frenadas o de los restos del accidente. La intención de los expertos del grupo de Atestados y del de Tráfico de la Policía Local es saber las circunstancias del siniestro y ver si se podrían haber evitado con más señales, resaltos, limitadores de velocidad...

En cualquier caso, ha abogado por «intentar darle una pensada a la velocidad que se coge en la Ronda Norte», que «evidentemente es un núcleo de población muy consolidado y preocupa muchísimo que se cojan esas velocidades y, sobre todo, que haya esta sensación de falta de seguridad». Si se optara por la reducción de la velocidad máxima, sería la primera de las grandes circunvalaciones de la ciudad, conocidas como vías rápidas, en reducir la velocidad máxima por debajo de los 50 kilómetros por hora.

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Se da la circunstancia de que Hermanos Machado es la última frontera: separa el muy poblado norte de la ciudad, con barrios populosos como Benimaclet u Orriols, de la huerta feral de Alboraya y de los caminos peatonales entre bancales que cientos de vecinos eligen cada día para hacer ejercicio. Es, por tanto, muy transitada y muy cruzada por miles de personas.

La ronda cuenta con varios pasos de peatones regulados por semáforos, pero al tratarse de una vía de mucho tráfico, miles de vehículos la recorren a una velocidad superior a la que marca el límite de 50 kilómetros por hora. De hecho, no es raro que en alguna de las rotondas se ponga un control de velocidad precisamente para evitar esto.

No es el único enclave de Valencia donde hay accidentes de tráfico más o menos graves. El denominador común que tienen muchas de estas avenidas (Pío XII, Baleares, Ramón y Cajal esquina Jesús) es que se trata de vías de mucho tráfico y con muchos carriles, por lo que miles de conductores tienen la tentación de acelerar más de la cuenta para evitar los siempre necesarios semáforos. Otras vías peligrosas, como la avenida de Cataluña o la avenida del Cid, se trata de entradas de la ciudad por donde cada día circulan más de 100.000 coches, por lo que se maximizan las posibilidades de accidentes.

En otras, como en Blasco Ibáñez, se ha actuado en varias ocasiones para reducir los siniestros. Es el caso del cruce con Gómez Ferrer, donde se han implementado semáforos, luces en el suelo, resaltos... Parece que la siniestralidad se ha reducido en este punto, como en el principio de la avenida, ya en Viveros, donde de un tiempo a esta parte era relativamente habitual encontrar coches que se empotraban contra la valla de Viveros. Parece que una reducción de la velocidad con un semáforo antes y la colocación de placas con luces que advierten de la curva han tenido el efecto deseado y este tipo de accidentes se han reducido hasta casi desaparecer ya en tiempos del anterior equipo de gobierno municipal.