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Un vecino enseña la ruina de la pared medianera con la finca habitada. IRENE MARSILLA
Vivir con miedo en el centro de Valencia

Vivir con miedo en el centro de Valencia

Vecinos de Velluters alertan del riesgo de desplome de una finca en ruinas | Un asentamiento de chabolas y solares repletos de basura y letrinas asedian a los residentes de un edificio del centro histórico

PACO MORENO

valencia.

Domingo, 30 de octubre 2022, 00:04

«Llevo 37 denuncias en cinco años porque me dijeron que era la única manera de que el Ayuntamiento hiciera caso». Manuel Bernabeu representa a una pequeña comunidad del barrio de Velluters, seis familias que viven en otras tantas viviendas casi en el cruce de las calles Roger de Flor y Torno del Hospital. Y no aguantan más.

Manuel compró la vivienda en 2011, ilusionado con un barrio donde su familia vive muy cerca, aunque todo tiene un límite. Edificios en ruinas que amenazan la casa donde reside, un solar que ha pasado de ser un aparcamiento ilegal a un lugar de acampada de indigentes, chatarrerías ilegales en las que desguazan todo lo que encuentran en la basura, amén de los lógicos problemas de suciedad por todo lo citado.

«Los del solar estaban antes en el jardín del Hospital; nos ha dicho la Policía que no pueden hacer nada porque el derecho de pernocta existe en Valencia», se lamenta, para indicar que los vecinos evidentemente no tienen posibilidad de arreglar nada.

«¿Qué le podemos decir a alguien con una maza en la mano que está reventando un electrodoméstico para sacar lo que pueda?», se pregunta. La respuesta es obvia, pues nada. Aguantar y confiar en que las letrinas improvisadas en el solar y su entorno no se sitúen junto a sus casas.

Los problemas empezaron cuando el solar se dedicada a un aparcamiento, al que había que llegar por calles peatonales. «La finca donde vivimos es de 1912, está restaurada y tiene una puerta de hierro. Cada vez que un coche le pegaba un golpe saliendo o entrando nos costaba al menos 300 euros», recuerda. Tras varias denuncias en el Ayuntamiento (el solar es privado), consiguieron que colocasen unos grandes bloques de hormigón para impedir el acceso de los vehículos.

«Empezaron a llegar entonces personas que estaban en los jardines del MUVIM para dormir aquí. Esta noche contamos 15 personas y la cifra va a más». Sacos de dormir, colchones, cartones y chabolas improvisadas, todo lo que pueda mitigar la dura humedad de Valencia.

Con el problema añadido de que acuden con todo lo recogido en los contenedores. «En el solar hacen la selección de todo lo que pueden vender como chatarra y cada poco viene una furgoneta y se lo lleva». Ahí está el segundo problema, apunta, cuando el vehículo entra en una finca en ruinas para hacer la carga.

«El edificio fue apuntalado por los bomberos hace unos años, después de un incendio. También lo hemos intentado todo porque se trata de otra propiedad privada, pero yo me pregunto qué pasará cuando la furgoneta le pegue un golpe a uno de los puntales que dejaron puestos. Cuando haya una desgracia, seguro que actuarán de una vez», dijo.

En el interior del inmueble es donde realizan la carga de la chatarra, una finca que es colindante con la que acoge a la media docena de familias. Esto se nota, por supuesto, dado que la medianera está en ruinas. «Lo denunciamos y la única solución fue poner una red protectora. Veremos lo que aguanta», señaló.

«Hemos pensado que la denuncia pública es la única vía que nos queda», apuntan, para insistir en que todo «se ha vuelto a denunciar al Ayuntamiento pero parece que no encuentran ninguna solución. Lo más grave es que el edificio contiguo al nuestro se encuentra en riesgo de derrumbe. Este riesgo ha sido acreditado por el propio ayuntamiento que en 2017 lo apuntaló, pero eso no ha impedido que cada día caen cascotes a la vía pública y a nuestros patios, además de que es un nido de ratas y cucarachas».

«Sinceramente estamos preocupados y desesperados ante la inexistencia de respuesta», comentaron, para lamentar que el barrio «es muy bueno para vivir, pero no con estas condiciones, ya no podemos aguantar más porque esto es malvivir».

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