'Baby boomers', así les ven los 'millennials'
El debate de dos generaciones ·
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El debate de dos generaciones ·
Parecen estar en las antípodas, pero ¿son tan diferentes? Lo que les une y lo que les separa a través de tres conversacionesIsabel gutiérrez
Domingo, 12 de diciembre 2021, 00:04
La expresión nació hace un par de años de un meme de Internet, como tantas otras cosas en estos tiempos. Aquel condescendiente 'OK boomer' –algo así como «vale, lo que tú digas 'boomer'»– fue la respuesta de alguien joven hacia la crítica que alguien mayor vertió en un vídeo difundido en las redes sociales sobre el complejo de Peter Pan de los llamados 'millennials': «No quieren crecer», sentenciaba. Pero, ¿qué muchachada, de cualquier otra época, no ha escuchado el mismo reproche de un veterano?
El pragmatismo estadounidense ha rentabilizado esta expresión hasta hacer de ella un eslogan que en España muchos adoptan con tanto sarcasmo como el manido 'cuñaooo' para señalar a los plastas de cada familia. Y ese persistente desencuentro generacional es el que se esperaba en un cara a cara en la sede de LAS PROVINCIAS entre dos generaciones que hoy están en el punto de mira de todos, a cuenta de la menguante hucha de las pensiones: por un lado, tres aguerridos 'baby boomers' llamados Amparo Barrachina (62 años), Susana Gisbert (54) y Sergio Adelantado (49), quienes vinieron al mundo cuando en este país tuvo lugar la explosión demográfica tras las penurias de la postguerra –entre 1957 y 1977–; y por otro, Catina Pérez Mercader (19), Alicia Mancheño (32) y Elies Pérez (26), tres decididos 'millennials', nacidos cuando la natalidad comenzaba a contraerse y el mundo digital a expandirse –entre 1980 y 2001–. Pero este cara a cara a seis bandas evidencia que entre unos y otros existe más empatía que meros desencuentros sobre educación, trabajo, propiedades, tecnología o jubilación.
Como bien dice la fiscal valenciana Susana Gisbert al programador informático Elies Pérez, «los 'boomers' estamos cabalgando entre dos mundos: el de nuestros padres, que forman la generación silenciosa de la guerra y la postguerra, que nos metieron en ese corsé de estudiar y trabajar, y que para ello nos dieron todo y más. No nos planteábamos otra cosa y, al final, el cementerio esta lleno de gente que se ha dejado la vida trabajando. Y luego está el mundo de nuestros propios hijos, a quienes creímos que educaríamos en la libertad absoluta. Entiendo que os parezcamos un poco marcianos...». Elíes, que poco antes había entrado sin rodeos en la conversación –«nuestras circunstancias son tan diferentes que nos cuesta entender vuestra concepción del éxito: vivir para trabajar, no trabajar para vivir», decía–, reconoce más tarde que «es duro exigir a una generación, en este caso los 'boomers', que cambie el mundo cuando habéis luchado para conseguir avances sociales». El mundo, sin embargo, siempre cambia, y lo hace entre todos.
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«La jubilación es la conversación más recurrente entre los de mi quinta. Es el tema estrella. Se discute cómo y cuándo encararla. Los de 60 atravesamos la etapa de mayor incertidumbre de nuestra vida». Quien cuenta esto es Amparo Barrachina a Catina Pérez. Entre esta curtida abogada y su interlocutora, estudiante de Relaciones Internacionales, median 43 años. Son las protagonistas de nuestro primer cara a cara generacional. Acaban de verse por primera vez, les separa un abismo de intereses, maneras de vivir, temores y expectativas, pero se entienden.
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El asunto de las pensiones de los 'baby boomers' resulta omnipresente. No se le puede dar esquinazo. En nuestro país esta generación reúne a 13,3 millones de españoles y 1,4 millones de extranjeros. Tienen entre 44 y 64 años y, según la última encuesta del Instituto de Pensiones del BBVA, el 61% cree que haber nacido entre 1957 y 1977 les penalizará en la jubilación. Más de la mitad desconfía en cobrar su pensión de forma vitalicia. «Aunque llevo más de 40 años trabajando intensamente, aunque apenas he dormido, porque de noche le echaba muchas horas, que, por cierto, no eran horas extras; aunque he renunciado a hacer ejercicio, a cuidarme... Puedo decir que me ha compensado, porque era un tren que no podía perder y porque mis hijas han estudiado y son felices, pero a costa de vivir peligrosamente. ¿Y qué me gustaría ahora? Me apuntaría a Bellas Artes y haría dos o tres Erasmus. Se empieza a envejecer cuando se deja de aprender. Pero no hay que pensar mucho porque se sufre, a veces innecesariamente», explica Amparo a la joven Catina. Y Catina, con absoluta naturalidad, le da la réplica sobre un asunto que, a día de hoy, le queda muy, muy lejano, aunque no lo elude: «Como dice Amparo, no hay que pensar. Si los de mi generación somos los que tenemos que pagar vuestras pensiones y no tenemos un trabajo medianamente estable que nos permita llegar a fin de mes, no veo que podamos hacerlo y no digamos los que vienen detrás». De cualquier manera, añade Catina, «los jóvenes buscamos trabajar y tener unos ingresos para llevar un nivel de vida digno. El dinero es importante, porque tenemos más estímulos, más pulsiones; pero también valoramos la salud mental, que haya otro tipo de vida a nivel de experiencias y relaciones. Y estamos dispuestos a renunciar a un nivel de ingresos si eso conlleva otras cosas que nos hacen felices». «Pues a mí eso me parece muy bien», le replica Amparo. «Que estéis dispuestos a conciliar vuestra vida laboral con vuestra vida personal es admirable. Me gusta la diversidad que tenéis los jóvenes. Cuando reivindicáis cosas, cuando viajáis y hacéis los Erasmus, ¡es bestial! Lucháis por vuestro tiempo y vuestra libertad», replica Amparo.
«Yo tengo una visión muy oscura del mundo». Es la contundente carta de presentación de Elies Pérez en su charla con Susana Gisbert. Y se explica: «Primero, hemos nacido con unos derechos reconocidos por los que luchasteis los 'babyboomers', pero hemos perdido otros derechos. Por ejemplo, tener a un trabajo digno y una vivienda digna, y no me refiero precisamente a ser propietario. Vivimos en la precariedad. Por otro lado, creo que hemos ganado en libertades, como las referentes al feminismo y al colectivo LGTBIQ, pero no son libertades consolidadas. También, estoy convencido que no se puede separar el dinero del confort. Y, por último, creo que mi generación está aterrada por el mundo que estamos construyendo: ese consumo absurdo, ilógico y desmedido hará que no nos quede un futuro. Y con esto parezco Greta Thunberg... (se ríe)».
Susana Gisbert, acostumbrada a lidiar con situaciones cotidianas que ejemplifican las demandas de Elies, entona una suerte de 'mea culpa' cuando asegura que «hay derechos por los que sobre todo lucharon generaciones algo mayores que la mía y que legislativamente están reconocidos, aunque fácticamente no. Algo hemos hecho mal. Quizás, hemos llegado a la zona de confort tras luchar por muchas cosas y hemos bajado la guardia.». Y añade: «Pensábamos que con esa cultura del esfuerzo que nosotros tenemos tan inculcada se puede trabajar donde se quiera. Y vosotros, que estáis preparadísimos, no siempre podéis elegir dónde trabajar, si es que podéis trabajar. Nos olvidamos muchas veces de que para trabajar en algo durante toda la vida es necesario que te haga mínimamente feliz». ¿Y todo ello le provoca remordimiento? «En general, los 'baby boomers' arrastramos un pesado sentimiento de culpa. Nos ha faltado mucha parte de disfrutar y nos sigue faltando. Si no hacemos algo productivo, es como si nos picara. Y parece que os lo hemos metido en la cabeza. Gestionar el tiempo libre y saber dedicar tu tiempo de calidad a tus hijos e hijas quizás es más importante que ganar más dinero», zanja Susana Gisbert
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Alicia Mancheño y Sergio Adelantado son arquitectos y ambos están enamorados de su profesión. Alicia reconoce la capacidad de previsión y el espíritu de sacrificio de los 'babyboomers', lo mucho que la generación de Sergio, que es la de sus propios padres, le ha dado a sus hijos para que estudien lo que quieran, viajen o tengan experiencias. «Pero no nos habéis sobreprotegido, ¿eh?, solo nos habéis puesto las cosas cómodas», insiste Alicia. Para Sergio, la generación de su interlocutora es la de la inmediatez y admira que viva el presente. «Para vosotros hacer las cosas rápidas es más fácil porque habéis nacido con la digitalización. A nosotros nos lleva más tiempo hacer y resolver los propios asuntos, no solo en el mundo laboral, sino también en el personal», comenta Sergio Adelantado. Alicia Mancheño, intrigada, se pregunta cómo los 'boomers' se manejaban en el trabajo cuando los móviles eran inexistentes. «Es que las cosas no eran para ya mismo, sino que se hacían de otra manera. No sé si mejor o peor, pero de otra manera». Según Alicia, ahora su generación «ha comenzado una reflexión en torno a esas redes sociales que entraron en nuestra adolescencia. Trabajamos con mucho estrés y es por la inmediatez y la necesidad de dar respuesta a todo al instantes». En la adolescencia de Sergio, sin móviles, sin redes, «uno salía a la calle y sencillamente se encontraba a la gente».
«Hay que vivir», concluyen Sergio y Alicia. «He leído que en algunos restaurantes se plantean cerrar los fines de semana para que sus empleados disfruten de un tiempo de calidad. ¡Antes no teníamos fin! Parecía que encontrabas la salvación en el trabajo», comenta Sergio. «Pues ahí hay una diferencia entre tú y yo –asegura Alicia–. He aprendido a parar y escucharme».
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