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La pobreza sigue en aumento. Las personas que necesitaron ayuda de Cáritas Diocesana en 2022 por encontrarse en situación de exclusión social en la provincia de Valencia se incrementaron un 6,8% respecto al año anterior. Y de ellas llama la atención que casi ... 15.000 son menores de edad, según los datos ofrecidos este miércoles por esta organización. Cáritas señala que tener hijos es uno de los factores de riesgo de exclusión y de transmisión intergeneracional de la pobreza.
En concreto el número de menores atendidos fue 14.822, lo que supone un tercio del total de personas atendidas por Cáritas en todo el año pasado. Una de cada tres personas que necesitaron el apoyo de esta organización era niño o adolescente. 928 de ellos residieron en el Hogar Mare de Déu dels Desamparats i del Innocents que tiene la organización mientras fueron atendidos.
Ese aumento de casos en situación de pobreza deja un total de 51.706 personas atendidas en 2022 en Valencia, lo que suponen 3.300 más que el año anterior. Para encontrar una cifra superior, dejando de lado del paréntesis especial de 2020 por la pandemia, hay que remontarse a 2017. «Invertimos más de doce millones de euros en acompañar y continuar el proyecto vital de las personas que vienen. El 52% de los recursos los destinamos a poner en marcha los proyectos, ayudándoles a encontrar una mejor calidad de vida, y el 24% de los ingresos van a hacer efectivos sus derechos básicos y necesidades, como alimentación, salud, y educación», dice Aurora Aranda, secretaria general de Cáritas Valencia.
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Además, el director de la organización en Valencia, Ignacio Grande, ha apuntado que el objetivo es «sensibilizar y animar a la sociedad valenciana a que ayude en auxilio de los necesitados, porque existen miles de personas con situaciones muy complejas», expresa. «Hay personas con muchos obstáculos en su camino para desarrollar su proyecto vital. La actual crisis por la inflación, con la subida de coste, de los gastos básicos, hace que se amplíe el dinero que estos hogares deben destinar a comer, dejando muy poco para otros gastos», indica Grande.
El aumento del salario mínimo y de la renta valenciana de inclusión ha permitido a muchas familias que estaban en el umbral de la pobreza poder respirar un poco económicamente, pero aún así, el gran incremento de los precios y sobre todo, de la vivienda en alquiler, ha hecho que mucha gente siga en condiciones de vida precarias porque tienen contratos de trabajo parciales. Por eso Aranda ha querido reclamar el derecho a la vivienda para estas personas que necesitan ayuda. «Es un problema importantísimo para la sociedad en general y para las personas que acompañamos. Cáritas reclama un mayor acceso a la vivienda pública, que haya agilidad en las listas de vivienda pública, porque muchas familias las atendemos en pisos propios de Cáritas», indica.
Por este motivo, y después de un año de atención y apoyo a cada familia en riesgo de pobreza, la secretaria de la organización lamenta que tienen «muchas dificultades para cerrar los procesos porque aunque hayan encontrado un trabajo, no encuentran viviendas donde puedan vivir, porque les piden dinero por adelantado para al alquiler, hace falta un colchón económico grande, y por eso reclamamos que haya un parque de vivienda pública mayor». Y el director de Cáritas añade: «Como sociedad debemos responder a la fragilidad de las personas, eso hace grande a un pueblo. El drama es cuando las familias tienen que decidir entre pagar el alquiler o la luz o dar de comer a sus hijos».
La guerra de Ucrania hizo que los valencianos se volcaran para ayudar a los refugiados y Cáritas logró la mayor colecta de la historia de la diócesis, que junto a otros ingresos destinados a esta emergencia superaron la cifra de 1,6 millones de euros. La organización acogió a 1.118 ucranianos en Valencia, y actualmente 19 familias siguen bajo la custodia de la asociación.
Hay tres grandes demandas de las personas en situación de pobreza. El principal es la alimentación, cuya ayuda solicitan el 95% de las personas. Casi un 70% de esas ayudas se otorgan con tarjetas solidarias para usarlas en comercios y economatos. La segunda petición es la vivienda. Tres de cada cinco personas la solicitan, especialmente porque no pueden afrontar el pago del alquiler. Y la tercera demanda es el empleo. En 2022 un total de 1.465 personas encontraron una posibilidad laboral gracias a los 29 equipos de acompañamiento al empleo, el programa de empleo y la Agencia de colocación de la organización. «Caritas atendió a 2.700 personas en búsqueda de un trabajo y el 25% lo consiguieron gracias a proyectos con empresas, dice Aurora Aranda.
Aunque según los datos de Cáritas, el perfil de personas que buscan ayuda son mayoritariamente mujeres entre 30 y 44 años (57%), que buscan un empleo en el ámbito domestico y si lo consiguen son con jornadas parciales, por lo tanto con menos salario, lo que influye en su situación social y económica. Aunque el 48% de los que solicitaron ayuda a la organización son mayores de 65 años, en soledad no deseada.
En el primer trimestre de este 2023 las cifras se mantienen similares a las del año anterior, lo que quiere decir que no está bajando el número de familias atendidas. Además, Cáritas alerta de que el 19% de las personas llevan más de 10 años sin poder salir de esa situación. «Se produce una cronificación de la pobreza, aunque la situación económica y social mejore, estas personas siempre necesitan ayuda de Cáritas, no remontan», señala Ignacio Grande.
Cáritas Valencia, que cuenta con unos 5.000 voluntarios, realizó una inversión de tres millones de euros el año pasado para posibilitar el acceso a derechos básicos como la alimentación, medicamentos, ayudas educativas o suministros como agua, luz o gas. En la rueda de prensa también estuvo presente Arturo Ros, obispo auxiliar de Valencia, que ha indicado: «Necesitamos activar las atenciones de la gente para que las personas puedan vivir con dignidad. No cerramos la puerta a nadie ni ante ningún reto por difícil que nos parezca. Es fundamental el trabajo de Cáitas en la acogida de la gente, que se sientan acompañadas y que siempre vamos a caminar con ellas de la mano, a su lado. No nos vamos a rendir».
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