![«No cubrimos gastos. Ayudan o cerraremos en cascada»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/202011/08/media/cortadas/terraza%20y%20playa2_20201108191705-Rn8BUfaPD6dcoUiuMaXvSxM-1248x770@Las%20Provincias.jpg)
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Lola soriano
Valencia
Domingo, 8 de noviembre 2020
Puras Matemáticas. Si las exigencias aumentan, los aforos y horarios disminuyen y no hay ayudas, el resultado sólo puede ser números rojos y cierre de bares, y restaurantes. Así lo explica el presidente de la Federación de Hosteleros de Valencia, Manuel Espinar.
Tras el primer fin de semana de aplicación de las restricciones del Consell, con aforos de un tercio en el interior de los locales y un 50% en terrazas, Espinar asegura que «está siendo un verdadero desastre». Afirma que con tanto cambio de normativa y tantas restricciones «la gente se asusta y no sale». Por eso detalla que «no llegamos al umbral de rentabilidad. No podemos cubrir los gastos fijos ni los variables y con los nuevos aforos, menos. Es la ruina». Adelanta que «si no hay ayuda rápida, en diez días empiezan los cierres en cascada».
Un claro ejemplo es El Palmar. Como explica el presidente de estos hosteleros, Emilio Gálvez, «llevamos 20 días que la gente no viene. No suena el teléfono y eso es mala señal, y más con la reducción de aforos». Y añade que un domingo normal atienden 20 mesas «y veremos hoy si son ocho o nueve. Habrá que resignarse».
Otro enclave afectado es el de restaurantes de la playa de la Malvarrosa y del paseo de Neptuno. «Con tanto cambio están generando mucha inseguridad. Dentro del local sólo puedo tener seis mesas, eso es ridículo», indica José Miralles, presidente de los hosteleros de la playa de la Malvarrosa. Afirma que «sólo estamos obteniendo el 40% de beneficios. Si en un fin de semana atendías a 200 personas, ahora sólo a ochenta o cien. No hay demanda de dobles turnos ni servimos paella a media tarde a los extranjeros». Añade que «en el 90% de locales ya no servimos cenas porque si los clientes se desplazan a la playa y tienen que estar en casa a las doce, no llegan». En La Pepica también se ha notado. «No pueden venir los madrileños, las cenas por la noche han bajado una barbaridad y estamos facturando menos del 50%», describe Pepe Balaguer.
Joan Estalrich, portavoz de la Coordinadora de hostelería de los Barrios de Valencia, argumenta que «entendemos las restricciones sanitarias, pero estamos al 25% de la capacidad y de facturación. Oltra u Puig debaten si cerrar o no la hostelería, pero no dan ayuda alguna y eso que dicen que somos un sector fundamental para la Comunitat». Añade que en Alemania «sí han sido valientes y piden la factura de noviembre del año pasado y pagan el 75% de la facturación».
Argumenta que si «el plan de rescate lo impulsan dentro de un año, ya no queda ningún local abierto. Tengo compañeros de Ruzafa que van a cerrar hasta el 9 de diciembre porque les cuesta más estar abiertos».
En Hermanos Barberá, restaurante referente en la avenida de Los Naranjos, Toneti y Manolo Barberá, explican que «estamos trabajando al 40%. Nos hemos tenido que quedar con cuatro de los 22 trabajadores, el resto está en ERTE. Los viernes la gente acaba de trabajar tarde. No hay horario europeo laboral, pero quieren que la gente vaya a cenar a las ocho. Las familias, como se tienen que sentar separados, vienen menos y la reducción de aforos es la puntilla». Por eso, se han reinventado y se han lanzado al reparto a domicilio. «Nos hemos comprado mochilas y hasta los dueños vamos a repartir los menús. Vamos en moto, patinete eléctrico o coche si es una paella y luego recogemos el recipiente».
En La Taberna Casera, en la calle Antonio Juan del Cabanyal, José Luis Marcos reconoce que con las nuevas restricciones «no llegamos ni al 50% de la facturación. Tengo capacidad para 130 y sólo puedo poner 60. Las familias dejan de venir porque no se pueden sentar juntas. Los viernes pierdes servicios porque la gente sale tarde de trabajar y no da tiempo a acabar antes de las doce. Estamos esforzándonos para no enviar a gente al Erte porque si no tardan dos meses en cobrar. Es angustioso».
Por si no tenían bastantes quebraderos de cabeza los hosteleros, uno más es la reserva de Navidad. José Luis Marcos, de La Taberna Casera, en el Cabanyal, detalla que «tengo clientes que reservaron de un año para otro y como no sabemos cuántos se podrán sentar por mesa, nos tocará pedir dobles turnos». En El Palmar, Emilio Gálvez dice «que tenemos reservas pero nos toca coger el teléfono por si hay cambios». En la playa de la Malvarrosa, José Miralles, añade que «otros años estaría ya cerrado, pero ahora no podemos porque no sabemos las condiciones».
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