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Alojamiento rural en Tàrbena, en un paraje rodeado de olivos.

Dormir entre olivos: el auge del turismo oleícola valenciano

Los alojamientos de las tres provincias se suman a una tendencia que el año pasado dejó en la Comunitat 8,7 millones, gracias a cerca de 20.000 pernoctaciones, con un aumento del 20% respecto a 2022

Jorge Alacid

Valencia

Martes, 30 de abril 2024

El olivo es un árbol que opera como una navaja suiza en nuestra cultura. Anclado en la tradición milenaria que puebla de estos ejemplares la vertiente mediterránea del planeta, puede ponerse al servicio de un plan ornamental, así privado como público, y sobre todo nos ... provee del rico material que brota de sus ramas: las aceitunas, que a su vez desdoblan sus atributos. Son un manjar que salva cualquiera aperitivo y la base nutriente de ese otro néctar, el aceite de oliva, base de nuestra alimentación. Pero además ocurre que un olivar forma parte de un imaginario placentero, porque construye un paisaje ameno y grato, indisociable de nuestra civilización: es un póster de la Comunitat, que además (y he aquí la otra faceta que anida en el amigo olivo) rodea fincas de laboreo que se han convertido en codiciado objeto de deseo para quienes aspiran a una estancia turística distinta. Es el llamado turismo oleícola, que gana cada día más adeptos y que en las tres provincias valencias se ha convertido en fuente de atracción. Y de riqueza: el olivo es un tesoro que derrama sus bienes en muchas direcciones.

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Lo prueba un estudio exhaustivo que la plataforma turística Airbnb acaba de desvelar a cuenta del impacto del oleoturismo en España, que pone de manifiesto cómo el paisaje del olivar «impulsa significativamente la actividad de alojamiento, convirtiéndose en un pilar económico» para los municipios de la Comunitat. «Este auge turístico se atribuye en parte a la preferencia de las familias españolas por destinos nacionales, buscando la tranquilidad de zonas rurales más alejadas de las grandes ciudades», añade Airbnb.

Sus datos a propósito del turismo oleícolas refuerzan esa idea: extraídos de la Comunitat. Durante el pasado año, el total de llegadas de huéspedes ascendió a 19.900, con un porcentaje de aumento anual cifrado en el 20%. De ese total, el 76% corresponde a turistas nacionales, con una edad mediad e 40 años y una media de duración del viaje de cuatro días. Airbnb calcula que dejaron entre nosotros un gasto de 8,7 millones de euros. Otras estadísticas avalan la creciente importancia de esta modalidad turística: por ejemplo, que la tarifa media de alojamiento se sitúa en un rango muy competitivo (128 euros), con un beneficio notable que se queda en el bolsillo de los dueños de fincas que han sumado sus propiedades a este movimiento de turistas: un total de 1,6 millones de euros se llevaron los propietarios de alojamientos de la Comunitat durante el año pasado, con un ingreso anual medio de 2.400 euros.

Airbnb también detecta en su informe el alto poder de seducción que la Comunitat ofrece a los interesados en pernoctar en este tipo de alojamientos. «La región alberga pueblos como Banyeres de Mariola donde se celebra la Feria del Aceite y el Ocio, o Canet de Berenguer, conocido por sus olivares y su producción de aceite de oliva, que alberga la Fiesta del Aceite», observa en un comunicado donde también recuerda la importancia de Requena y su tradición olivarera, reflejada en la Feria del Aceite, Vino y Alimentos Tradicionales. Entre los municipios que son tendencia en este apartado del turismo más moderno, cita a Villar del Arzobispo, Ayodar, Venta del Moro, Viver y Ayora. También ha recopilado los destinos que juzga más exclusivos para el viajero amigo de la cultura del olivo: Alcublas, Alfafara, Sant Mateu, Les Coves de Vinroma y Artana son los municipios que menciona.

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Datos, encuestas de satisfacción y otros elementos de interés que se contienen en el informe y que llevan a Sara Rodríguez, directora de políticas públicas y campaña en Airbnb, a concluir que «los destinos del paisaje del olivar en la Comunitat son muy competitivos». Una opinión avalada por otra serie de estadísticas que maneja: «El precio medio por estancia es inferior en casi 20 euros al de la media española, con un nivel de puntuación por parte de los viajeros que está a la misma altura que el conjunto de España». «Las mujeres», prosigue Rodríguez, «son claves en el servicio de hospitalidad en estas regiones: casi el 60% de los anfitriones son mujeres, una de las proporciones más altas en España».

A su juicio, «la tipología de turismo que representan estos alojamientos facilitan mayor diversidad de oferta y un tipo de viajero diferente al turístico tradicional que se encuentra en la costa». Y añade: «Se trata de un turista familiar (casi dos de cada tres viajeros nos dicen que se hospedan con la familia) y casi siempre nacional, que busca conectar unos días con la naturaleza y que encaja en con el deseo creciente de explorar destinos más allá del tradicional sol y playa». ¿Estamos ante una moda pasajera o el turismo oleícola tiene futuro? ¿Por dónde debería conducir su estrategia en opinión de Airbnb? Para Rodríguez, se trata de una alternativa turística que, en efecto, «comienzan a descubrir los viajeros», que se decantan por ella sobre todo en puentes y fines de semana largos. «Pero no es una moda», subraya. «Este tipo de turismo se beneficia de una creciente apreciación por los productos artesanales y las experiencias auténticas que conectan a los visitantes con la cultura y la historia locales», afirma la responsable de Airbnb.

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En la plataforma están convencidos de que esta clase de parajes no son tan populares y tan extensos en la Comunitat «como lo son en Andalucía» pero también entienden que «representan una oportunidad para los pueblos de estas zonas, que ven cómo a través de los olivos pueden construir su identidad y singularidad turística». «Adicionalmente», apunta Sara Rodríguez, «sería beneficioso colaborar con otras regiones y con diferentes agentes económico locales para promover las actividades relacionadas con el aceite de oliva, no solo como una atracción turística sino como una parte integral de un enfoque de turismo más amplio y diversificado que incluya la gastronomía, historia y la naturaleza».

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