Probablemente hace poco le habrá llamado alguna pareja de amigos con la intención de quedar a tomar algo. Una vez sentados la habrán dado un sobre grande con su nombre. Está invitado formalmente a la boda. Y es que la temporada alta de enlaces matrimoniales ... en la Comunitat arranca ahora. Con la llegada del buen tiempo estas celebraciones se multiplican y es casi imposible encontrar un local de cierto prestigio especializado en bodas que tenga un sábado libre desde ahora hasta noviembre. Incluso hay espacios que tienen todos sus fines de semana ocupados hasta 2024.
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Se trata de un sector al que también le afecta de lleno la inflación, ya que el aumento de los precios es generalizado en alimentos y materias para el banquete, electricidad para los equipos de música y la iluminación, lo que ha repercutido en menús más caros en los salones de boda y masías. Pero pese a esto, la tendencia que se impone este año es que los novios no sólo asumen este incremento económico, sino que dedican más dinero a la personalización de su evento. Se aumenta el gasto en decenas de detalles, importa mucho que haya cosas originales y que todo esté cuidado al máximo, aunque sea a costa de reducir el número de invitados.
En la Asociación de Empresarios de Salones de Boda y Convenciones de la Comunitat Valenciana (AESAVA) confirman esta tendencia. «Bodas de 300 personas ya no hay, lo más habitual es entre 120 y como mucho 200 invitados y sobre todo con mucha originalidad en el evento, se cuida mucho la decoración, que haya un grupo de música en el cóctel, multitud de detalles que personalizan y redondean el banquete», señala Rosa Bosch, miembro de AESAVA. Y todos estos extras que se han puesto de moda incrementan el precio final. «Si ponen un photo call, una cámara de 360 grados, un candy bar con dulces y golosinas, showcooking en el cóctel, todo eso suman 20 o 30 euros más por cada persona y es lo habitual», destaca Bosch.
Según esta asociación, el precio medio de un menú de boda en Valencia está en torno a 120 euros por invitado, que se incrementan hasta 150 con la barra libre y el resopón que se ofrece como fin de fiesta. «Han subido un 10% los precios de los menús respecto al año pasado por la inflación», explica Bosch. A los que habría que sumar esos gastos extra mencionados, además de la decoración, los autobuses para los familiares, proyectores de vídeo, flores y detalles especiales. «A nosotros se nos va a ir a unos 25.000 euros todo para unos 150 invitados, pero conozco amigas que se han gastado 30.000», señala Ana Belén, que se casará en junio y ultima los preparativos.
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Otra de las tendencias que más se está pidiendo en las bodas es que sea durante el día. Lo de la cena y la fiesta nocturna queda sólo para julio y agosto. Fuera de esos dos meses de calor extremo, triunfa el evento a plena luz. «Hay una clara mayoría de clientes que piden hacer la boda por el día, porque así se alarga más y se pueden quedar hasta las 2 de la madrugada desde que empezó por la mañana, al final el evento dura 12 horas», cuenta Ángela, directora de espacios de boda en Gourmet Catering y Espacios. «Sobre todo piden la exclusividad del espacio, que sólo se haga una boda en ese sitio ese día es muy importante para los novios», destacan en la asociación de empresarios.
«Puedes elegir lo que se te ocurra. Una mesa con chucherías, fotomatones, una plataforma que gira, animadores que hacen de presentadores que interactúan con el público, saxofonistas, pianistas, hay de todo. Y con la decoración, puedes optar por una básica o ir incrementado, pero por ejemplo si cambias el mantel nos pedían 12 euros más para cada mesa», cuenta Ana Belén. «No les importa gastarse más dinero en detalles, los novios quieren un evento muy personalizado, pero lo suelen recortar de los invitados. Ya no se invita a la familia lejana ni a los que no sean amigos cercanos», dicen desde AESAVA, que apuntan que las edades de los protagonistas suelen oscilar entre 33 y 40 años.
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Para Fulgencio, director de explotación de Masía del Olivar, en Bétera, hay una tendencia de que los aperitivos sean más fuertes y originales y los menús más ligeros y equilibrados. «Piden mucho mesas especiales, como un candy bar, otro de sushi, los quesos artesanos se han convertido en imprescindibles, también pan bao, muchos platos con influencia oriental, depende mucho de cada cliente», asegura. Este tipo de elementos accesorios, que cada vez más no deben faltar en una boda, pueden suponer unos 3.000 euros más. «Se da mucha importancia a la fiesta, que haya un grupo de música en el aperitivo, tardeo con orquesta, baile con DJ, al final se va bastante dinero en arcos iluminados, rincones tematizados, llamas de fuego frío y decoraciones así», apunta Carla, directora de marketing de Gourmet Catering.
Otro de los gastos que muchos novios hacen es el de contratar a una organizadora o 'wedding planner', que supone unos 4.000 euros. Lorena es gerente de Clandestine, especializada en asesorar y diseñar la celebración. «Hago diez bodas al año porque doy un servicio exclusivo y les dedico el tiempo completo. Es todo muy personalizado, se crea el evento acorde a los gustos de los novios y se cuida mucho el detalle», comenta. «Se le da más importancia al cóctel, que haya show, presentaciones, rincones de comida, cosas especiales, desde ibéricos premium hasta una barra sólo de ostras», expone. «Es una vez y pones todo lo que puedes, haces un esfuerzo porque se trata de un día especial. No quieres endeudarte, pero tiene que estar todo perfecto», subraya la novia, Ana Belén.
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En la mayoría de masías y salones de boda de Valencia «se suele reservar con más de un año de antelación, ahora incluso cada vez antes, año y medio, y las bodas son muy diferentes según en qué espacio sean, no es lo mismo en la playa, en un hotel o en una masía, la decoración es diferente», argumenta Fulgencio. «Los novios piden que haya diferentes espacios para cada momento, la ceremonia, el cóctel, el banquete y la fiesta, si tienen zonas cubiertas y descubiertas, si hay jardín, si tiene sombra, son muchas cosas», detalla Lorena. De hecho, cada pareja suele ver desde cuatro y hasta diez salones diferentes de boda antes de decidirse dónde celebrar la suya.
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