Un alumno y un instructor practican con un dron. Damián Torres

El 'boom' de ser piloto de drones

Cada vez más empresas y cuerpos de seguridad apuestan por esta formación y la única academia de la Comunitat con campo de vuelo específico está en Cheste

José Molins

Valencia

Lunes, 19 de junio 2023, 02:17

Es la primera vez que Daniel se enfrenta cara a cara con un dron. Va a dar sus primeros pasos para convertirse en poco tiempo en piloto profesional de este tipo de aparatos aéreos. Recibe las indicaciones del instructor y con el mando consigue ... hacerlo volar. Ocurre en la única academia que tiene campo de vuelo específico para formación en la Comunitat Valenciana y que se encuentra entre los términos municipales de Chiva y Cheste, con una superficie de 20.000 metros cuadrados. Alejados del núcleo urbano, la empresa EagleDron gestiona este espacio vallado por el que pasa todo aquel que necesita el certificado oficial para manejar drones.

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Se trata de un sector en pleno auge desde que en diciembre de 2020 entró en vigor la normativa europea, que obliga a recibir una formación para pilotar estos aparatos, incluso si es para uso recreativo. «Ha habido un 'boom' en estos dos años porque las instituciones y empresas han visto que los drones han venido para quedarse. Han decidido incorporarlos y saben que necesitan cumplir unos requisitos de formación de pilotos y documentación de la empresa, unas autorizaciones. Son herramientas que les facilitan su labor e incluso abaratan costes y están mandando a muchos trabajadores a formarse», explica Juan Manuel Gil, socio fundador de EagleDron y responsable de formación.

La Agencia Estatal de Seguridad Aérea, dependiente del Ministerio de Fomento, es quien se encarga de gestionar este sector de los drones, establece la normativa nacional, las sanciones y valida los certificados que ofertan las academias para ser piloto. Preparan los exámenes teóricos, aunque los prácticos los hacen y los evalúan los propios centros de formación. «Muchos sectores profesionales han empezado a ver los drones como una herramienta de trabajo muy útil, por ejemplo topógrafos, fuerzas y cuerpos de seguridad, servicios de emergencia, de medio ambiente, empresas de agricultura, y empezaron a formarse», indica el experto, que lleva más de tres décadas en el mundo aeronáutico, ya que antes pilotaba aeronaves tripuladas en la Guardia Civil y era auxiliar de helicópteros, hasta que eligió la rama de los drones.

Daniel, mientras tanto, sigue con sus dos horas de prácticas con el dron, mientras el instructor le va explicando cómo tiene que hacer cada paso, a qué problemas puede enfrentarse y cómo resolverlos. Es policía local de Valencia y como muchos otros compañeros suyos, quiere formarse en este campo. «Aquí hay mucho por explorar a nivel profesional, porque hay una unidad específica de drones en la policía», explica. Confirma que ha tenido que estudiar para aprobar el teórico porque «no es sencillo», y destaca que poder tener «este campo de aviación aquí es brutal, no molestas a nadie, puedes volar con tranquilidad», apunta el agente.

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Varios niveles

Cada clase práctica cuesta 35 euros la hora y habitualmente se suelen hacer unas seis de media para estar preparado de cara al examen. Las tasas para hacer la prueba teórica son gratuitas. Daniel se prepara para el máximo nivel, el 3, que certifica la capacidad para llevar todo tipo de drones. Los niveles se dividen según el peso del aparato. El más bajo es el 0, que es para los de menos de 250 gramos y sólo requiere conocer el manual de usuario. «Pero si no sabe cómo va la norma, tampoco conoce si puede volar en un sitio u otro, por eso recomendamos una formación del primer nivel para normativa. Hasta 20 metros sin molestar a nadie sí que se puede, pero en el casco urbano no puede volar», dice Juan Manuel.

El nivel 1 aumenta el peso permitido del aparato y es necesario pasar un examen online. El nivel 2 ya es más complicado y tras un examen de 30 preguntas tipo test, se pueden pilotar drones de hasta 4 kilos en toda la Unión Europea, en función de la zona donde se quiera volar y el riesgo que haya. Aunque por normativa no se pueden volar drones tan grandes a menos de 150 metros de grupos de personas, núcleos residenciales o industriales con este nivel.

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Daniel, a la izquierda junto a su instructor. Damián Torres

Actualmente la academia de José Manuel está formando a 100 alumnos, todos ellos para el máximo nivel con intención de convertirlo en parte de su trabajo. «Ha habido un aumento exponencial en la formación porque está llegando a todos los sectores, el mundo audiovisual, las energías renovables, la seguridad, topografía, emergencias», expresa. «Para que los guardias y policías puedan utilizar drones necesitan llegar a un nivel 3, la certificación máxima, pero las empresas en el 95% de los casos también se forman en este nivel, porque aunque no están obligados, quieren poder tener soluciones ante cualquier problema que se presente», asegura el experto.

Y este auge del negocio le ha permitido que en breve vayan a comenzar las obras para ampliar el campo de vuelo. «Vamos a construir una pista de 120 metros de larga para drones de ala fija, hangares y aulas», cuenta el empresario. «Va bien la academia, las cosas las hacemos bien y está en auge, aunque hemos invertido mucho y aún no tenemos beneficios», indica Juan Manuel. Realizan, además del certificado de pilotos, también cursos de especialización, como el de inspección de obra civil, termografía, vigilancia, fotografía y vídeo aéreo, agricultura, fotogrametría 3D y emergencias.

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En los cursos de formación se enseña la normativa sobre dónde se puede volar un dron. Cada país establece en qué ámbito de su competencia se prohíbe, se permite o se restringe esta práctica y las sanciones por volar en zonas prohibidas son muy altas. «En Alicante por volar en el casco urbano multaron a una persona con 14.000 euros», indica Juan Manuel. La competencia es de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. «Hay zonas muy sensibles como las proximidades de aeropuertos, campos de fútbol y para evitar eso no permiten volar allí. La policía tiene herramientas para detectar la presencia de drones en zonas como esas, y puede obligarles a descender porque corta la señal de satélite y el aparato baja al suelo», explica el socio de la empresa.

Los alumnos suelen tener ciertos conocimientos y habilidades para dirigir aparatos, aunque vayan por primera vez, pero siempre hay cosas que resultan más complicadas. «Lo que más suele costarles son las maniobras cuando el dron gira y viene hacia tí, después de hacer un viraje. Esa coordinación es difícil, porque hay que saber que si le das a la derecha girará a la izquierda, cuesta interiorizarlo», expresa. «Y la parte teórica también, esa fase previa al vuelo, donde deben conocer si se puede volar en esa zona, si las condiciones meteorológicas lo permiten, si hay alguna restricción en el espacio aéreo, eso es tan importante como el vuelo en sí», puntualiza el técnico.

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En las pasadas Fallas durante cada mascletà un dron de la Policía sobrevolaba una zona de plaza del Ayuntamiento de Valencia por seguridad. El 10 de marzo este aparato cayó y golpeó a una persona. «Es una herramienta muy sofisticada y aporta mucha seguridad, las posibilidades de que falle y caiga son muy pocas pero a veces ocurren accidentes», dice Juan Manuel. Aunque por normativa no se pueden volar estos aparatos por encima de aglomeraciones de personas, la Policía tiene un régimen específico en la normativa nacional y no está sometido al control de la Agencia Estatal de Seguridad Aérea. «Ellos evalúan los riesgos de cada operación y el objetivo que quieren. Además el dron que usan vuela encima de una zona perimetrada, el día del accidente habían rachas de viento y cayó junto a la valla del perímetro, donde había una persona apoyada», explica el experto.

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