El reto de reciclar un millón de toneladas de residuos de la dana

Ante la cantidad de lodos, coches y objetos que quedaron inutilizados y esparcidos por los municipios afectados por la riada, la Generalitat habilitó cinco puntos de transferencia de residuos. En un primer momento, estos enseres estuvieron amontonados en las calles de los pueblos, también en puntos cerca de los núcleos urbanos denominados Puntos de Acopio Local (PAL), pero donde podía llegar a suponer una amenaza sanitaria para los vecinos. Por ello, la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio consideró trasladarlos a cinco lugares algo más alejados de la zona urbana: la planta de tratamiento de residuos de Hornillos en Quart de Poblet, una parcela sin uso en Manises, el antiguo campo de fútbol de Alfafar, una campa en la vía de servicio de la pista de Silla a la altura de Catarroja y la antigua cantera de la ladrillera Almudíver en Picassent.

El objetivo de habilitar estos cinco puntos es poder alejar de las poblaciones los residuos acumulados en los PAL. La disposición de estos lugares de transferencia, ubicados a una distancia notable de las áreas residenciales, es lo que permite gestionar los residuos de manera efectiva y segura, y también minimizar el impacto ambiental y sanitario en las comunidades afectadas. Es precisamente el punto de transferencia de Picassent el que ha podido visitar LAS PROVINCIAS. Es uno de los puntos de tratamiento más grandes de los que se han habilitado para los residuos de la DANA por parte de la Conselleria. Además, este está ubicado en una antigua cantera de arcilla, lo que impide cualquier tipo de contaminación y se puede operar con mayor seguridad. Tanto allí como en el resto de lugares se lleva a cabo un plan diseñado específicamente para gestionar una gran cantidad de basura, ya sea lodo, coches que han quedado inutilizados o cualquier tipo de mueble o mobiliario urbano afectado.

Este 'modus operandi' trata de «mitigar el impacto ambiental y sanitario en las comunidades afectadas», según la Conselleria de Medio Ambiente. Así, los residuos se trasladan desde los núcleos urbanos hasta los cinco puntos de transferencia, como el de Picassent, donde son gestionados antes de ser enviados a los vertederos. Es en estos lugares donde, de manera ininterrumpida durante las 24 horas del día, se diversifican los residuos y se distribuyen en diferentes ubicaciones dentro de la planta. Sí, 24 horas, pues también se han establecido rutas nocturnas para el vaciado de los PAL. Así, entre las 22 y las 6:00 horas, se trabaja transportando residuos hasta los puntos de transferencia. El punto de Picassent, alejado de núcleos urbanos pero cercano a la carretera, «cuenta con todas las medidas de seguridad» según la Conselleria. Además, también consta de una empresa acreditada que ha sido contratada específicamente para llevar a cabo un control exhaustivo de vigilancia. Esta no solo se relaciona con la seguridad del lugar, sino también de la posible contaminación que puede provocar tanta basura. Por ello, se toman muestras de residuos y lodos y se analizan; también cuentan con una red de piezómetros, un sistema de vigilancia ambiental que permite detectar posibles fugas. Por el momento, no se han encontrado inconvenientes y el tratamiento es completamente seguro, aunque estos análisis no cesan.

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Lo que tampoco cesa es el flujo de camiones. Según la Conselleria, cada día son entre 400 y 600 veces, entre camiones y cubas, las que se descargan residuos en esta planta de Picassent. En toneladas se trata de cerca de 8.000 diarias, solo en este lugar. Algunos de estos vehículos portan basura sólida, desde colchones hasta contenedores, e incluso se ven recuerdos arrastrados por la riada, como fotos de comunión. Los camiones cuba son los que transportan el lodo líquido al mismo lugar. Una vez entran en la planta de tratamiento, unos carteles señalizan dónde deben depositar cada tipo de residuo: el lodo se descarga, bien mediante vuelco o bien con una manguera, en unas piscinas de lodo que se han formado en un amplio espacio del lugar. El resto de basura se deposita bajo una gran montaña de residuos que ya permanece allí desde hace varias semanas, cuando se habilitó la planta. Una vez descargada, unas máquinas excavadoras suben la basura hacia lo alto de la montaña de residuos.

Una mezcla de basura y barro crea un paisaje triste y desolador en este lugar. Entre los residuos se pueden ver todo tipo de objetos, desde botellas de refresco hasta trozos de vallas, e incluso parte de los adoquines de las calles. Son un total de doce personas las que trabajan en este lugar, distribuidos en tres turnos, para distribuir y tratar los residuos. De entre la montaña de basura, estos operarios separan, con maquinaria pesada, objetos voluminosos como colchones, que apilan en un pequeño montón separado del resto. Además, cuentan con una máquina trituradora que separa los objetos metálicos del resto de basura, y también se depositan en un lugar separado al resto. Todavía quedan muchos residuos por retirar de los municipios afectados, por trasladar y tratar, tareas que tardarán en acabar, como mínimo, varios meses más.