Gonzalo Bosch Rodríguez
Requena
Miércoles, 15 de mayo 2024, 00:40
Los agricultores valencianos con cultivos de secano no encuentran consuelo. La sequía, como principal enemigo de las cosechas de este 2024, agoniza la situación económica de unos trabajadores que ven como el esfuerzo en sus campos requiere de una inyección económica que dará entre ... poco y nada de retorno. Ante la falta de ayudas por parte de las administraciones públicas, tan sólo la contratación de seguros contra épocas de sequía tratan de aliviar una serie de pérdidas que ya se acumula desde hace tres campañas. Agricultores de la Comunitat, que viven en puntos geográficos diferentes del territorio y trabajan con diferentes productos, claman por posibles soluciones ante un mismo final: cosechas con prácticamente nada de rentabilidad.
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Luis Javier Navarro, agricultor de uva, almendras y cereales de la comarca de Utiel-Requena, y miembro de la Unió Llauradora i Ramadera, revisa sus plantaciones mientras hace números para averiguar cómo hacer frente a una campaña desoladora. Por un lado, Navarro explica que compañeros de la zona de Venta del Moro saben que no van a producir nada de sus cosechas de uva para la preparación de vino. Él, de sus parcelas situadas cerca de Caudete de las Fuentes, calcula que cosechará un 50% de la campaña anterior. Lo peor de la situación, que el pasado 2023 ya se encontraban en situación de sequía y la producción ya se redujo a la mitad con respecto a la de 2022. En sus parcelas de venta del Moro la previsión apenas alcanza el 20% de producción.
Sin embargo, Navarro sembró con la esperanza de producir. Mantiene una maquinaria de trabajo que tiene sus costes, personal externo que se ocupa de las tareas de cosecha, herbicidas o abono. Todos estos costes no van a tener prácticamente retorno. «Sabes que tienes un jornal ruinoso, pero aguantas las tierras porque es lo único que tienes», explica lamentándose el jornalero. También cuenta sus previsiones Antonio García Pérez, responsable sectorial del vino en la comarca de Utiel-Requena por parte de la Unió. «La producción va a menos, tenemos un problema con los precios a los que se ha unido la sequía. ¿Qué soluciones hay?», se pregunta Antonio García.
Sin embargo, si una cosecha ya no tiene solución, es la del cereal de la zona. «En una semana se tendría que segar el cereal, por el tamaño que tiene se puede dar por perdido», explica García. Tras la siembra inicial y esperar a que crezca, los campos de cereal deberían presentar plantaciones de unos 80 centímetros de altura. Las plantaciones de Navarro apenas alcanzan los 20 centímetros. Además, el impacto de la sequía es evidente en el color de la vegetación, donde predomina el amarillo en una zona que a estas alturas debería ofrecer tonalidades verdosas. «Toda esta zona es tradicionalmente de cereal. Hoy, con las pocas lluvias de la zona, es imposible este tipo de cultivo», explica Antonio García. «No hemos recibido ningún tipo de ayuda en este tipo de cultivos. Luego nos preocupa el cambio generacional. Con este panorama nadie va a querer dedicarse al campo», sentencian los agricultores.
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La situación del cereal también es similar en la provincia de Castellón. Concretamente, en la comarca de la Plana Alta, Javier Martínez Trilles de la Unió ha realizado esta misma semana una valoración con peritos del estado de sus campos. Estos le han explicado que con la baja densidad de las parcelas, no merece la pena realizar las tareas de segado. La sequía ha hecho estragos en sus campos, de manera que no va a poder amortizar prácticamente nada de la inversión realizada en las tareas de siembra y cuidado de las parcelas. Sin embargo, esta situación provoca una reacción en cadena.
Su hermano, José Luis Martínez, se dedica a la ganadería. Parte del alimento de sus rebaños corresponde a la producción de cereal de su pariente, Javier Martínez. Ante la falta de cosecha, José Luis deberá comprar el pasto a un tercero que le ofrezca dicho servicio. Un gasto más que se une al precio que paga por el agua para su ganado, en una de las zonas que mantienen las restricciones al riego por la situación prolongada de sequía. Ante la falta de agua, los precios suben. «Las ayudas se necesitan para subsistir este año porque no vamos a producir. Con los costes que ha supuesto la siembra, y con una producción cero de cara a este año, las ayudas ayudarían a compensar todo el dinero perdido», comentan.
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En la misma provincia de Castellón, pero en la zona de Segorbe, José Selma, de la asociación valenciana de agricultores AVA-ASAJA, tiene parcelas de almendros y olivos. Sin embargo, en esta zona la situación no dista de la de las comarcas anteriormente mencionadas. Por un lado, los almendros prácticamente no han dado fruto. Selma explica que se podría coger alguna almendra, pero ante las pocas que han florecido no merece la pena pagar a un maquinero para que recoja una cosecha que no va a dar rentabilidad. La previsión es una pérdida total de la producción en muchas parcelas, ante las pérdidas evidentes que provoca continuar la actividad de cosecha.
Lo mismo ocurre con los olivos de la zona, a los cuales prácticamente no les florecen las hojas porque se ahogan ante la falta de agua y las altas temperaturas. «Tienes una serie de olivos que sabes que no te van a dar el fruto, pero tienes que cuidar el árbol y el suelo si quieres seguir teniendo cultivo el año que viene, aunque tampoco saque oliva», comenta Selma. En este sentido, Selma cuenta que el año pasado produjeron una cuarta parte de la producción de 2022. De cara a este año, el agricultor calcula que será igual o peor: «los técnicos calculan que brota olivas de un 4% de lo florecido, y este año casi no ven ramas florecidas». Respecto a unas posibles ayudas, Selma sentencia: «ya podemos pedir, pero las administraciones no nos dan ni los buenos días».
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En la comarca de La Marina, en la provincia de Alicante, Antonio Puig de AVA-ASAJA se muestra tremendamente apenado por la situación: «amo la agricultura y me duele abandonar cultivos de hace 70 años». La zona, acostumbrada al cultivo de uva para el vino, no puede hacer frente a la sequía, por lo que muchos agricultores con minifundios han decidido no producir en sus parcelas al ver inviable que crezcan las viñas. «Ha habido abandono más de 300 hanegadas en Teulada, y en Poble Nou, unas 25 hectáreas de cultivo de la uva», explica Puig. En las parcelas que si que ha sembrado, el agricultor realiza previsiones de un 60% menos de producción que en 2023, cuando ya se produjo un 20% menos que en la campaña anterior.
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La gran problemática de estas zonas, es la falta de acuíferos. Por ello, la poca agua que hay en la comarca se destina a los cultivos de regadío, dejando a un lado las parcelas de secano. Con este panorama, las parcelas de viña se ahogan ante la falta de lluvias. Además, Puig explica que, aunque lloviese ahora, que no es temporada de precipitaciones en la zona, «seria algo muy superficial que no solucionaría el asunto».
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Esta situación en la Comunitat, se da en un contexto en el que los embalses de la cuenca del Júcar han perdido ligeramente agua en la última semana y se sitúan al 55,6 por ciento -0,9 puntos menos que la semana anterior-, mientras que los del Segura han descendido hasta el 24,2% -una décima menos que la semana pasada-, en una semana en la que las precipitaciones han sido escasas en la vertiente Mediterránea, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico
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