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La Liga de Campeones 2020-21 la verá el Valencia por televisión. La gran pifiada para la plantilla más cara de la historia del club va a obligar a Peter Lim a hacer un replanteamiento general de lo que quiere para el Valencia la próxima temporada. Se enfrenta el club, y más en concreto al máximo accionista, a un dilema que se complica más todavía con el pronóstico que hace la propia Liga de Fútbol Profesional de que la crisis va a afectar a todos y que puede llegar a una reducción que en algunos casos se puede cifrar en un 25%. Al Valencia, en concreto, el patinazo de no colarse este año entre los cuatro primeros le llega en el peor de los momentos si cabe, y aunque el club prefiere no hacer pronósticos públicos sobre a lo que se enfrenta, las opiniones de algunos expertos llegan incluso a cifrar la futura reducción global en casi cien millones de euros, sobre un presupuesto que esta temporada estaba en 183,4 millones.
Las cifras, en cualquier caso, siempre son matizables porque todavía quedan tres jornadas de Liga y no se sabe si se va a coger el camino de la Europa League (el séptimo jugará ronda previa) y hasta dónde puede ser capaz de llegar este equipo. Lo que es indudable, es que las cifras de negocio del Valencia van a hacerlo retroceder en el tiempo.
Lo más evidente es que el capítulo de ingresos, ya sin Champions, baja de una forma brutal. Este año, por competiciones, el Valencia había presupuestado 63,2 millones, cantidad que saltará por los aires para la 2020-21. Si uno se retrotrae a la campaña 2016-17, la última en la que no hubo tampoco competición europea, el club planificó para esa misma partida 3,6 millones de euros únicamente. La Champions es oro y cuando el Valencia certificó su pase a octavos por ganar al Ajax, de inmediato los ingresos alcanzaron en total 52,3 millones (incluyendo ahí el ranking histórico; los premios por triunfos, 2,7 millones, y empates, 900.000 euros; los 12,2 por jugar octavos) a los que habrá que añadir el market pool que se reparte una vez haya concluido la competición.
La gran partida de ingresos del Valencia –y de la amplia mayoría de los clubes– viene de la televisión: 83,4 millones y todo se va a resentir como ya pronostica Tebas. El problema para Lim es el coste de esta plantilla, que se dispara hasta los 93 millones. Había que vender por 40 pero eso cifra queda ya superada por la situación actual y nadie se atreve a decir por cuánto va a tener que vender. Invita a pensar en lo que sucedió en el verano de 2017 cuando Alemany tuvo que vaciar el vestuario y el club perdió dinero con la salida de jugadores que habían costado mucho.
La última vez que se quedó clasificado fuera de la Liga de Campeones (2016-17), en la jornada 31 ya se había despedido de ella de manera matemática. Ahora ha sido en la jornada 34. Aquel año, tras quedar el equipo duodécimo, el presupuesto que se ideó fue de algo más de 90 millones de euros, justo la mitad de lo que tiene actualmente la entidad, que se enfrenta a unas fichas altísimas de jugadores, con una fuerte caída de los ingresos (tampoco se jugará la Supercopa con su polémico pellizco) y con la necesidad agónica de colarse en la Europa League. La puerta para muchos jugadores se va a abrir, el problema será el precio.
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