La Agrupación se divorcia del Valencia

No hay reconciliación posible y las peñas y el Valencia están formalizando negro sobre blanco un divorcio que se veía venir de manera fehaciente desde la asamblea extraordinaria de hace dos semanas. Después de que el club expulsara este mismo lunes a la Agrupación –y como reacción a la sublevación de las peñas– de su actual sede en el bajo que recae en la avenida de Aragón, este colectivo que reúne a muchos miles de valencianistas ha decidido plantar cara. Fede Sagreras, su presidente, ha variado sensiblemente su actitud, muchas veces condescendiente con el club, y ahora se ha visto tan forzado como respaldado por las peñas y a su junta directiva les dejó claro que no va a dar ni un paso atrás en este esperpéntico pulso que vive el valencianismo.

Irse se van, porque no tienen otro remedio, pero no sólo no aceptan el ofrecimiento que les planteó Murthy de que compartieran el local con la Asociación de Futbolistas en la calle Micer Mascó sino que denuncian una actitud discriminatoria y anuncian que van a buscarse la vida, tras responder por escrito con una carta que vuelve a poner contra las cuerdas al propio presidente del Valencia.

«Nos encontramos ante un acto de discriminación en toda distinción, exclusión o restricción basada en diversos motivos, que tiene el efecto y el objetivo de menoscabar y anular el reconocimiento, el goce y el ejercicio de los derechos del colectivo peñista», reza el encabezado de la misiva enviada al presidente del club y hecha pública con toda la intención por la Agrupación, cuya intención de exhibir públicamente todo lo que sucede todavía molesta más al club.

Consideran los peñistas que la invitación al traslado «viola directa e indirectamente todos los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales del colectivo valencianista». Argumentan también que con el cambio, en lugar de beneficiarse por la mejoría de la sede, salen claramente perjudicados. El espacio sería mucho menor al tener que compartirlo con los veteranos y eso es una cuestión que va de alguna forma contra la propia naturaleza de la relación entre club y peñas, después de más de 25 años ocupando dicho local. El Valencia les informó que necesitaban la actual sede para la Fundación, entidad que aún mantiene sus oficinas enfrente de la tribuna.

El Valencia les ha advertido que tienen dos semanas para desalojar el local pero la directiva, en la reunión que ha mantenido a tal efecto y después de consultarlo con algunos expertos, considera que al estar «en precario», el tiempo debe ser el «necesario, sin límite» hasta encontrar el adecuado. Si ya de por sí está enrarecido el ambiente (hasta el punto de haberse pronunciado la Federación de Peñas a nivel nacional), se prepara un nuevo conflicto que podría implicar a los asesores jurídicos de unos y de otros.

De manera paralela está la cuestión del convenio. Desde el 30 de junio pasado ya no hay convenio que valga. Por eso también el Valencia tiene la fortaleza de decidir sobre este asunto. Hasta ahora, la Agrupación recibía 40.000 euros de ayuda para la celebración de la Convención, otros 55.000 para los autobuses de los desplazamientos y entradas para los partidos. Todo eso salta por los aires.

La Agrupación se queda sin su principal fuente de ingresos. Es verdad que no tiene ataduras morales pero está obligado a proceder a una reconversión casi total. La directiva lo tiene prácticamente asumido, al menos en cuanto a intenciones sobre el papel. Las peñas seguirán pagando sus cuotas pero el cambio de escenario es tan radical que puede provocar una cascada de situaciones imprevistas. En la asamblea de Alzira en la que se votó la sublevación, ya quedó claro cuáles podían ser las consecuencias de las demandas que allí se expresaron contra Meriton.