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Carmen María Lluch Marín, con un retrato de la familia que le acompañará a La Cartuja el próximo 23 de abril para presenciar la final de Copa entre el Valencia y el Betis. IRENE MARSILLA
Final de la Copa del Rey: Valencia - Betis | Un amuleto para la final de Sevilla

Un amuleto para la final de Copa de Sevilla

Carmen María Lluch. La socia número 115 del Valencia escribió un tuit en el que apelaba a Anil Murthy tras contar sus cinco presencias en finales por títulos: «Si quiere asegurarse la victoria necesito una entrada»

Lourdes Martí

Valencia

Domingo, 10 de abril 2022, 13:36

Carmen María Lluch Marín dispuso sobre una mesa los objetos que forman su museo particular del Valencia que, en su caso, también es un recorrido por su árbol genealógico. La socia número 115 del club de Mestalla, que el pasado seis de abril cumplió 76 años, desveló un particular secreto unas semanas atrás. «Oiga Señor Presidente, nunca he ido a una final que no haya ganado el Valencia. Fui en el 67, en la Recopa en Bruselas, la Supercopa de Europa en Mónaco, en Madrid 2008 y Sevilla 2019. Así que si quiere asegurarse la victoria necesito una entrada. Socia 115», escribió en la red social tuiter.

Su mensaje llegó hasta el mismísimo presidente del Valencia. «Me llamó Anil Murthy y me dijo que me iba a regalar una entrada para ir a Sevilla», comenta. Carmen cumple con los requisitos establecidos para ir a Sevilla al igual que su hija y sus dos hijos. No así sus nietos, quienes por edad no llegan a esos «ocho años de antigüedad», uno de ellos por apenas unos meses. Su sangre es blanquinegra. Un sentimiento que también se ha encargado de transmitir a sus hija y sus dos hijos, que van a Mestalla asiduamente. También a Miguel Ángel (el pequeño de la familia, Eduardo, Joan y los mellizos Ruth y Raúl, sus nietos.

Carmen cuenta, mientras muestra la camiseta de Dani Parejo, que esa misma elástica la llevó en 2019 en el Villamarín, cuando cumplió su mayor deseo: «Vivir una final y las horas previas con mis nietos. Ganar fue la guinda perfecta». La elástica del capitán madrileño forma parte de un pequeño ritual. «Me la puse porque en 2008, en Madrid, llevaba la de Baraja y salió bien», explica. ¿Y la de Gayà?: «La estrenaré, me la regalaron el miércoles, que fue mi cumpleaños«.

Los padres de Carmen, también apasionados del Valencia, abandonaron su propio banquete de boda para asistir a un partido en Mestalla

El día 23, en La Cartuja, espera un resultado «ajustado», quizás «un 0-1». Está convencida de que el lateral de Pedreguer alzará la Copa al cielo de Sevilla: «Creo que se lo merece, le tengo un cariño especial, a él y a Carlos Soler. Después del partido contra el Barcelona la imagen esa en la que salía mirando al infinito me partió el corazón, creo que representaba muy bien a todos los valencianistas en aquel momento. Se merece más que nadie levantar ese trofeo».

Algunos objetos que forman parte de la colección particular de Carmen, su pequeño museo. IRENE MARSILLA

A La Cartuja, además de la zamarra con el 14 a la espalda, Carmen llevará un peluche que su marido, ya fallecido, le trajo precisamente de la final del Valencia contra el Atlético. Partido en el que arrancó el idilio del club de Mestalla con Sevilla. «Aquel año yo no pude ir a La Cartuja, se fue toda la familia. Yo lo vi sola, en casa. Mi hermano vive enfrente pero me pongo muy nerviosa, así que preferí estar en casa. Al volver, mi marido me trajo este oso que, en un par de semanas, entraré al estadio». En ese momento Carmen recuerda una curiosa anécdota que le trasladó a 1967. «En la final de Madrid, al acceder al estadio, la policía nos quería arrestar porque llevábamos una traca... Al final ganamos al Athletic y algunos, más avispados que nosotros, sí que las lograron entrar y las encendieron». Años después, en el arranque de la temporada 1979-1980, dijo que iba a ir a Bruselas si el Valencia llegaba a la final de la Recopa de Europa. Y allí fue: «Ya estaba casada y tenía a mis tres hijos. Mi marido no pudo ir y me acompañó mi padre». Su progenitor vivió una anécdota muy destacada. «Él era un gran valencianista, se casó con mi madre en Enguera, de donde somos, y después de la ceremonia fueron al salón y al rato dejaron a los invitados allí y se fueron a Mestalla», afirma, mientras muestra fotografías en blanco y negro de un fútbol «muy diferente».

Abono de la temporada 1944 que guarda Carmen de su padre, Eduardo Lluch, con las muescas IRENE MARSILLA

«Mi padre tenía un horno y el gremio de horneros prepararon un autobús y me fui con ellos», recuerda en un tiempo en el que no muchas mujeres copaban las gradas. «Era la única del autobús, tenía 30 años, había matrimonios más mayores pero así chicas jóvenes que iban, no». Su tío fue socio-fundador del Valencia y su padre, quien le cuidaba, iba cada año al club para pedir el carné en el que se le reconocía como tal.

Carmen ha tenido «muchos ídolos». «Puchades me gustaba mucho. ¡Qué valencianista era! Me acuerdo de la anécdota aquella de que su madre le puso un almuercito cuando fue a la selección por primera vez porque ella no sabía si le iban a dar de comer allí», señala. «Claramunt, que tiene mi edad, era un gran futbolista, a Carlos Arroyo también lo he admirado y, cómo no, a Kempes o Ricardo Arias, qué jugadores, como Roberto Gil, a quien admiro mucho. Y al Kily, de quien tengo la camiseta, y también a Baraja. Dani Parejo es otra leyenda del Valencia».

Más allá de las finales, los títulos o los partidos que durante toda su vida ha presenciado en Mestalla, Carmen guarda un especial recuerdo de la tarde en la que todas las generaciones vivas de valencianistas se juntaron en Mestalla. Fue en el partido de Leyendas: «Tengo la entrada impresa porque para mí fue un día muy especial, acudí con mi familia, con mis nietos, que al fin pudieron ver sobre el césped a jugadores de los que yo les había hablado tantas veces. Fue una jornada de emoción. El partido, la marcha... fue un centenario a la altura».

Carmen toma con sus manos el peluche que su marido le trajo de La Cartuja en la final de 1999. IRENE MARSILLA

Guarda con cariño la insignia de oro que le impuso el club por el aniversario. «Este librito es del 75 cumpleaños del Valencia, que nos invitaron, fue el año en el que se estrenó el himno». Guarda miles de recortes de prensa para, de vez en cuando, volver a revivir algunos de los momentos en los que ha sido tan feliz. Cada quince días acude a Mestalla, a su casa de siempre, que no se imagina que un día ya no esté. Su asiento está ubicado tras el banquillo local. «Ves mucho interactuar a los entrenadores con los jugadores, identificas a los que son más nerviosos... o tranquilos. Hay diferencia entre Bordalás o los anteriores como fueron Javi Gracia o Celades, que apenas decían nada a los jugadores».

En el sofá de la casa de Carmen, dos cojines del Valencia presiden el comedor de una aficionada que ha encontrado en las redes sociales un lugar de encuentro con otros aficionados del club de su vida: «Mis amigas tienen facebook, pero yo quería tener tuiter para poder hablar del Valencia». De la red social, la llamada de Murthy no es la única alegría que ha recibido.

«Conocí a una familia de Elche. Quedé con ellos y pasé un día fantástico antes del partido, me regalaron una camiseta. Me encanta ese ambiente de 'germanor' que se genera gracias a las nuevas tecnologías». En Sevilla espera coincidir con algunos aficionados con los que interactúa tantas veces y, cómo no, prolongar su condición de talismán con la elástica de Gayà enfundada y rodeada de once miembros de su familia en una ciudad mágica para el valencianismo.

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