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Lino, con el balón controlado. EFE
¿El Valencia sabe lo que se juega?

¿El Valencia sabe lo que se juega?

El equipo sale desconectado ante el Cádiz y vuelve a cometer errores defensivos | El conjunto de Baraja se hunde otra vez en el descenso y acaba penalizado de nuevo a balón parado por falta de contundencia

Domingo, 30 de abril 2023, 13:16

Ya no sabes si es que no dan más de sí, que son unos desahogados o prima la insolencia. O que tras ganar al Valladolid y llegar un carrusel de elogios pensaban que todos eran Maradona. El Valencia se presentaba en el Nuevo Mirandilla sólo con dos puntos por encima del descenso. Seguramente habrá futbolistas que no consultarán ni la clasificación, que viven ajenos a la realidad. Algunos pensarán que con esos tres puntos del jueves ya no había que seguir esforzándose. ¿La plantilla sabe lo que se está jugando? ¿De verdad que hay que explicárselo? ¿Cuando miran a la grada y ven a medio millar de aficionados que han sufrido un viaje de diez horas de ida y otras tantas de vuelta no les genera responsabilidad? Parece que no. Lo admitió Hugo Duro al acabar el partido y lo refrendó Baraja. «Ellos sí han salido como si fuera una final», vino a decir el delantero. Es decir, el Valencia se plantó en el césped a coser y cantar, a disfrutar del domingo. Al solecito. No se puede ser más desconsiderado. Y el entrenador hablaba de desconexiones y de cosas «que no se acaban de entender». Pues alguien debería hacer que percibieran la situación. Es grave, gravísima. El Cádiz, más liberado en tabla, sí se dejó la vida. «Sabíamos que era una final y salimos a tope desde el minuto 1», reseñaba Escalante. Como debe ser. Para eso le pagan. Y porque esos jugadores sí son conscientes de lo que significa un descenso a Segunda. El tramo liguero ante conjuntos de la zona baja ha finalizado con dos victorias y una derrota. Pero ante rivales directos las cuentas son un drama, con sólo ocho puntos conseguidos de veintisiete. Y si buscas las razones te salen mil. Una de ellas es el balón parado. Una auténtica tortura. Todos los saques de esquina, de banda y de falta tenían como receptor un jugador del Cádiz. Hubo peligro en todas y cada una de esas acciones. Hasta que llegó el gol. Era previsible. ¿Para qué quieres tres centrales si no sabes defender? ¿Para qué quieres un lateral derecho con fortaleza física si llega un saque de banda y no sabes dónde ponerte para marcar al delantero? Eso le pasó a Foulquier. ¿Es culpa suya o del entrenador? Porque estas cosas deberían entrenarse durante la semana en Paterna. Demasiadas preguntas y las respuestas escasean. Mala pinta.

Baraja no tiene la culpa de la plantilla que dirige. Se encontró este equipo y tiene que asumirlo. Pero sería recomendable partir de inicio con once jugadores y no con nueve. Porque partir con Foulquier e Ilaix Moriba es hacerlo disminuido en tus fuerzas. Son irrelevantes. Sorprende que después de los momentos decisivos de Javi Guerra ante el Valladolid, Baraja prefiera al excanterano del Barça. O que en la cantera no exista un lateral derecho mejor que Foulquier. Al menos ya ha vuelto Correia. Baraja, además, optó por renovar el once inicial. Son tres partidos en siete días y hay algunos que al tercero habrá llegado fundido. Pero este Valencia sin Gayà es mucho menos Valencia. Y la ausencia de Almeida también influye al tratarse de los pocos jugadores con posibilidad de creación de juego. Es difícil encontrar alguna jugada en la primera mitad con más de tres toques entre jugadores blanquinegros. El equipo va siempre a contracorriente y acelerado. No sabe descansar con balón. Porque no lo tiene. Porque no sabe mantenerlo. Y eso se consigue con futbolistas con criterio. Pero desde el club se insistía que no había que acudir al mercado de invierno porque no había ninguna posición coja. Que Santa Lucía le conserve la vista a alguno.

La única versión positiva del encuentro fue la personalidad de Diakhaby. En un enclave hostil y tras el disparate del gol del Valladolid, ayer fue el mejor. Estuvo centrado y salvó hasta dos goles claros del Cádiz. Pero el global defensivo es un auténtico drama. Mires hacia donde mires. A los cuatro minutos el cadista Ramos se colaba entre dos centrales que partían con ventaja, luego era Escalante el que la tenía y ahí lo salvó Diakhaby. Hasta que llegó el saque de esquina de Luis Hernández que supuso el primer gol encajado. Todos los equipos de la Liga saben que una de las acciones de peligro del equipo de Sergio González llegan desde la banda. Pues a la primera, fallo. Sobrino, al que nadie molestaba, peinaba el balón y Escalante, solo en el área pequeña, remataba. Mientras, Mamardashvili miraba la jugada como si no fuera con él. Golpetazo antes de enfilar al vestuario para el descanso. Frente al Valladolid todo varió en las entrañas del estadio. En Cádiz se convirtió en un drama porque a los 52 segundos de salir llegaba el segundo con un tanto de Guardiola a centro de Espino. Todo parecía perdido, aunque la esperanza llegó con el gol de Lino pocos minutos después. Un error grosero de Ledesma dejaba el balón al brasileño, que anotaba con sutileza. Volvió la ilusión, y aunque el equipo tomó el poder del balón y la mayoría de ocasiones fueron suyas, todo acabó ahí. Baraja volvió a cambiar el sistema a cuatro defensas. El fútbol mejoró, fue un conjunto más consistente. Salió, además, Diego López y la velocidad en las bandas aumentó. En una escapada del canterano llegó la mejor ocasión del partido, con dos acciones de gol consecutivas que sacaba Ledesma y un defensa tras un remate posterior de Hugo Duro. Apareció también Javi Guerra y dispuso de un lanzamiento desde fuera del área. Esta vez no hubo fortuna. Y de ahí al final. Un chasco. Pero que alguien les explique qué se está jugando el Valencia.

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