Nadie duda de la capacidad de Rubén Baraja y de que en 38 jornadas de Liga –de las cuales ya hay ocho consumidas– es más que probable que haya tres plantillas y sobre todo tres equipos que jueguen peor al fútbol que el Valencia, pero ... desde que terminó el partido frente a la Real Sociedad se ha entrado en una nueva dimensión: la de la necesidad casi vital de sacar puntos de donde sea y como sea. Se acabó ese 'permiso' al que irremediablemente estaba 'condenado' de antemano el Valencia por sus circunstancias. Cuando se conoció el calendario de Liga, unos y otros en el Valencia admitieron que el equipo podía plantearse en la jornada nueve con dificultades extraordinarias en lo que a la clasificación se refiere.
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Y por desgracia para el Valencia, los pronósticos se han cumplido casi al dedillo. Cinco puntos de 24 posibles reflejan a las claras la realidad en la que se encuentra el undécimo proyecto de Peter Lim, posiblemente el más precario de todos desde que aterrizó Meriton en Mestalla.
Primero era el argumento de que cuatro de los cinco rivales a los que se había enfrentado ocupaban las cinco primeras posiciones de la Liga, luego que hay futbolistas que se tienen que enganchar todavía tanto en lo futbolístico como en lo físico y de siempre ha estado presente el tremendo vacío que deja no haber contado con una voz y unas piernas tan importantes como las de Gayà. Aún a pesar de que son razones cada una por separado y todas juntas con suficiente peso y que afectan en la caída libre en la que parece haber entrado el conjunto blanquinegro, lo cierto es que la clasificación no perdona y castiga con dureza tanto las dudas como los comportamientos facilones como los que exhibieron los valencianistas en San Sebastián.
Todo lo negativo que se ha ganado a pulso el devenir del Valencia hasta ahora, se vuelve ahora tan positivo como peligroso. Lo bueno, que el Valencia se las va a ver con rivales como Leganés (recién ascendido), Las Palmas y Getafe. Lo menos bueno, que como se vuelva a pinchar ante ellos, todo se puede desmoronar y a una velocidad importante. Luego viene el Real Madrid a Mestalla y eso es siempre un capítulo aparte.
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De momento en Primera División los clubes están contenidos. En Segunda ha empezado la siega, con tres entrenadores que han volado de sus banquillos cuando ni tan siquiera se ha llegado al primer tercio del campeonato.
A Baraja se le renovaba oficialmente hace poco más de cien días hasta junio de 2026. Absoluta y plena confianza en el vallisoletano por parte de la dirección deportiva y del máximo accionista. El técnico acumula una meritoria carrera como responsable de la nave valencianista, a la que sacó del atolladero en el que ahora se ha metido. Todo lo que se transmite hasta este momento por parte del consejo es que nadie pone en duda su valía.
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Pero el problema viene cuando empiezan las dudas a la hora de determinar si de verdad cala o no el mensaje que transmite a los futbolistas en el vestuario. Sus ruedas de prensa, por ejemplo, empiezan a sonar al mismo guión porque, lógico, los jugadores cometen siempre los mismos errores. Si sobre el mismo césped del Reale Arena, minutos antes de medirse a la Real, el objetivo que se proponía Baraja y Corona era que el Valencia demostrara fuera lo que hace en casa (pese a que sus méritos son discretos), de Leganés este viernes no se puede salir de vacío. A todos se les empiezan a acabar las defensas.
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