Con más puntos que Bordalás y Gattuso mastica ya Baraja, más feliz que unas pascuas, ese tú a tú con Vinicius y compañía en el Bernabéu del sábado que viene. Hacerlo casi desde el mismo peldaño que una Real Sociedad a la que todo el ... mundo llena de elogios es un privilegio casi inesperado porque este Valencia empieza a sumar puntos como churros por muy pesada que pueda resultar la digestión del de este domingo, por ejemplo. Tragarse enterito y sin bostezar este Valencia-Granada requiere un ejercicio de generosidad absoluta, sólo aliviado por esa caricia/manotazo con la que Torrente le obsequió a Hugo Duro y que embriagó por completo al novel García Verdura, el del silbato. Entre los tres montaron un guiso totalmente inesperado hasta para Del Cerro Grande, que desde el VAR ejerció de perfecto invitado por aquello de que a mí que no me diga nadie nada que yo sólo pasaba por aquí. El penalti está abierto totalmente a discusión y se puede interpretar como uno quiera, independientemente del escudo que se tenga en el pecho. Para el árbitro (29 años en su DNI) fue clarísimo el castigo. Estaba tan cerca que hasta debió escuchar el innecesario contacto de la mano del central en la cara del delantero valencianista.
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El problema siempre es el mismo: si fue exagerada la situación y, por supuesto, los criterios que los jueces siguen que consiguen acabar sacando de quicio a unos y a otros. Ese de cualquier forma es un problema que tiene pendiente el arbitraje español y que en este caso permitió al Valencia salir airoso en una tarde en la que los rigores tácticos y la lucha de poderes que marcaron en la pizarra desde los banquillos evitó que el partido ni siquiera llegara al aprobado raspadillo. Por el resultado, fenomenal desde el punto de vista blanquinegro. La gente de Mestalla, en otra entrada de espectadores brutal, se fue feliz para casa porque la clasificación está cada vez más desahogada.
Estaba tan preocupado Baraja de que Paco López no se saliera con la suya convirtiendo el duelo en un ir y venir estresante; y Paco López de que Baraja no exprimiera el contragolpe, que hicieron que el juego se metiera en una trampa de difícil solución.
Ni Fran Pérez, ni Diego López, ni Amallah, ni Hugo Duro –bastante hizo con jugar a lo Napoleón y sacar un penalti casi de la nada–, ni tampoco Sergi Canós... nada que mencionar en cuanto a sus aportaciones ofensivas. Eso da muestras de por dónde transcurrió el ritmo del asunto, porque hasta Javi Guerra se zambulló en esa espesa niebla que también afectó a los andaluces. A Javi Guerra, pese a que a los veinte segundos ya había pegado un zapatazo a portería desde fuera del área, lo tuvo más que controlado Gonzalo Villar, un futbolista que desplegó un sinfín de recursos en un escenario que bien podría haber sido el suyo si hace algunos años entre unos y otros se hubieran hecho mejor las cosas.
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Desde luego, al Valencia se le complicaron todavía más las cosas. A los veinte minutos caía Amallah y en la segunda parte Mamardashvili asustó a la grada echándose mano a la rodilla derecha porque le había caído encima Paulista. El equipo no puede permitirse ningún incidente ya que por mínimo que sea, el riesgo que se corre es grande. Menos mal que en otros casos se observa un crecimiento considerable. Que se lo pregunten a Mosquera, que se merendó a Uzuni y tuvo arrestos para plantarle cara a un Lucas Boyé que casi por lo mismo que costó Cenk se pega con quien haga falta.
Al Valencia le sobraron ganas y le faltaron a veces ideas y hasta físico, y el Granada acabó echando de menos algo de descaro de medio del campo para adelante. Si Uzuni hubiera estado más certero en el balón que le metió Gonzalo Villar para plantarse ante Mamardashvili, o si hubieran acertado alguno de los tres intentos de remate que desde dentro del área de manera consecutiva tuvieron, seguramente el partido hubiera entrado en otras dinámicas, como también si esa expulsión de Paulista que se reclama desde el lado visitante se hubiera llevado a cabo. Pero todo quedó sepultado por ese penalti que de manera tan eficiente transformó Pepelu y que sienta de maravilla. Al valenciano Paco López ese 1-0, el silbido del colegiado para decretar el castigo le acabó de amargar la existencia. Y así se lo quiso decir al árbitro no sólo al final del encuentro sino también al descanso, donde en el túnel de formó un buen lío entre miembros de los dos equipos. La cosa empezó a calentarse cuando Hugo Duro le mandó callar a Paco López en una acción en la que el técnico protestó. Ni estaba Duro para hacer callar a nadie ni López para meterse en fregados que no conducen a nada.
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El diálogo morboso, de cualquier forma, estaba en el palco y no en el césped. A saber qué le decía Layhoon Chan –con más tiempo en el sillón– a su colega en el Granada, la china Sophia Yang. Las dos tienen problemas bastante serios que resolver. En Granada la incógnita es saber qué puede pasar con el bueno de Paco López, aquí encontrar deportivamente alguna explicación que pueda sostener que se apueste por un futbolista que sólo estaba para caricias antes que por Yaremchuk, que saltó al césped para perder tiempo y que nadie sabe todavía cómo ha terminado llegando y para qué al Valencia.
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