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Baraja agradece el apoyo del público tras ganar al Real Madrid. IVÁN ARLANDIS

Baraja honra a Mestalla

Éxito. El técnico ha sabido estar, junto al trabajo psicológico de Marchena, a la altura del club y del viejo estadio ya centenario

Cayetano Ros

Valencia

Lunes, 22 de mayo 2023, 02:05

Rubén Baraja ha sabido, junto a la sabiduría tranquila de Marchena, surfear entre la ola de pesimismo que invadía al valencianismo cuando llegó hace dos ... meses tras la espantada del populista Gennaro Gattuso. El tándem Barja-Marchena ha propulsado a los jóvenes (otro partido enorme de Javi Guerra y de Diego López), ha ilusionado a los veteranos (capital el liderazgo de Gayà) e incluso ha calmado al gigante Mamardashvili (héroe ante el Madrid con tres paradas antológicas, muy nervioso en los partidos precedentes). Ha maquillado, incluso, las carencias de los dos centrales de origen turco, Cömert y Ozkaçar, firmes ante las ausencias de Diakhaby y Gabriel Paulista. Ha evitado, parece, la catástrofe del descenso por la demencial gestión de Peter Lim. El valencianismo no olvida. El día que Peter Lim celebraba su 70 aniversario con una tarta con el escudo del VCF, miles de aficionados le pidieron por enésima vez que se marche. Ya no cuela. Lo coló Salvo en el club sin pedirle garantías de nada, según explica en un libro un exalto cargo de Bankia, y los 46.000 seguidores de ayer en Mestalla volvieron a exigir su adiós. «Pedimos disculpas de parte del valencianismo», dijo Kluivert preguntado por los insultos a Vinicius por parte de algún impresentable tras la portería de Mamardashvili. Los violentos y los racistas también sobran de los estadios.

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Ya pueden sancionar a Fede Valverde. El Comité Antiviolencia se quitó el marrón de encima hace ya un mes y se lo trasladó al Comité de Competición, que se lo tomó con calma puesto que el centrocampista uruguayo del Madrid estaba disputando las semifinales de la Champions frente al Manchester City. Valverde propinó un puñetazo a Álex Baena, mediocampista del Villarreal, después del partido entre ambos conjuntos en el aparcamiento del Bernabéu. Los hechos acaecieron el pasado 8 de abril, pero ni Antiviolencia quiso aplicar la Ley del Deporte, que establece penas, para las agresiones, de uno a seis meses sin entrar a recintos deportivos, ni Competición ha tenido prisa en aplicar el castigo.

El Sevilla y la clase media. El fútbol español está en horas bajas, azotado por el caso Negreira y por la fuga de estrellas tanto de jugadores como de entrenadores en los últimos años, con el sorpaso del calcio italiano al llegar a las tres finales europeas tras varias décadas de ausencia. Ahora bien, el Sevilla, impulsado por un entrenador de los de antes, Mendilibar, de esos de chándal y patada a seguir, ha salvado los muebles en la final de la Liga Europa que disputará ante la Roma de Mourinho después de la caída estrepitosa del Madrid ante el City. Guardiola va siempre por delante. Es el técnico más innovador del milenio. Ha destronado al Madrid, gobernador de Europa primero con Zidane y después con Ancelotti. Pero tanto la Liga como la Federación, siempre tan a favor de corriente de los dos grandes, deberían valorar por una vez la importancia de la clase media. Hace dos años fue el Villarreal y ahora el Sevilla. Allí donde debería estar sin duda alguna el Valencia a poco que lo dirigieran personas decentes.

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