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Jueves, 21 de abril 2022, 18:54
Entre las muchas lecturas que se pueden realizar entorno a la historia del Valencia CF figuraría la relacionada con aquellos míticos bares y cafés que han marcado su recorrido a lo largo de su existencia. Así como otros clubes de futbol surgieron entre las telas de un comercio textil de Madrid, las pesas de un gimnasio de Barcelona, los libros de la escuela politécnica de Sevilla, los específicos de una farmacia del barrio de Benfica o los ferrocarriles de una compañía de Manchester, el Valencia como ya se conoce nace en las entrañas mismo de un negocio de hostelería, el Bar Torino.
Situado en la comercial Bajada de San Francisco, estaba a cargo de su propietario, Enrique Novejarque, que lo inauguró en 1906. Desde sus inicios estuvo muy implicado con la práctica del foot-ball inglés y sus dependencias sirvieron de local social de algunos equipos como el Hispano. Pero lo que le ha hecho pasar a los anales del club fue el servir de escenario del nacimiento del VCF, pues en aquellas mesas se firmó el acta de constitución del equipo el 1 de marzo de 1919 por Octavio Milego, Gonzalo Medina, Pascual Gascó, Julio Gascó, Andrés Bonilla, Fernando Marzal, José Llorca y Adolfo de Moya. Era la culminación final de largas tertulias que estos jóvenes entusiastas tuvieron para crear el equipo más laureado de la ciudad. La fecha oficial definitiva de la fundación será la del 18 de marzo, que coincide con la autorización administrativa de los estatutos.
Pero esto solo era el principio entre una relación sentimental con la hostelería, pues otros establecimientos míticos se encargaron de continuarla y alimentarla hasta nuestros días. Entre ellos el legendario Café Fortis situado al inicio de la calle de la Paz desde 1892, que tuvo en la familia de su propietario, Enrique Fortis Más, un vínculo muy especial con el club a través de sus hijos Enrique y Juan, que formaron parte de la directiva, siendo el segundo el autor de la histórica reseña en prensa del partido inaugural del campo de Algirós.
Fue éste un bar cervecería decorado en estilo cubista, que comenzó a funcionar en 1931 en la plaza Emilio Castelar, entre las calles en Llop y Cotanda, y siempre figurará en los anales de la institución al ser el lugar donde nació la primera peña del equipo, la Peña Valencianista Quiniela Trocadero. Pronto figuró al frente Vicente Arcón Llatas, un gran aficionado de la tauromaquia y el fútbol, que ya estaba presente antes de entrar a este pequeño bar de apenas treinta metros cuadrados, pues en la fachada figuraba una pizarra para anotar los resultados de primera división comunicados por teléfono, y que era la atracción de los aficionados que al congregarse llegaban a cortar el paso del tranvía y que acabó por convertirse en una sucursal de Mestalla con presencia habitual de los jugadores del Valencia CF, con reuniones y tertulias organizadas con aficionados. No menos famosos fueron los conocidos calendarios publicitarios que patrocinaban para el seguimiento de todos los partidos de la temporada. Coincidiendo con la final de la Copa del 29 de junio de 1941 en Madrid, que representó el primer titulo nacional tras vencer al Español de Barcelona, con el equipo de la delantera eléctrica formado por Epi, Amadeo, Mundo, Asensi y Gorostiza, el dueño del Trocadero apareció allí con varias botellas de champán que Lelé se encargó de vaciarlas dentro del trofeo para que todos bebieran del mismo, en una imagen que pasó a la historia del valencianismo. Pero el tiempo se detuvo en el año 1990, cuando cerró de forma definitiva quedando almacenadas para el recuerdo todas las anécdotas vividas.
En el entorno de la plaza del Ayuntamiento estuvo también la Cervecería París, en la esquina a Marqués de Sotelo, donde era cliente asiduo el entonces secretario técnico del Valencia Luis Colina, y departía con los aficionados después de los partidos, y muy cerca de allí cobró fama futbolística El Fénix, inaugurado en 1932 y en activo hasta 1960, célebre por su cerveza de barril, que pronto quedó constituido como un cuartel general de deportistas, jugadores, federativos, árbitros de fútbol, boxeadores, managers, cuidadores, masajistas, pelotaris o ciclistas. No en vano, fue lugar habitual para la celebración de homenajes a algunos jugadores. Fue asimismo sede de la Federación Valenciana de Boxeo y puesto de venta para las entradas de los partidos de fútbol.
Otros dos negocios cercanos también crearon con los años una relación especial, por una parte Noel, local originario de 1947 del que ha llegado a nuestros días el precioso mural de Joaquín Michavila que representa un lance de juego entre el Valencia y el Levante, hoy conservado en la sede del Valencia de la calle Micer Mascó, como también la famosa Casa Balanzá nacida en 1881 que terminó en manos de Enrique Grau en 1978 e inmediatamente la vinculó con el deporte en general y el VCF de forma particular, y allí estuvieron en exposición para deleite de los aficionados los trofeos conquistados en la época, como la Copa del Rey de 1979 o la Recopa de Europa de 1980.
Los mismos integrantes de la plantilla emplearon parte de su réditos para crear algunos comercios relacionados con la hostelería, entre los que destacan el implacable goleador Edmundo Suárez Trabanco, Mundo, que fundó la mítica Casa Mundo, en la calle don Juan de Austria, poco después de regresar del Alcoyano, donde acabaría su carrera como jugador. Compatibilizó su trabajo como entrenador del Valencia con la atención de la barra, en la que los aficionados le hacían llegar sugerencias sobre sus alineaciones. Otro tanto ocurrió con el Líbano, promovido por el delantero brasileño Walter Marziano de Queiroz en 1959 y que perduró hasta el año 2015, si bien el famoso jugador falleció tan solo dos años después de la apertura en un accidente de tráfico en la carretera de El Saler.
A día de hoy perduran algunos establecimientos que mantienen y continúan el nexo especial con el club, entre los que destaca Maipi, de Gabi Serrano y Pilar Costa, caracterizado desde sus inicios en 1983, por ofrecer un producto de alta calidad con un servicio eficiente que suma a una buena compañía. Decorado con numerosos recuerdos del VCF, por sus mesas han desfilado Eizaguirre, Di Stéfano o Luis Aragonés, pasando por todos los que hicieron de ésta su casa y su lugar de tertulia como punto de encuentro entre futbolistas y periodistas. En su barra se han sentado jugadores emblemáticos como Penev, Quique, Voro, Angulo, o Cañizares entre algunos ejemplos.
Por último no hay que pasar por alto el Amstel Bar Torino en la avenida María Cristina, alojado en el Bear Club, y que abrió sus puertas coincidiendo con el centenario en el año 2019, intentando recrear la esencia del antiguo Bar Torino de la década de los años veinte, desde la decoración a la vestimenta de los empleados. En la planta baja alojó una exposición donde, junto a una réplica del trofeo de Copa obtenido en 2008, figuraba una selección de fotografías que narraba los acontecimientos más destacados de la historia del club.
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