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Dani Parejo alza la Copa del Rey en el Villamarín. tXEMA rODRÍGUEZ

El colofón soñado al Centenario

Octavo título de Copa. El Valencia lograba en 2019 el trofeo contra pronóstico ante el Barça de Messi. El último servicio de Marcelino

Paco Lloret

Valencia

Sábado, 23 de abril 2022, 01:15

La final de Copa de 2019 fue lo más parecido a un cuento de hadas. Todo salió a pedir de boca. Un guión que ... atrapa por su emoción y un desenlace maravilloso. El Valencia se proclamó campeón en el ejercicio de su Centenario tras superar en la final al Barcelona, el rey del torneo, que había vencido en las cuatro ediciones anteriores de forma consecutiva. Una marea valencianista peregrinó hacia Sevilla con la ilusión de ver la coronación de su equipo en el Benito Villamarín, un escenario novedoso. Por cuarta vez, ambos equipos se medían en la lucha por el título. Se repitió una constante como en las tres anteriores, el conjunto de Mestalla llegó a dominar el marcador por 2-0 tras los goles madrugadores de Gameiro y Rodrigo.

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En realidad, el partido empezó a ganarse en las calles de Sevilla desde muchas horas antes, cuando los miles de incondicionales del Valencia se impusieron con su entusiasmo a los alicaídos hinchas del Barça, todavía traumatizados por la reciente eliminación en la Champions ante el Liverpool tras caer en Anfield por 4-0. En los prolegómenos también se percibía mayor alegría en el lado ocupado por la afición valencianista dominado por el color blanco. El despliegue de la pancarta gigante con el lema «Soñar que no tenemos techo» y la imagen icónica de Kempes con los brazos abiertos celebrando un gol, escoltado por David Villa y Pipo Baraja, añadió más sentimiento.

El equipo dirigido por Marcelino llegaba a la final como una locomotora al máximo de revoluciones, con la moral por las nubes tras haber alcanzado la plaza para la Liga de Campeones en la última jornada de Liga. Sólo faltó superar al Arsenal en la semifinal de la Europa League para completar la carambola a tres bandas. De aquella edición de la Copa se recordará como el episodio decisivo la inverosímil remontada, con dos goles en apenas un minuto- logrados en tiempo añadido- ante el Getafe, en el duelo de vuelta de cuartos tras haber perdido en el Alfonso Pérez por 1-0, un duelo envuelto de tensión que añadía más leña al fuego de la rivalidad entre ambos conjuntos y que condicionó la atmósfera de Mestalla. La noche no pudo empezar peor, gol visitante al primer minuto. El Valencia no podía superar al conjunto de Bordalás aunque dispuso de algunas oportunidades claras antes del descanso.

En la segunda mitad el once valencianista se lanzó al abordaje y emergió la figura de Rodrigo Moreno, autor de los tres goles que dieron el pase a semifinales. Hubo otro tanto anulado, pero los valencianistas no se desmoralizaron y redoblaron los esfuerzos hasta conseguir su objetivo. En el minuto 90, el marcador reflejaba tablas y el Getafe había perdido a su central Djené, expulsado. Al inicio de la prolongación llegó el segundo tanto local que acercaba el milagro. Un minuto después, el Getafe pudo marcar, pero el remate de Jorge Molina se estrelló en la espalda de Hugo Duro con Jaume batido. A renglón seguido, el Valencia arma un contragolpe que culmina Rodrigo con el gol de la clasificación. El delirio en las gradas y, poco después, la batalla campal sobre el terreno de juego con los jugadores y miembros del banquillo, enzarzados en una monumental pelea.

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El cruce con el Betis de semifinales se recibió con satisfacción. En la ida, los verdiblancos llegaron a disfrutar de dos goles a favor, pero el conjunto de Marcelino reaccionó y alcanzó el empate con Cheryshev y Gameiro –dos exsevillistas– como goleadores. El Valencia encaraba el duelo de vuelta en medio de un ambiente apasionado, con el campo engalanado y un recibimiento apoteósico a los jugadores. Los dos goles de la ida concedían una importante ventaja que el Valencia administró con criterio hasta que, una vez más, Rodrigo batía el portal verdiblanco. Un tanto que certificaba el pase a la final. La fiesta se prolongó hasta la madrugada junto a Mestalla.

El espíritu del Centenario, el fervor de la hinchada, los mecanismos de un equipo que jugaba de memoria y la capacidad estratégica de Marcelino desembocaron en un triunfo inolvidable. El Barça, ganador de finales, se vio en una situación que no dominaba. Ernesto Valverde, su entrenador, modificó el once en el descanso con un 2-0 en contra. El Valencia aguantó las acometidas del rival, buscó el tercero, perdió a su capitán por lesión y sufrió lo indecible con el gol de Messi. Sin Dani Parejo en el terreno de juego, Coquelin hubo de multiplicarse en el centro del campo mientras que la pareja de centrales, formada por Paulista y Garay, completaban una actuación impecable. Guedes pudo poner la guinda pero el portugués desaprovechó sendas oportunidades clarísimas en los compases finales con la defensa blaugrana desguarnecida.

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Cuando se consumó el triunfo, el valencianismo explotó de júbilo. Las imágenes de emoción desbordada sobre el césped y en la grada reflejaban la trascendencia del momento. Se confirmaba que los años que acaban en nueve son propicios, la de 2019 era la cuarta Copa que se conquistaba con esa numeración después de las de 1949, 1979 y 1999. Parejo recibió el trofeo entre aclamaciones. Jaume emuló a Quique en la final del 54 y se subió al larguero. El Valencia tocaba el cielo.

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