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Peleando en la zona templada o de los mediocres, según la exigencia que cada uno quiera aplicar; con una media de puntos que no ... da ni mucho menos para alcanzar puestos europeos (acabaría de seguir así con 48 y en los últimos veinte años con esa puntuación no se ha pasado de la novena plaza); con los mismos problemas en defensa que al principio; con un juego demasiado dubitativo en ocasiones –hasta en Mallorca y pese al 0-1–; con futbolistas que, salvo algunas excepciones, no acaban de aportar lo que se esperaba de ellos; con un vestuario al que le cuesta digerir el discurso de su entrenador cuando dice entre otras cosas que falta oficio; y con un Bordalás que mantiene casi intacta la confianza de la afición pero cuya tensión pública traslada una sensación de incómoda inquietud interior. El Valencia ha cerrado ya dos tercios de esta Liga que lleva camino de no pasar a la historia, salvo por el apunte de la Copa del Rey.
Todo el Valencia, incluido ahora sí Meriton, tiene la final copera como única solución para arreglar de manera brillante una campaña cuyo brío se ha ido diluyendo conforme han ido pasando las jornadas. Sólo hay una apuesta: la de este miércoles. El matiz es que no sólo hace falta eliminar al Athletic, en el caso de lograrlo, luego hay que ganar la final. Perder ese partido de La Cartuja es una puñada que nadie desea. Pero el Valencia de Liga sólo da para navegar en aguas sin premio.
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