«¡Queremos la Champions!». Así, embriagados de felicidad, crecidos por el título de Copa, sin antestesia que valga y muy propio de la afición del Valencia. Con ese cántico recibieron los peñistas hace justo un año a la delegación oficial encabezada por Anil Murthy –todavía bienvenido– que pasó por la Convención de Peñas en Alzira. Qué ingenuos. Meriton ya estaba por entonces buscando fórmulas para darle la vuelta al club como si de un calcetín se tratara. De la ilusión de aquel popular encuentro, doce meses después se ha pasado a la debacle que asoma a la vuelta de la esquina (se puede acabar unécimo) si no lo remedian casi de milagro los jugadores de Voro y un sinfín de coincidencias que ya no dependen del Valencia.
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El equipo se ha diluido en un año con una exagerada pulcritud singapurense hasta el punto de que las palabras que pronunció Marcelino en ese momento ante los aficionados cobran ahora todo el sentido del mundo: «La humildad es un tesoro porque nos permite ver la realidad. Cuando la perdemos, también dejamos de ver las cosas como son». Todo un visionario el técnico asturiano, sabedor ya de que la algarabía exterior ocultaba los ruidos internos.
Por entonces, los problemas del Valencia supuestamente se resumían en buscarle un vuelo a Maxi para que viniera y firmara. Todo era espuma ya que el resto de la faena estaba hecha. Mentira. Las apariencias engañaron a todos. Lo que históricamente debía servir para ilusionar al pueblo, para Meriton, cada convención de peñas, le ha supuesto una trampa. Allí quedó en evidencia por lo de Alcácer y el verano pasado, cuando todo alrededor era fuegos artificiales, Lim ya tenía más que claro que había que buscar una fórmula y el momento adecuado para ventilar a Marcelino y Alemany porque no encajaban.
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En doce meses Meriton ha sido capaz de dinamitar todo lo construido hasta el punto de que sobre el césped de Leganés, el vestuario puso en evidencia la sospecha de una grieta difícilmente salvable para la propiedad. La escasa aportación de los jugadores refuerza la idea de que a Meriton le van a poner las cosas todavía más difíciles este verano.
Sólo hay que empezar a sumar elementos para ver hasta dónde ha llegado la extraña catarsis de este club que hasta el médico del primer equipo –el tercer cambio en ese área– ha presentado la dimisión. ¿Y qué dicen los consejeros? Murthy está refugiado en el silencio y el resto transmite que están en permanente contacto en busca de soluciones.
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Al Valencia se le está escurriendo Europa y por ello un caudal significativo de ingresos, justo en un momento en el que todo vuelve a estar en el aire: sin director deportivo; sin entrenador; con jugadores que se plantean por incomodidad un cambio de aires; sin proyecto deportivo claro; sin saber si la política de cantera (así insiste Murthy) afecta a Guillamón y Ferran; sin servicio médico; con un patrocinador en el aire; con una ATE sin resolver...
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