Guedes saca brillo al candado de Bordalás

Tras la goleada del Barça en Mestalla, el pasado 20 de febrero por 1-4, la versión más cabreada de José Bordalás sentenció que en su cabeza tenía bastante claro cómo acabar con la sangría goleadora de su equipo pero que no lo iba a decir en público. Desde entonces, su equipo ha dejado la portería a cero en cuatro de los siguientes cinco partidos y el único gol recibido fue uno en propia puerta, de Guillamón en la victoria ante el Granada. En resumen, los de Mestalla no reciben un gol de un rival desde hace un mes, enlazan tres partidos fuera de casa sin encajar y dos en total con la portería a cero por primera vez esta temporada (cuando había recibido 42 goles en los primeros 25 partidos). El Valencia demostró en Elche, además, que ese cambio radical de tendencia no es cuestión sólo del sistema. Es cierto que esta secuencia de partidos arrancó con la llegada de los tres centrales al once pero ayer se logró el mismo efecto volviendo a un clásico 4-4-2, con Paulista descansando y Guillamón haciendo pareja en el mediocentro con Carlos Soler.

Quién está sacando brillo al candado de Bordalás es Gonçalo Guedes. El portugués disfruta cuando tiene espacios y ha mutado su gesto taciturno, gruñón y con la cabeza gacha por el de la sonrisa permanente, la cabeza alta y la celebración de goles como si estuviera en una pista de despegue con las alas abiertas. Es cierto que demostró que cuando un delantero está en racha... le sale todo. Tras un buen desmarque, y asistencia de Soler, convirtió un posible penalti de Mojica en un gol de retruque donde golpeó con la espinilla y la parte posterior del muslo un balón en carrera, ya con el meta rival en caída, que acabó trotando en el fondo de la red. La victoria hubiera sido incluso más clara, pese a lanzar sólo tres veces entre palos, si Maxi Gómez no estuviera en las antípodas de acierto de un Guedes que cuenta con 13 goles esta temporada. El uruguayo tuvo dos grandes opciones de marcar... pero sigue negado.Esta versión granítica del Valencia, que se ha asentado a un mes vista de la final de Copa, desespera a los rivales. El mantra del juego trabado de los equipos de Bordalás es, en muchas ocasiones, absurdo. Las quejas ayer del Elche tras la derrota por las interrupciones de los valencianista se contesta con el 18-13 de la estadística oficial de faltas del partido. Los del 13, los de Bordalás que han sumado 10 de los últimos 12 doce puntos en Liga y que están ante la última oportunidad de luchar, vía Liga, por un puesto continental. Con 40 puntos están a siete de la Real Sociedad que cierra la franja de la Europa League y que hoy visita al Sevilla.

Esa puerta abierta a tener un objetivo deportivo liguero, algo que no estaba nada claro en el arranque de 2022, a buen seguro que no hará a Bordalás cometer más riesgos de los necesarios en los cuatro partidos que le restan antes de la final copera contra el Betis. Ayer, Paulista no se vistió tras sus molestias de la semana.

El cambio de dibujo no le sentó mal a los valencianistas, que plasmaron a la perfección antes de los diez minutos una jugada de pizarra que acabó con gol de Guillamón pero anulado por el VAR. Es cierto que ese 'palo' maridó con algo de gaseosa el buen arranque de un equipo arropado por más de 300 seguidores en las gradas del Martínez Valero pero el empuje del Elche siempre terminó en el muro que formaron Alderete y Diakhaby para que al descanso los de Francisco aún no hubieran sumido ningún tiro a portería. Al Valencia no se le descosió la maraña defensiva ni tras la salida del campo de Diakhaby nada más arrancar la segunda parte, aquejado de un dolor en la muñeca. La cara de Bordalás fue de fastidio pero con la entrada de Moriba, bajando a Guillamón al centro de la zaga, no cambió el guion del partido. Ayudó, eso sí, que a los pocos segundos se sumara el gol de Guedes que acentuó más aún los papeles de un partido donde el Elche, con más corazón que fútbol, intentó empatar ante un equipo con muchos más espacios donde Guedes siguió demostrando que para él ese escenario es como un jardín de infancia. Disfruta. Sólo faltaba por emerger la figura de Mamardashvili. El georgiano, sin tener que hacer ninguna parada descomunal, siempre mostró seguridad en la acometidas de Boyé, Morente o Pere Milla. Tan sólo fue superado en el gol ilicitano que fue anulado por un claro fuera de juego en Enzo Roco. En los últimos minutos, el Valencia desesperó (en eso sí que han aprendido a tener mucho más oficio los de Bordalás en el transcurso de la temporada) a un Elche donde Mojica acabó expulsado tras un menosprecio al colegiado y donde Francisco acabó protestando, a viva voz, cada lance donde un jugador rival caía al suelo. El muro de Bordalás sigue haciendo amigos.

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