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Lato peleando por el balón con un jugador del Valladolid. EFE/ R. García
Valladolid - Valencia | Gennaro, ¡a uno del descenso!

Gennaro, ¡a uno del descenso!

El Valencia puede marcar en la primera parte pero en la segunda se descompone | El gol llegó en el 90' y el árbitro pasó por alto dos caídas en el área local y una tarjeta roja a un jugador del Valladolid

Domingo, 29 de enero 2023, 13:48

El mismo hombre que en verano sacó al valencianismo de la depresión permanente a la que le ha empujado en estos últimos años Meriton, pilota ahora un proyecto que se desliza cuesta abajo y sin frenos. Mirar la Champions es un atrevimiento (está 14 puntos), pero siendo el decimocuarto clasificado, el pánico es que el descenso está a tan sólo un punto. De nombre Gennaro y de apellido Gattuso, el italiano ha entrado en la misma desesperación con la que se pronuncia su equipo, que por desgracia está a punto de terminar la primera vuelta siendo candidato a pelear por no caer a Segunda. Suena extraño pero el Valencia es lo que es y no da para mucho más. Gattuso es tan sólo un poco más culpable que sus futbolistas por ser el responsable de este grupo al que han enviado Miguel Ángel Corona y sobre todo Peter Lim a luchar a una batalla casi con lo puesto. A este Valencia no le da desde luego para salir vivo de La Cerámica, pero lo más sangrante es que tampoco le llega    para empatarle al Cádiz o para ganarle al Almería en casa, y no tiene tampoco argumentos suficientes para evitar una descomposición que acabó con sus huesos esparcidos por la hierba de Pucela. Rivales todos ellos de tal 'enjundia' que provoca hasta vergüenza plantearse los motivos que han hecho que el equipo haya ido arrimándose cada vez más a la zona del bochorno.

Por supuesto que se le puede echar la culpa esta vez a la ceguera de Figueroa Vázquez o a los dudosos criterios de su colega Iglesias, sentado bien calentito en la sala VOR, pero el juicio estaría sesgado si no se contemplara la agria transformación que experimentaron los valencianistas en el descanso. Todo lo aparentemente bien que se había pronunciado el equipo en el primer tramo de partido, se lo dejó en el vestuario por una segunda mitad en la que de no haber sido por Mamardashvili, el encuentro se hubiera decidido mucho antes y no en ese último minuto como acabó ocurriendo.

Hay cosas que empiezan a tener una difícil explicación. Por ejemplo, la titularidad de Mosquera en el lateral derecho justo en el partido más comprometido de la temporada (aunque ahora lo van a ser todos);la cabezonería de meter a Lato por la derecha; la entrada de Jesús Vázquez como extremo diestro o la insistencia de Cavani a caer en banda. Seguramente, todos son hechos aislados de menor importancia pero que sumados ellos al declive colectivo sitúan en primer plano la figura del entrenador. Gattuso va a seguir porque es quien mejor conoce hoy por hoy a los futbolistas y porque más fidelidad a Meriton no le puede tener el italiano. No es tan dócil como Celades, pero llegó el italiano con la lección bien aprendida de Javi Gracia y Bordalás. Eso sí, el italiano tiene que empezar por aclarar sus ideas y sobre todo hacer que el resto vuelva a creer en ellas.

Fue de hecho este tipo de síntomas los que quedaron plasmado en ese primer tiempo que, sin ser exquisito, al menos sí resultó algo esperanzador desde el lado valencianista. La más clara la tuyo Yunus Musah, tras un envío inteligentísimo de Samu Castillejo –totalmente fuera de su sitio–, pero la finalización del internacional norteamericano no fue la adecuada.En un uno contra uno ante el guardameta y con Lato esperando el servicio, el balón tiene que entrar sí o sí en la portería. Fueron minutos en los que el Valencia se lo estaba creyendo, con bastante dinamismo de sus jugadores y con Almeida ejerciendo de brújula. La única duda era la del marrón que le había caído al joven Mosquera, con un Machís al que le sobra fútbol de calle y que se hinchó a meter balones al área. Como en el gol.

Se veía venir, porque el Valladolid ya venía dando serios avisos. Que le pregunten a Mamardashvili, que le salvó una a Machís con la mano izquierda, otra a Plata cuando éste pilló durmiendo a Gayà, o cuando Óscar Plano empezó a sembrar el terror en el área, primero marchándose con excesiva facilidad de Cenk y después rematando muy alto un centro, cómo no, de Machis. Ver al Valencia en este desaguisado general no resultó ninguna sorpresa porque este tipo de comportamiento lo ha venido haciendo en los últimos partidos. Gattuso estaba intuyendo el desastre, por eso aprovechando la lesión de Gayà decidió cambiar a una defensa de cinco, quitando además a Lino y al desdibujado Cavani para dar entrada a Kluivert y a Marcos André.

Eran minutos en los que el Valencia ya estaba boqueando, con más miedo a perder que a cualquier pensamiento ambicioso. Es lo que tiene mirar hacia abajo, cuando el miedo hace que el balón y el escudo pesen más de la cuenta. De nada sirve que Comert le pegue descaradamente la bronca a Yunus tras el gol, cuando lo mejor que podían hacer todos es encerrarse a reflexionar otra vez en Paterna. Pero esta vez, que convoquen de paso a Corona y también a Peter Lim, que parece mentira que lleve tantos días sin hablar con el entrenador.

El Valencia, por su tendencia menguante, se ha convertido en un equipo del montón, al que los rivales y los árbitros le han perdido el respeto. Sólo así se entiende que no se pite penalti por el pisotón a Lato o por el contacto con Lino en la primera parte. Ahora toca el Bernabéu y una segunda vuelta terrorífica. Qué pena.

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