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Guillamón y Vencedor disputan un balón

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Guillamón y Vencedor disputan un balón AFP

Marcos André camufla una semana negra

El brasileño marca su primer gol con el Valencia y maquilla el evidente bajón de rendimiento sin Soler ni Gayà en el equipo

Sábado, 25 de septiembre 2021, 15:28

La imagen de Marcelino abrazándose y bromeando con Paulista, Cillessen o Jaume demuestra que la herida causada por el ataque de celos de Meriton sigue abierta. Bordalás, alter ego del asturiano, ha contenido la hemorragia de la temporada pasada pero sigue trabajando para suturarla. La venda del técnico alicantino empezó a sangrar el pasado domingo, cuando trascendió que Gayà no estaba en condiciones para enfrentarse al Real Madrid. Siguió impregnándose con la tempranera sustitución de Carlos Soler y terminó de mancharse con la ruinosa primera parte en Sevilla. Este equipo, sin la raza y calidad de los dos canteranos, rinde menos, pero mucho menos. Volvió a evidenciarlo contra el Athletic del técnico que sigue idolatrando Mestalla. Sólo Marcos Andrés maquilló los males de un bloque que, pese al empate, cerró una semana ominosa: un punto de nueve desde que la afición se ilusionó con ganar y liderar la Liga.

Dentro del particular y ya manido 'es lo que hay' del Valencia, el brasileño representa la mejor noticia. Ante el sonrojo a las primeras de cambio de la unidad B, la única inversión notable de Meriton en años se erige como un brote verde. Frente al enésimo partido de pólvora mojada por parte de Maxi Gómez, con la guinda de una expulsión absurda, quizás Marcos André empezase ayer a ganar la batalla por la titularidad. Desde que accedió al césped dio dinamismo al ataque, gozó de una clara ocasión y estuvo donde se le exige a un '9' (y además fue certero en el remate) en la acción del empate.

Pero ese brote verde, ni de lejos, esconde las carencias. En el lateral izquierdo, por mucha voluntad que le ponga, Lato no es Gayà. Sufre y los rivales lo saben. El Athletic percutió por su flanco, aunque el centro más peligroso de la primera parte, paradójicamente, llegó desde la derecha. El conjunto rojiblanco tiene en el juego aéreo uno de sus fuertes, pero el Valencia padeció más de lo que debiera en los balones al área. El cántaro fue tantas veces a la fuente, que en la segunda parte acabaría rompiéndose.

Hasta el descanso el partido fue un nuevo pulso entre Marcelino y Bordalás. Igualado, con ratos para cada uno, pero sin ocasiones muy claras. Yunus, aunque sea por su velocidad, aporta mucho más que Jason, pero es demasiado intermitente, como Hugo Duro. Y así, resulta complicado hacerle daño a un rival bien armado como el de Marcelino.

Paulista y Alderete, espectaculares pero siempre al límite, defendían a Williams, el más peligroso del Athletic. Mientras, Unai Simón parecía vivir una tarde plácida, hasta que tuvo que estirarse ante el trallazo de Wass, lejano pero que si no llega a ser porque el portero internacional lo desvía al palo, cambia de repente la historia del partido.

El danés, fichado aún en la era Marcelino/Alemany, es imprescindible para Bordalás. Murthy debe echar el resto en renovarlo. Sin duda, ninguna, como la necesidad de trabajar la defensa. Con Alderete como compañero de Paulista hay una mayor sensación de seguridad, pero el equipo sigue teniendo sus cortocircuitos. Como el del 0-1: incomprensible que en un córner esté libre de marca uno de los centrales de la Liga que más rendimiento saca a este tipo de acciones. Claro está, Iñigo Martínez agradeció el regalo y cabeceó de forma certera lejos del alcance de Cillessen. Nada pudo hacer el neerlandés, que en el recurrente debate de la portería hizo tablas con Mamardashvili, a pesar de su plástica estirada para evitar el 1-2 en la última acción: claro está, otro balón a la olla mal defendido por el Valencia.

Bordalás recurrió a Marcos André y le salió bien. El brasileño tuvo el empate pero no afinó en la definición ante la salida dubitativa de Unai Simón. Mientras, Maxi Gómez, currante como nadie pero sin incidencia de cara al marco contrario, se pasó de revoluciones y vio una segunda amarilla tan justa como innecesaria. La tragedia parecía servida hasta que, en el añadido, Guillamón trazó un pase de genio, Guedes creyó que ese balón no se escapaba por línea de fondo, lo peleó y lo puso donde duele. Marcos André remató, certero, asegurando su primer gol con el Valencia y minimizando los daños de una semana trágica.

El uno de nueve deja ahora seis días para la reflexión y para el trabajo. Urge mejorar atrás, acabar con esas desconexiones que tan caras han costado contra Real Madrid, Sevilla y Athletic. Con eso, hay mimbres de sobra para ganar en Cádiz, que con todos los respetos no es ninguno de los rivales de las últimas jornadas. Y después, a aprovechar el parón para vaciar la enfermería.

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