Piccini pone la guinda a un día de pasión

Por eso cuando Piccini vio la hábil dejada de cabeza de Diakhaby, no le pegó con el empeine, le pegó con el corazón. Así también se consiguen los logros. Que se lo pregunten a él precisamente, que sabe muy bien lo que cuesta nadar un día tras otro contracorriente. Piccini, que desde agosto de 2019 vive un auténtico calvario en lo personal que le llevó incluso a plantear el quitarse las botas de manera definitiva y dedicarse a otras cosas, volvió a darle el triunfo al Valencia. Hace tres años y contra el Huesca pasó lo mismo. Aquel día la guinda la puso segundos antes de que el árbitro resolviera el asunto. Esta vez, a apenas cinco minuto para llegar al 90'. Demasiado tiempo quizás porque lo cierto es que hubo margen suficiente para que Carrillo amargara la tarde. Se veía venir. El golpeo del argentino fue interrumpido por la pierna de Cillessen cuando el balón sobrevolaba la misma línea de gol. El VAR determinó que el balón no traspasó toda la raya. Por milímetros.

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Y es que, al Valencia le va la vida en cada partido. Necesita poner en el cesto mucho de su parte para sacarlo adelante. Es lo que tiene este equipo, que a la mínima que se despista se la cuelan. El Elche, por ejemplo, no es teóricamente un rival de mucha enjundia, pero el Valencia sigue teniendo fases de los partidos en los que le cuesta mantener la tensión necesaria. Por eso cuando llegó el empate de Boyé, a pocos les cogió por sorpresa. Se veía venir desde minutos antes, cuando Francisco revolucionó a su equipo con los cambios metiendo más leña. El banquillo del Valencia tardó más de la cuenta en buscar soluciones, cuando ya el sistema se descosía. El tanto visitante lo confirmó. El despiste de Foulquier y del marcaje en zona en el primer córner del Elche fue más que evidente.

Hasta ese periodo, la verdad es que el Valencia se había desenvuelto bastante bien. Sobre todo en los primeros minutos, cuando el tú a tú apuntaba todavía cierta incertidumbre. Soler fue el primero que pudo marcar, después la tuvo Hugo Duro rematando de cabeza y más tarde llegó el tercer impacto de salud imprevisto: Lato se lesionaba en los isquios y en su lugar, con Gayà sancionado, Correia aún renqueante y Wass destinado al centro, tuvo que salir Piccini. Bendito cambio. La pena de Lato por ese nuevo percance la compensó el italiano en beneficio del colectivo.

El Valencia había dado la primera pedalada de la escalada con un zapatazo de Guedes que tras tocar en un defensa cogió todavía más maldad. El portugués apareció en el once esta vez tras el tirón de orejas inicial de Vigo (donde entró en el 83') y un balón casi inocente en largo de Cillessen lo convirtió en oro tras dos amagos casi calcados. Guedes no debe desenchufarse. Ni él ni nadie. No está el Valencia para lujos, Piccini no lo permitiría.