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Un dolor de muelas. Gayà, Hugo Duro y Soler tratan de frenar a Isi, uno de los mejores del Rayo.

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Un dolor de muelas. Gayà, Hugo Duro y Soler tratan de frenar a Isi, uno de los mejores del Rayo. EFE

Al Valencia le falla la barra de la energía

El equipo se adelanta en una primera parte con la intensidad que busca Bordalás pero está a punto de perder en la segunda

Sábado, 27 de noviembre 2021

En una era en el que el mundo se para si falla la tecnología, resultará gráfico afirmar que al

En todos ellos, el muñeco que maneja el usuario se va quedando sin vida conforme ataca, salta o recibe impactos. Y justo eso le sucedió a un equipo que ya se ha impregnado de la

Lo preocupante es que lo sucedido frente al Rayo no puede considerarse un accidente. Ha ocurrido ya demasiadas veces. Frente al Mallorca, el Athletic, la Real Sociedad, Sevilla... incluso podría decirse que ante Real Madrid y Atlético. Si empieza bien, se le acaba la gasolina; cuando arranca mal, pisa el acelerador en desenlaces heroicos para rascar algo; y si no hace ni lo uno ni lo otro, tiene sus ratos de desconexión. Los efectos nocivos de este modo de afrontar los partidos -o no saber gestionar las fuerzas- se traducen ya en 7 empates y cuatro derrotas. 26 puntos desparramados por el camino que han asentado a los blanquinegros en la zona tibia de la clasificación, en la de ni sufrir ni aspirar a nada.

Los tres empates consecutivos deben invitar a la reflexión porque en otras tantas formas de gestionar el partido, al Valencia no le ha dado para ganarlo. Contra el Atlético se arregló el desaguisado al final, frente a la Real no fue capaz de elevar la intensidad cuando el rival se quedó con diez, y ayer empezó bien pero acabó desfondándose. Al Rayo se le planteó una batalla cuerpo a cuerpo: líneas juntas, intensidad y concentración máxima en las dos áreas a la espera de que se produjera un error.

El guión salió porque el fallo llegó muy pronto, al cuarto de hora. Destello de Gayà -partido muy discreto pero aún en esos el de Pedreguer siempre aparece- para ponerle el balón a Hugo Duro. Con el madrileño de espaldas al marco, y en el intento de despejar, Saveljich le pateó la pierna. Penalti absurdo pero claro que, en principio, quedó anulado por fuera de juego. Desde la sala VOR avisaron a Hernández Hernández de que la posición era correcta y el colegiado canario acudió a la pantalla para constatar lo que en principio había señalado: la falta del defensor.

Si al equipo no le sonreiría la suerte en la segunda parte, tampoco a Anil Murthy y al resto de los emisarios de Meriton. Quizás se las prometieron muy felices de que con la revisión se consumiera el minuto 19, pero no. Carlos Soler transformó el penalti en el 18 y pico, con el tiempo justo de que Mestalla se tiñera de amarillo y estallara en un multitudinario

Y lo que empezaba a irse era la energía del Valencia, aunque esto fue imperceptible en una primera parte notable que acabó en una oportunidad clarísima en la que Soler eligió mal: buscó a Wass cuando quizás lo mejor era ensayar el remate. Incluso fue bueno el arranque de la segunda, con dos ocasiones claras. Hasta aquí. La barra de la gasolina empezó a parpadear. Hélder Costa agotó el combustible que le quedaba en evitar el empate de Álvaro García, que remató casi sin ángulo cuando ya había superado a Cillessen. En la siguiente, el neerlandés protagonizó la intervención de la tarde en el remate acrobático de Catena, pero nadie llegó al rechace antes que Isi, que fusiló a placer.

Desde entonces, el partido fue más del Rayo que del Valencia, que aún así pudo ganar. Si preocupante es que Maxi Gómez siga negado -mucha pelea pero cero incidencia en área-, aún más que Marcos André tampoco tenga afinada la puntería. El brasileño fue la última baza de un José Bordalás que, viendo que sus dos primeras baterías de cambios no habían surtido efecto, optó por enloquecer el partido.

De las líneas juntas pasó a jugar sin mediocentros, como si enviase el mensaje de quería los tres puntos o ninguno. Pudo llegar el tanto por medio de Hugo Duro, Foulquier o Marcos André, en esa que remató a las nubes desde la frontal. Pero también las tuvo el Rayo, que con un poco de acierto en los metros finales se habría llevado el triunfo. O con fortuna, ya que Álvaro García sí que marcó pero en esta ocasión la escuadra y cartabón tecnológicos quisieron que el delantero estuviese adelantado por escasos milímetros.

Los madrileños acabaron conformándose con un punto que prolonga su buena inercia. A estas alturas pisan puestos europeos en los que bien podría estar el Valencia. Lo positivo es que Bordalás y el equipo están en ello. Si se deja trabajar a los del césped, los partidos ofrecen tramos como para tener cierta ilusión.

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