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Fran Pérez, ante el Celta. Jesús Signes
Crónica del Valencia CF-RC Celta

No hay manera de ser feliz en el Valencia

El equipo blanquinegro se lleva un chasco en la Copa del Rey por su debilidad defensiva. El Celta de Benítez se aprovecha de los errores locales para adelantarse y obliga al equipo de Baraja a exprimirse sin fruto

Miércoles, 17 de enero 2024, 19:17

Los ataques de entrenador suelen acabar en fracaso. Menos si quien lo ejecuta es Rafael Benítez Maudes. Plantó en Mestalla un once que nadie acertaría en las conversaciones de barra. Reservas habituales, jugadores que han estado a punto de irse cedidos y algún otro que ... volvía tras una lesión. Desconcierto primero y confianza después en conseguir el pase a cuartos de final de la Copa del Rey por la vía rápida. Hasta que se movió la pelota. El Valencia, que llegaba hechizado todavía por la exhibición en Cádiz, se topó con el librillo de un maestrillo. El Celta supo apretujar el juego al inicio del choque y desnudó la debilidad defensiva que se proyectaría noventa minutos después en un chasco inesperado. Una indecisión entre Jaume y Yarek valió el primer gol gallego y un penalti innecesario de Diego López, héroe en el Nuevo Mirandilla, levantaron un muro más largo que el que proyecta Trump. La única lectura positiva de la debacle es que el Valencia nunca se cayó. Aunque ir a contrapié siempre cuesta más, el equipo se vació. No paró de presionar, de insistir y de querer solventar el empastre. Hubo alguna esperanza con el único obsequio del Celta que facilitó un penalti. Pero un tal Anastasios Douvikas heló una noche ventosa con el tanto definitivo. Benítez, adorado siempre, dejó al Valencia sin la opción de un título. La Copa siempre es el camino más corto hacia la gloria. Con el pase a cuartos te plantas a dos partidos de una final. Si la suerte te acompaña en el sorteo (un Mallorca, por ejemplo), las opciones se multiplican. Pero este Valencia es incapaz de ser feliz.

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Valencia CF

1

-

3

RC Celta

  • Goles 0-1, Luca de la Torre (13'). 0-2, Anastasios Douvikas, de penalti (18'). 1-2, Pepelu, de penalti (29'). 1-3, Anastasios Douvikas, (81').

  • Árbitro De Burgos Bengoetxea (Comité vasco). Amonestó a Kevin Vázquez, Williot Swedberg y Yarek Gasiorowski.

  • Incidencias Partido disputado ante 44.456 espectadores en Mestalla.

No hay manera de prolongar el júbilo más de cuatro días. El nuevo David Villa, la zancada de de Javi Guerra para su gol ante el Cádiz, la alegría por el tanto de Jesús Vázquez tras su serio problema de salud. Palabradas grandilocuentes que se empequeñecen ahora con la derrota. El equipo era reconocible, con escasos ajustes, con Yarek bendecido. Pero el empeño no estuvo acompañado de luminosidad. Y cuando llegó el turno del técnico nada mejoró. Los cambios ordenados por Baraja buscaban profundidad pero sorprendió dejar un doble pivote defensivo y retirar del campo a Javi Guerra para dar entrada a Yaremchuk. El canterano, intermitente en este inicio de temporada, quizá representaba el partido con mayor decisión. Participó de la creación de juego y se acercó al área. Como aquel Javi Guerra de la temporada pasada. Ya con el tercer tanto del Celta volvió a aparecer Otorbi, pero muchos ni se dieron cuenta de que allí estaba.

El Valencia es una montaña rusa de emociones. Río, lloro, me desato, sufro. Una molestia. La afición está habituada a verse en el diván de la angustia. Por eso cuando llega un éxito necesita exprimirlo hasta el final. Y el choque, en los instantes iniciales, parecía que daría continuidad a Cádiz con un cabezazo de Paulista que iba por muy poco y una acción coral del equipo que acababa con centro de Thierry y volea de Hugo Duro. Pero la verdad estalló en el minuto 13 cuando un balón aéreo generó una duda tanto a Jaume como a Yarek. Ambos saltaron y tocó el balón el portero, pero golpeaba en la cabeza de un céltico y quedaba sin dueño hasta que De la Torre se inventó un taconazo. Y dolió como tal. Pero espera. Sólo dos minutos después Miguel Rodríguez, que ha estado más fuera que dentro del Celta, se adentraba en el área y Diego López se lanzaba al suelo y tocaba pie y no balón. Penalti, que anotaría el griego Douvikas, que mucho después volvería a ser decisivo. Los instantes posteriores fueron de asedio céltico. Primero De la Torre y luego Douvikas. Querían repetir, los abusones. Jaume, en el último caso, sí pudo despejar el balón.

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Pero en el Celta también hay momentos de distensión. Como el que tuvo Carlos Domínguez al sacar el brazo a pasear en un centro al área. De Burgos Bengoetxea insistía en que había golpeado el balón con el hombro. Hasta que el VAR acabó con su cabezonería y le demostró que había sido algo más abajo. Pepelu, infalible, recortaba distancias. Parecía que llegaba un ciclón, pero el interés se quedó en eso. El Valencia puso corazón pero le faltó algo más. Ya cuando moría la primera parte Yarek pudo marcar tras varios rechaces. La joya de la corona de la cantera empezó a saber de qué va esto. Sintió el hierro contra un delantero correoso como Douvikas. Tiene planta pero le falta cuerpo, precisa de mala leche y del poso que dejan los años. De la necesidad muchas veces se hace virtud, pero también pueden adelanterse plazos de forma innecesaria. Eso sí, nadie mejor que Baraja para saber gestionarlos. Al menos por ahí el valencianismo está más que tranquilo.

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El técnico dio acceso a Canós por las molestias de Marí y el de Nules se mostró gaseoso, como siempre. Activó las acciones por banda, bien acompañado por Fran Pérez en la contraria. Varios centros de ambos buscaron remate. Baraja insistió con Gayà y Guillamón. El equipo se activaba y la tenía Hugo Duro con un cabezazo. Podía ser. Luego aparecía Yaremuchuk y el ucraniano remató en semifallo. Hasta que el Celta, en una acción en la banda entre Tapia y De la Torre, ponía un balón en el área y Douvikas se aprovechó de la endeblez de Yarek. Puso el brazo para desequilibrarlo y el griego anotó el tercero para devolver la tristeza.

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