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Los jugadores del Valencia celebran el gol de Javi Guerra.

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Los jugadores del Valencia celebran el gol de Javi Guerra. Jesús Signes

El Valencia, dispuesto a ir a la guerra

Un golazo del canterano en la prolongación saca al Valencia del descenso y el equipo de Baraja logra la primera remontada de la temporada en un choque con dos tantos absurdos

Jueves, 27 de abril 2023

Tez sonrojada, casi imberbe, pelo desbaratado. Un niño ha variado la historia del Valencia. Este equipo está dispuesto a dar guerra. Y lo hace con Javi Guerra, un actor secundario que opta al premio de la academia. El golazo del canterano en el minuto 93 saca al conjunto blanquinegro del descenso y consigue un colchón de dos puntos sobre los puestos negros. Son esos tantos que quedarán señalados para siempre. Revitalizantes.

Valencia CF

2

-

1

Real Valladolid CF

Como lo fue el de Rufete para disparar al Valencia de Benítez hacia el título liguero, como aquel de Piccini con Marcelino ante el Huesca para desahogarse cuando al equipo le costaba y ya meses después se lograba el trofeo de Copa frente al Barça de Messi. El Valencia se encamina hacia la semana fantástica. Tres partidos ante rivales directos y, por ahora, dos victorias. La primera, ante el Elche, con holgura; la segunda, ante el Valladolid, con padecimiento extremo. Hacía más de un año que el morador de Mestalla no conseguía dos victorias seguidos en la competición doméstica.

Queda el Cádiz el domingo. Pero al Nuevo Mirandilla se llega con mayor bienestar, con un margen para el error. Tres de tres sería casi el paso definitivo. Cuando, además, por fin se consiguen hitos. Uno de ellos es optar a una remontada. En toda la campaña no lo había logrado. Porque el Valencia es otro. Se puede jugar mal, rematadamente mal, como ocurrió en la primera mitad, pero aquí nadie se rinde, aquí nadie se aparta, aquí nadie mancilla el escudo. Porque los futbolistas se giran y ven en el banquillo a Baraja y Marchena. Son ejemplo de valencianismo. Arrastran a su gente a dignificar esta camiseta.

Pero no se vive de la nostalgia de aquella época en la que se vestían de corto. El técnico valencianista demostró que el banquillo no le viene grande. Supo variar la tendencia en el descanso con un cambio de sistema y lleva ya varios partidos optando por canteranos. Sin temor. El fútbol es de valientes. Pero un valor controlado. Baraja no optaría por Javi Guerra por delante de Hugo Guillamón si no lo mereciera. Y este tanto salvador le da la razón. Kilos de vitamina en vena.

Pero la adrenalina no debe cegar los puntos oscuros. No es de recibo la primera parte que ofreció el Valencia. Amerced del Valladolid, con un fútbol predecible, con ataques sin orden ni concierto y con errores desagradables. Esto fue lo que ocurrió en el minuto 6. Pase de Ozcakar a Diakhaby y el balón pasa por debajo del pie del central. Larin, muy espabilado, se aprovecha del disparate. Es uno más del defensa. Eso sí, el guineano tiene carácter.

Una situación de este tipo hunde al más pintado, pero intentó mantenerse centrado en el choque. Tanto que el fútbol le dio un regalo en la segunda parte con el gol del empate en otra acción absurda, en este caso del portero vallisoletano. Diakhaby cabecea en un córner y Masip deja pasar el balón convencido de que se marchaba fuera. Ni mucho menos. La pelota tocaba el palo y se encaminaba hacia la red. De aquí a la gloria de Javi Guerra cuando ya casi nadie lo esperaba.

Baraja había repetido equipo. Era la primera vez que lo hacía. Le funcionó en Elche el cambio de sistema con tres centrales y no quiso cambiar. Del honor en la ciutad ilicitana a la deshonra en Mestalla. Primeros cuarenta y cinco minutos como hacía tiempo que no se veían. Las costuras se deshacían por todas partes. Ver a Foulquier es sufrir. Es incapaz de dar un paso con sentido, es incapaz de facilitar la proyección de un compañero, es incapaz de lanzar un centro allí donde quiere. Esto hace que el campo se desvíe hacia la banda izquierda.

Con Gayà todo es más fácil, más racional. Lo que debería ser: saber poner el balón al área para intentar generar peligro. Por ahí llegaron las pocas ocasiones que tuvo el Valencia. Una de las más claras fue un cabezazo de Cavani. Ya hacía tiempo, mucho, muchísimo, que el uruguayo no remataba a puerta. Se está vaciando en defensa, no se esconde jamás, pero no se le fichó para eso. Vino para marcar goles. Y nada de nada. El remate del atacante se fue a las manos de Masip. El suplicio de la primera mitad se trufó con algunos chuts de fuera del área y una opción del Valladolid que casi dio el susto, con un disparo desde cuarenta metros de Escudero que salió alto por muy poco. Susto.

Baraja había visto lo que los cuarenta mil de Mestalla y todos los que estaban apostados ante la televisión. Había que darle la vuelta al Valencia. Había hecho una prueba en los minutos finales de la primera mitad con Ozcakar de lateral zurdo y con Gayà más adelantado. En las tripas de Mestalla dejó al turco y situó una defensa de cuatro, con Hugo Duro junto a Cavani. El delantero madrileño es gaseoso. Puede mardar o no, pero siempre motiva al equipo. Con lucha, con garra, con ocasiones, con motivación.

A veces no hace falta fútbol caviar, vale con un buen bocado. El fútbol del Valencia se derivó a las bandas para que Yunus y Lino prolongaran las acciones y buscaran centros al área, ahora que estaba más poblada de atacantes valencianistas. Llegó la cantada de Masip para pensar que sí se podía. Y tanto, aunque hubo un susto que casi lo fastidia todo. Un jugadón de Fresneda, con taconazo de Larin, y el canterano del Valladolid mandaba el balón al larguero. Baraja optaba por la frescura de Diego López y de Javi Guerra. Frescos y lozanos. Y llegó el jugadón del centrocampista. Conducción con la derecha y chut con la izquierda. Gol. 19 años. Tres partidos en Primera. Y ya es historia en el Valencia.

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