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Plantilla del Valencia CF temporada 84-85 con Roberto Gil como entrenador. FOTO BERNAT NAVARRO PORTER

La excepción de un entrenador valenciano

El túnel del tiempo ·

Roberto Gil ha sido el único técnico de la tierra que completó una temporada desde los remotos tiempos de Eduardo Cubells en los años cuarenta

paco lloret

Viernes, 4 de junio 2021

Cuando Roberto Gil se hizo cargo de la dirección del Valencia CF en febrero de 1984, le prohibió a su madre que acudiera a los partidos de Mestalla mientras él permaneciera en el banquillo. El entrenador sabía perfectamente el riesgo al que se exponía por ... la acusada tendencia crítica de un amplio sector de la afición valencianista. La madre de Roberto, mujer de genio y carácter, que no habría permanecido impasible ante cualquier comentario fuera de tono sobre su hijo, acató la orden y no acudió, como acostumbraba desde hacía muchos años, a su localidad de tribuna. Pese a ser una valencianista de armas tomar, hizo caso a su hijo, entendió la situación y a regañadientes decidió quedarse en casa pendiente de la radio.

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Roberto Gil ha sido el único entrenador valenciano capaz de empezar y de acabar una temporada desde los remotos tiempos de Eduardo Cubells, allá por los años cuarenta. Un dato elocuente. El Valencia ha alineado infinidad de jugadores valencianos pero, por el contrario, ha sido reacio a contratar entrenadores de la tierra salvo para apagar fuegos o sortear emergencias. En más de una ocasión se ha recurrido a «hombres de la casa» para períodos cortos y situaciones de vacío en la dirección del primer equipo. Poco antes de Roberto Gil, estuvo Manolo Mestre, que ocupó el cargo en varias etapas pero nunca completó una temporada. Su última presencia tuvo lugar en la campaña 81-82 tras la renuncia de Pasieguito. El entrenador de Oliva continuó en solitario hasta su destitución en la novena jornada del siguiente ejercicio.

Probablemente, en el subconsciente colectivo del valencianismo se ha desconfiado de la capacidad de los técnicos de la tierra y, especialmente, de aquellos que han sido jugadores, por muy importante que haya sido su aportación. Tanto Mestre como Roberto gozaron del reconocimiento popular como futbolistas y tuvieron el privilegio de un partido de homenaje cuando abandonaron el club con apenas dos años de diferencia. Ambos compartieron juntos muchas campañas. El Valencia ha mostrado una clara tendencia a buscar entrenadores de fuera, españoles o extranjeros. A esta tradición hay que aplicar un matiz, hubo entrenadores que, sin haber nacido en tierras valencianas, se les puede considerar de adopción, después de haber sido futbolistas relevantes caso sobre todo de los vascos Mundo y Pasieguito, o de Buqué y Paquito en diferentes épocas.

La llegada de Roberto al banquillo estuvo precedida de la destitución de Paquito, que había sido su inseparable compañero en la medular durante buena parte de los años sesenta. Si el centrocampista de Riba-roja había sido el capitán que levantó el trofeo de campeón de Copa en 1967, el interior asturiano hizo lo propio en la Liga de 1971. El relevo entre ambos deparó una situación difícil, resuelta con caballerosidad por Francisco García Gómez 'Paquito', que le traspasó toda la información imprescindible para que su sustituto aterrizara con las mayores garantías de éxito. El Valencia concluyó aquella campaña 83-84 con discreción y evitó cualquier complicación clasificatoria.

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En el ejercicio siguiente Roberto gozaba de plenos poderes y planificó un equipo del que salieron hombres del nivel de Mario Kempes, Manzanedo, Pablo y Botubot. Forzado por la penuria económica, el club se vio obligado a una reconversión del plantel. Eso sí, llegaron refuerzos sin experiencia pero de contrastado talento como Quique y Arroyo, además de un fichaje de cierta resonancia, el del ariete Wilmar Cabrera. En ese contexto, Roberto Gil supo armar un equipo basado en la firmeza defensiva, de espíritu práctico, capaz de competir con cualquier rival. Su gran defecto era que le faltaban prestaciones para sumar victorias y se abonaba a los empates.

El Valencia de esa temporada, la 84-85 acumuló nueve igualadas como local en diecisiete jornadas, venció en seis ocasiones y sufrió dos derrotas. Como visitante alcanzó cuatro triunfos, seis empates y siete derrotas. Su primera vuelta fue mejor que la segunda, en el ecuador del campeonato ocupaba la tercera plaza a cuatro puntos del líder y era el equipo menos goleado con tan sólo nueve goles en contra. De no haber perdido a Wilmar Cabrera, reclamado por Uruguay durante casi dos meses para la fase de clasificación para el Mundial de México 86, y único artillero de garantías, los valencianistas se habrían clasificado para Europa. Al final ocuparon la novena plaza y les faltó un punto para participar en la Copa de la UEFA.

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Visto con perspectiva, Roberto Gil protagonizó una heroicidad. Su gran mérito fue superar el delicado momento por el que atravesaba el club. El técnico obtuvo un gran rendimiento del plantel, sin embargo, los graves problemas económicos deterioraron el ambiente en el vestuario. La convivencia quedó afectada por los impagos y los jugadores se rebelaron una vez concluida la Liga. La plantilla se negó a entrenar como medida de protesta en vísperas de un partido contra el Betis correspondiente a la intrascendente Copa de la Liga. Ante la situación de desgobierno, el entrenador entendió que ya no podía seguir en el cargo y tras caer eliminado del torneo hizo pública la decisión. Un año después, el Valencia bajó a segunda división.

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