Gattuso pierde el norte con el Valencia a tres puntos del descenso

El tono de las palabras, y las mismas expresiones, de Gennaro Gattuso tras la eliminación copera contra el Athletic delatan a un entrenador que, eso sí, no ha tirado la toalla pese al panorama desalentador en el que ejerce como entrenador del Valencia; a tres puntos de la zona de descenso y sin ningún refuerzo en el mercado de enero a cuatro días de que se cierre el mismo. Eso pese a que no para de repetir, como si fuera aquel personaje de la película de la marmota, que como mínimo necesita un jugador para el centro del campo. Harto de que no venga nadie -cansado o como mínimo resignado- hace unos días que rebajó la exigencia del pivote. Lo ocurrido frente al Athletic, con un equipo desbordado en la zona medular por los vascos, no hace más que acentuar esa urgencia.

Es cierto que Gattuso, de momento, no ha dado ningún síntoma de marcarse 'un Prandelli' y de dimitir ante la inacción del proyecto de Meriton. Ni siquiera de desmarcarse de la política de fichajes del club como hizo hace justo un año Bordalás. Ese distanciamiento con Anil Murthy y la dirección deportiva fue, por cierto, el detonante de la no renovación del alicantino a final de temporada. Tampoco se vislumbra a un Gattuso que se presente en las oficinas del club para trasladarle a Layhoon su voluntad de marcharse porque ha sido engañado, como le ocurrió a Javi Gracia. Todo esto de momento, puesto que habrá que escuchar al calabrés el 1 de febrero si ese día no hay ninguna novedad en los campos de entrenamiento de Paterna.

En un equipo siempre preocupa la imagen de un entrenador que no encuentra la tecla o la posición de la brújula para que vuelva a señalar el norte. Gattuso lleva varias semanas, esas mismas donde el Valencia no le ficha ese centrocampista que necesita, repitiendo que no le gusta jugar con un 4-4-2 «porque deja muchas líneas de pase cuando no tienes el balón». Lo utilizó en los últimos partidos por la falta de efectivos. Contra el Athletic volvió al 4-3-3 (con Guillamón, Yunus y Moriba en el centro del campo) y fue un fiasco. Desde el descanso ya varió un poco el esquema para acabar colgando balones desde el 1-3. Fue muy significativo ver a jugadores como Gabriel Paulista hacer gestos a sus compañeros para que se moviera más rápido el balón en vertical.

La escena global, con el Valencia a tres puntos del descenso y sin el escudo anímico de la Copa, dista mucho del proyecto ideal pintado por Gattuso el día de la presentación. La foto que contó el italiano el 9 de junio, tras su primer viaje a Singapur, ha envejecido muy mal. Aquel día, no podía imaginar los dos mercados de mínimos (el de verano y el de invierno) con ventas tan importantes como las de Soler y Guedes: «Hablé con Peter Lim con una pizarra, él era el asistente y yo le dictaba. Durante una hora al presidente le gustó lo que planteaba y después de dos horas, más. A ver si se le mete en la cabeza. Hablamos de sistemas y de que queremos jugadores que tengan ganas de ganar y con fuego dentro. Quien venga a Valencia tiene que saber que jugar aquí es como jugar en el Real Madrid o Barcelona, que tienen que dar la vida. Me gustó que me escuchó lo que quería transmitir y lo que creo que necesita el equipo. No me dijo que tenga necesidad de vender jugadores. No soy contable, no tengo un banco ni soy el financiero del club. No he sentido a un presidente (así se refirió a Lim) que me haya dicho que tenga que vender por fuerza, no me ha dado la sensación de que me vaya a engañar». Siete meses después, la pizarra donde Lim escribía con un rotulador sistemas de juego y nombres de jugadores no es más que un icono de buenas palabras.