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PACO LLORET
Sábado, 25 de junio 2022, 00:07
El 20 de mayo de 1973 el campo de Mestalla cumplió 50 años y, al igual que el día de su inauguración en 1923, caía ... en domingo. El valencianismo no estaba muy pendiente de la efeméride sino del trascendental partido que jugaba su equipo ese día en el estadio Insular de Las Palmas en la última jornada del campeonato liguero. El duelo resultaba decisivo para ambos contendientes. Los valencianistas precisaban de un punto para estar en Europa, mientras que a los canarios les valía el empate para asegurar la permanencia. Se intuía el pacto. Sin embargo, no hubo tal arreglo, los amarillos se impusieron por 1-0. El Valencia acabó con nueve jugadores por las expulsiones de Barrachina y Vidagany. Decepcionante final en una fecha tan señalada.
Pese a que quedaba el comodín de la Copa como última opción para jugar un torneo continental, aquella derrota en tierras canarias dejó al muy tocado al plantel dirigido por Di Stéfano. Se falló de forma incomprensible en el momento clave. Nadie lo esperaba. El Valencia atravesaba por en una excelente racha de resultados: cuatro victorias y un empate en las cinco jornadas precedentes. Había confianza en lograr el objetivo. Durante 75 minutos el duelo respondió al guión supuesto. Los espectadores presentes silbaron las acciones de los dos conjuntos al sospechar que existía un pacto implícito de no agresión y se escucharon gritos de «tongo, tongo». Pero antes del cuarto de hora el poste evitó el gol del Valencia. Al descanso se mantenía empate a cero y el público no reprimió sus protestas.
El partido rompía la tradición de horarios nocturnos en el Insular, ya que se disputó a partir de las cuatro de la tarde, una hora más en la Península, por imposición federativa para evitar suspicacias. Todos los encuentros se celebraron al mismo tiempo excepto el Málaga-Espanyol, avanzado a la noche del sábado. La primera contrariedad para los de Mestalla se produjo con la lesión de Juan Cruz Sol en el último minuto de la primera parte. El defensa vasco fue reemplazado por Fuertes. La segunda mitad arrancó con la misma tónica, sin acometidas serias y juego especulativo, ambos equipos se mostraban reservones y daban por bueno el marcador. Ese decorado conformista saltó por los aires a falta de un cuarto de hora para la conclusión, cuando el interior Germán batió la portería valencianista defendida por Pepe Balaguer con un disparo seco tras un libre indirecto. El árbitro, que también se llamaba Balaguer, Diego de nombre y pertenecía al colegio balear, expulsó a Vidagany después del lance ante las reiteradas protestas del jugador que entendía que la falta que originó el tanto no había existido.
Al Valencia le quedaba un cuarto de hora para igualar la contienda y salvar los muebles. No lo consiguió y, a dos minutos del final, Barrachina vio la cartulina roja por propinar una patada a un rival. La crónica de LAS PROVINCIAS titulaba 'Ni juego, ni puntos, ni UEFA' y reflejaba el despago producido por la derrota. Se generó una atmósfera derrotista que pasó factura en la Copa. Las sanciones a los dos jugadores expulsados y la ausencia de Valdez y Sol por lesión empeoraron todavía más el ambiente. El club se hallaba en una etapa de máxima convulsión. Después de 12 años en el cargo, Julio de Miguel había decidido dejar la presidencia. Se habían convocado por primera vez elecciones en las que sólo podían participar los socios que fueran compromisarios. Aquellos fueron días de rumores, reuniones y conspiraciones. Se presentaron tres candidaturas en las que se integraban nombres muy conocidos, desde Antonio Puchades a Luis Casanova. Finalmente, se impuso la encabezada por Francisco Ros Casares.
Una semana después de la derrota en Las Palmas, el Valencia apuraba sus opciones europeas en la Copa y visitaba el viejo Castalia en el partido de ida de los octavos de final. En los choques ligueros se había impuesto con autoridad al conjunto 'orellut': 4-2 en Mestalla –los cuatro goles marcados por Valdez– y 1-3 en el feudo castellonense. Esta vez la historia fue diferente. La plaga de bajas contribuía al escepticismo. A pesar de ello, los valencianistas arrancaron un empate a cero. No era mal resultado para un equipo que llevaba tres campañas consecutivas sin perder ni una eliminatoria copera y que había alcanzado tres finales.
Sin embargo, el sábado 2 de junio, el encuentro de vuelta concluyó sin goles por lo que fue preciso disputar la prórroga en la que el Castellón logró el gol del triunfo. Decepción mayúscula en la grada de Mestalla en el primer partido celebrado después del cincuentenario. Segundo mazazo en dos semanas. Final de temporada y cambio de ciclo. La llegada de Ros Casares coincidió con la apertura de fronteras y la posibilidad de fichar extranjeros. Keita y Jara fueron los elegidos. El campo de Mestalla también experimentó un cambio sustancial al eliminarse varias filas de la grada de general de pie situada tras las dos porterías reconvertidas en sillas gol. Se perdía capacidad pero se ganaba en comodidad. Aquel triste final de ejercicio dejó al Valencia por primera vez fuera de los europeos después de 12 ejercicios.
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