![Una goleada premonitoria](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/08/18/poli-R0Ond5ipZgQ7CdAOMiSiTFI-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Verano de 1970, suena por todas partes 'Un rayo de sol', compuesta por el grupo Los Diablos mientras la temperatura futbolística en Valencia se dispara. En el ambiente flota la seguridad de asistir al inicio de una nueva etapa que promete momentos felices. Esa corriente ... triunfalista tiene fundamento. Un equipo en fase de construcción va a deparar enormes satisfacciones. Una plantilla renovada con la llegada de gente joven y un entrenador dispuesto a comerse el mundo. Se está gestando algo muy grande cómo se demostrará con la conquista del título de Liga.
A pesar de haber debutado en el campeonato con una derrota engañosa, la fe de la afición no se ve afectada por el traspié sufrido en el Bernabéu. Todas las referencias destacan el buen juego ofrecido pese al marcador adverso. De hecho, pocos días después, centenares de aficionados se congregan en el aeropuerto de Manises para recibir entusiasmados a la expedición que regresa de Irlanda tras batir por 0-3 al Cork Hibernian en el debut europeo. Un triunfo que precede la primera actuación liguera del Valencia en casa.
Tras dos desplazamientos, se ha generado una enorme expectación que se ve correspondida con una victoria apoteósica. El Valencia se impone a la UD Las Palmas por 5-1. El sábado 19 de septiembre a las diez y media de la noche no cabía un alfiler en la grada de Mestalla para ver en directo al equipo que dirigía Alfredo di Stéfano. El cronista de LAS PROVINCIAS, el maestro Sincerator, no podía disimular su entusiasmo con su titular que encabezaba la información del partido al día siguiente: «El Valencia arrolló al Las Palmas» que complementó con otros subtítulos destacados: «Festival de juego y goles; el Valencia dio una extraordinaria sensación de poderío en todos los terrenos; los cinco goles valencianos fueron de orfebrería». En su texto desliza la convicción de estar ante un equipo que puede hacer historia.
Aquella exhibición disparó todavía más la euforia. El valencianismo se mostraba exultante. Una de las paradojas de aquella goleada ante el conjunto canario fue que los autores de los goles apenas participaron en el resto de la temporada y pasaron a ser carne de banquillo. El principal protagonista fue Fernando Ansola, autor de 3 tantos: el primero, el tercero y el quinto. El ariete guipuzcoano firmó ese día su único triplete con los de Mestalla. Los otros dos fueron obra de Poli, el dinámico interior que con sus actuaciones tanto dividía a los aficionados entre partidarios y detractores. El portero del equipo amarillo fue Catalá, un valenciano de Cullera.
Ansola y Poli abandonaron el club a la conclusión del ejercicio. A pesar de su escasa presencia en las alineaciones, ambos se despidieron como titulares en el once que disputó la final de la Copa. Posteriormente, el vasco se enroló en la Real Sociedad, mientras que el andaluz de Puente Genil recaló en el Espanyol como parte de la operación para el fichaje del centrocampista Lico. Ansola se vio desplazado muy pronto de la titularidad por Pellicer y no volvió a jugar ni un minuto en la Liga desde la jornada 12, en Balaídos, donde entró en sustitución de Valdez. Por su parte, Poli tuvo más apariciones esporádicas, casi nunca como titular y después de aquel doblete ya no volvió a marcar más goles.
Las piezas le fueron encajando progresivamente a Di Stéfano con la aparición de Forment en las alineaciones, el posterior debut de Valdez y la presencia de Claramunt II como delantero polivalente junto a Sergio. El único aspecto negativo de aquella memorable goleada que abrió el curso en Mestalla fueron las lesiones de Pellicer y Jesús Martínez. Una doble fatalidad que se produjo en la primera parte. El delantero gallego sufrió un esguince de tobillo que le mantuvo un mes fuera de combate. Por su parte, el defensa libre se rompió un dedo del pie en una acción fortuita. Aquella fractura obligó a que los médicos le pusieran una escayola. Jesús Martínez reapareció tres meses después.
Después de batir al conjunto insular, ya se preguntaba en los vestuarios a los protagonistas si el Valencia estaba capacitado para ganar la Liga. El entrenador visitante no lo dudaba, y después de haberse enfrentado en casa en la primera jornada al Atlético de Madrid, vigente campeón, en un duelo saldado con empate a uno, apostaba por los de Mestalla como claros aspirantes al título. Sin embargo, después de aquella noche de éxtasis, el Valencia acumuló tres jornadas consecutivas sin vencer con un balance de sendos empates y una derrota. Una crisis pasajera antes de recuperar la dinámica de los triunfos y acabar la temporada como campeón.
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