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Kempes define ante el portero en un partido disputado en Mestalla. BERNAT NAVARRO PORTER
Goles en Mestalla, el momento más deseado
100 AÑOS DE MESTALLA

Goles en Mestalla, el momento más deseado

Desde que Montes hiciera el primer tanto, el valencianismo ha ido disfrutando de grandes artilleros de forma sucesiva, el último hasta ahora, David Villa

Sábado, 13 de mayo 2023, 01:21

Desde que Arturo Montesinos, 'Montes', lograra el primer gol de la historia de Mestalla en el partido inaugural, se han sucedido centenares. Algunos, unos pocos, han desafiado el paso del tiempo para perpetuarse en la memoria colectiva por su singularidad y trascendencia. Otros, la mayoría, quedan reducidos al discreto anonimato de las estadísticas. Cada época ha tenido sus artilleros, los delanteros casados con el gol, los jugadores que transmitían la felicidad a la grada por su habilidad y puntería.

El máximo goleador de todos los tiempos es Mundo, el vasco que aterrizó en Valencia a la conclusión de la Guerra Civil. Sus números son abrumadores. En partidos de carácter oficial logró 242 goles a lo largo de once temporadas y en un par de ellas fue el máximo goleador de primera división. Aquellos trofeos Pichichi, conquistados en la 41-42 y en la 43-44, coincidieron con los dos primeros títulos de Liga que fueron a parar a las vitrinas valencianistas. Integrante de la legendaria 'Delantera eléctrica', Mundo responde al perfil de delantero clásico de la posguerra. Su potencia de disparo y su dominio del juego aéreo le permitieron sobresalir en un equipo de clara vocación ofensiva como lo acreditan los 85 goles obtenidos en 26 jornadas en el primer título liguero, un registro imponente. Su primer galardón de mejor artillero vino avalado por 27 goles y el segundo por 28, con una media de más de un gol por partido. Mundo firmó 19 tripletes a los que se añaden varios cuatripletes tantos en Liga como en Copa. Su gran tarde fue la del 28 de febrero de 1943, cuando le marcó 6 goles al Betis en la jornada 21 de Liga.

Antes de la irrupción de Mundo, en el Valencia debutante en primera división, destaca el nombre del 'Xiquet' Vilanova, autor del primer gol valencianista en una final, la de Copa de 1934, celebrada en Montjuïc. Atrás quedaban los tiempos fundacionales, los años de Montes –prototipo de hombre de área– y de Cubells, un futbolista cerebral y de clase. Otro nombre relevante es el de Gaspar Rubio, profesional trotamundos, capaz de enardecer a los aficionados con sus goles y Juan Costa, con una aportación goleadora estimable y autor del primer tanto en primera división. Sucedió en Mestalla en la segunda jornada de la campaña 31-32. Los locales se impusieron por 5-1 al Real Unión de Irún, cuyo portero era Antonio Emery, el abuelo del futuro entrenador.

El primer tanto valencianista en la competición liguera en Mestalla fue obra de Imossi, en la primera jornada de la campaña 28-29, la del estreno del torneo. El Valencia fue incluido en segunda división y se impuso por 4-2 al Real Oviedo. Unos cuantos años antes, Montes había logrado el primer gol en la Copa, eliminatoria disputada todavía en Algirós ante el Real Sporting de Gijón en 1923, poco antes de la inauguración de Mestalla.

Los goles de aquel Valencia 'Bronco y Copero' de los cuarenta que acaparaba Mundo venían acompañados por los de sus paisanos Gorostiza y Epi, 28 entre ambos, en la Liga conquistada en 1944. Los valencianos Asensi y Amadeo también aportaban, aunque en menor medida. A finales de los cuarenta, a pesar de la decadencia de Mundo, que pierde la titularidad, pero sigue siendo el mejor artillero en la Liga conquistada en el ejercicio 46-47. El gol se reparte más entre una plantilla en la que aparecen con fuerza los valencianos Giraldós y Morera. En esa época se disputa el partido liguero con más goles de los celebrados en Mestalla: Valencia 9-Real Murcia 3, en enero de 1945. Dos años antes, en octubre de 1943, el Valencia consigue la mayor goleada liguera de la historia: 8-0 al Sevilla que se repetirá 10 años después contra el Sporting.

La Delantera Eléctrica, Waldo rematando y Villa celebra un gol con Albelda. BERNAT NAVARRO PORTER/AP
Imagen principal - La Delantera Eléctrica, Waldo rematando y Villa celebra un gol con Albelda.
Imagen secundaria 1 - La Delantera Eléctrica, Waldo rematando y Villa celebra un gol con Albelda.
Imagen secundaria 2 - La Delantera Eléctrica, Waldo rematando y Villa celebra un gol con Albelda.

El cambio de década supone la llegada de delanteros como Badenes, un goleador portentosos, extremos como Seguí y Mañó, interiores como Fuertes e Igoa, el último baluarte de la nómina de vascos que han ofrecido un rendimiento extraordinario. Silvestre Igoa llegó a conseguir 22 goles en la campaña 49-50 y uno de ellos provoca el delirio en Mestalla. Se trata del sexto gol al Athletic de Bilbao que llega en el último minuto e iguala la semifinal de Copa tras el 5-1 sufrido en San Mamés y que da paso a la prórroga. Una tarde que figura en los anales como la del mejor partido de todos los tiempos en el feudo valencianista. En la campaña 53-54 deslumbra Wilkes, un artista goleador. Sus tantos son obras de arte que atraen a un público enloquecido por su repertorio de quiebros, fintas y regates inverosímiles. Lo nunca visto hasta entonces en los años claves de la reforma del Gran Mestalla.

En la campaña 57-58 se produce un hecho insólito: 3 jugadores conquistan el Pichichi y dos de ellos son valencianos: Badenes, que milita en el Real Valladolid, y el valencianista de Moncada Ricardo Alós, a los que se suma Alfredo di Stéfano. Los años sesenta pertenecen a Waldo, el segundo mejor artillero valencianista de la historia. El reinado del brasileño coincide con la irrupción del club en Europa. Dos goles suyos proporcionan el triunfo en el debut ante el Nottingham Forest. Waldo conquista el Pichichi del ejercicio 66-67 con 24 goles en 30 partidos, un promedio espectacular. Se trata de su mejor año en el que, por añadidura, el Valencia se proclama campeón de Copa. Entre sus gestas destaca los 4 goles que le marcó al Barcelona en la Liga 61-62. Delantero muy completo, dentro y fuera del área, especialista en el remate y en los lanzamientos de faltas gracias a una técnica depurada y a la potencia descomunal de sus disparos. Mestalla amaba al 'negre' con locura. A su lado brillaban el talento endemoniado de Guillot, su amigo del alma, y la fuerza de Ansola para componer una vanguardia de quilates.

Forment no fue un gran goleador pero su gol al Celta en la 70-71 será siempre honrado por su valor simbólico, ejemplo de pasión y resistencia en una época de grandes emociones que culminaron en la conquista de una Liga inolvidable. Diez años después de aquel Pichichi irrumpe en el escenario Mario Alberto Kempes. Palabras mayores. Se repite la historia. El argentino se adueña de Mestalla. En su segundo ejercicio vuelve a ser el mejor goleador español, esta vez con 28 goles. El Matador, tercer mejor artillero valencianista, liderará un equipo que suma tres títulos. Su estilo arrebatador, su capacidad para desequilibrar apareciendo desde atrás y su idilio con el gol dejan huella. Para muchos, el mejor futbolista del club en toda su existencia. Hoy en día sigue siendo un ídolo venerado. De aquella delantera en la que le acompañaban Rep y el 'Lobo' Diarte, se despegó el argentino de Belville para erigirse en el amo y señor.

En el eclipse de los ochenta sobresale una figura peculiar: Fernando Gómez Colomer, el futbolista con más partidos del Valencia, el cuarto en el listado de mejores goleadores, el único que no es delantero. Con una clase excepcional, adornado de una inteligencia y una técnica sublime, sus goles ayudan de forma decisiva a la reconstrucción de la entidad que finaliza la década saneado e instalado en la élite. Fernando deja para la posteridad un álbum de goles antológicos por su belleza y plasticidad. Se trata de un goleador diferente al que adornan las virtudes de estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno para resolver siempre de forma acertada.

En el tránsito de década, dos jugadores del Este de Europa se meten a la afición en el bolsillo con sus goles: el búlgaro Lubo Penev y el montenegrino Pedja Mijatovic. Antes de la caída del Muro de Berlín, desembarca el búlgaro con una envergadura física fuera de lo común y una capacidad sobresaliente para jugar de espaldas. Un incordio para los defensas. A ello se une su gran habilidad para jugar lejos del área y crear acciones de peligro. Temperamental a más no poder, su carácter impetuoso le crea problemas dentro y fuera de los terrenos de juego. Más dócil es Mijatovic cuya irrupción en el verano de 1993 desata la locura por sus goles desde el medio campo y sus lanzamientos de falta. Hábil y vertical, Pedja fue santo y seña de Mestalla hasta su polémica salida del club.

David Villa es el último gran goleador valencianista. El asturiano es el gran referente goleador de Mestalla en el siglo XXI. A su capacidad realizadora se unen sus éxitos con la selección española que catapultan su imagen. Junto a Silva y Mata, se crea una delantera sutil por su estilo depurado y de enorme eficacia. Desmantelado el equipo por imperativos económicos, aparecerán Soldado y Aduriz en la segunda mitad del siglo cuando el Valencia empiece a acusar sus graves problemas estructurales.

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